Marta Xargay (Gerona, 1990) ha dormido “como una niña”. La noche anterior, tras vencer a Turquía, la selección española de baloncesto femenino bajó a un restaurante de Río de Janeiro a celebrar sus primeras semifinales olímpicas. “Llevábamos un subidón enorme”, dice en una conversación mantenida con EL ESPAÑOL en la soleada Villa Olímpica. Las jugadoras están radiantes: la victoria fue tan relevante que abrieron incluso “un vinito” para celebrarlo. Después cayeron rendidas: “Llega un momento en que toda la adernalina se va y descansas tranquilamente”.
España tiene la mente enfocada al jueves, cuando medirá su sueño del oro frente a la actual campeona europea, Serbia, a las (20.00 horas). Las españolas ganaron a las serbias en primera fase, pero desde entonces las balcánicas han ido creciendo hasta imponerse a la poderosa Australia en cuartos por 73-71.
Alcanzar unas semifinales olímpicas es un éxito en sí mismo, aunque se perdiesen los dos próximos partidos. ¿Cuál es la principal fuerza de este equipo?
No dejar de ser nosotras mismas… Lo que nos ha llevado hasta aquí es ser lo que somos, competir los 40 minutos y disfrutar de lo que hacemos. La lucha y la entrega son nuestra marca de identidad.
Tuviste menos participación en el duelo ante Turquía que en la primera fase, donde has tenido la muñeca ‘caliente’. ¿Fue cuestión física?
No… De hecho, me dio rabia... Me gusta jugar esos partidos, pero ayer [por el martes] me tocó a mí, quizá por las faltas, o lo que fuese. Pero es como si lo hubiese jugado: acabé el partido destrozada, como si hubiese jugado 30 minutos. Fue un subidón tremendo de adrenalina. Te sientes mal por no poder ayudar más, pero lo haces desde el banquillo, animando, avisando de pequeños detalles que no se ven si estás en la pista. En general estoy cómoda, en un buen momento, como el resto del equipo: ¡Entro a la pista sonriendo!
Desde fuera, parecéis un grupo bastante compenetrado.
Nos puteamos en los entrenos, pero en realidad creo que ya no somos compañeras, somos amigas. Llevamos mucho tiempo juntas, son muchos años y muchas horas. Yo creo que aquí nos hemos unido más, porque somos seis en un apartamento y seis en otro, casi las doce en un piso. Y eso en la pista se acaba notando bastante.
Ibáis perdiendo de 8 a falta de cuatro minutos. Lograsteis una gran remontada... ¿Hubo algún motivo fundamental?
Es muy difícil remontar eso, sí, y también tener la cabeza fría para poder hacerlo. Hemos entrenado cosas de esas con Lucas [Mondelo, el seleccionador]. Repasamos pequeños detalles que otros a lo mejor no entrenan.
¿Cómo afrontar situaciones límite, por ejemplo?
Sí, situaciones de ir perdiendo de 4 a falta de un minuto, por ejemplo. Las tenemos trabajadas.
¿Sabíais que había que darle el balón a Cruz [autora del canástón final contra Turquía]?
Hombre, con 4 segundos, se lo das a la primera que ves. Si quedan 20 segundos, sabes a quién se la tienes que dar. Alba, Cruz, o quien tenga la mano caliente ese día… Se dice desde la banda.
¿Cómo es Serbia? Las habéis ganado ya, pero son campeonas de Europa y bastante mejores que Turquía (a quien sólo ganamos de 2). ¿Qué lectura previa haces del partido?
Ellas han ido de menos a más. Ya les pasó en el Europeo el año pasado, y acabaron a un nivel súper alto. No hay más que ver el partido de cuartos contra Australia, que debería ser una de las finalistas.
¿Te alegras de que no sea Australia la rival?
No lo sé... A ese nivel está todo muy igualado. Está claro que conocemos más a Serbia, pero siempre en fase de grupos, nunca hemos jugado un partido eliminatorio. No es lo mismo... Y tienen un carácter complicado.
Lo bueno es que físicamente no son tan fuertes como las australianas, son más parecidas a vosotras.
Sí, las australianas son mucho más grandes y fuertes, un estilo parecido a las estadounidenses. Las serbias hacen un juego más europeo, al que nos adaptamos mejor. Pero tienen jugadoras muy móviles, de uno contra uno, y además se conocen muy bien. Si tienen el día desde fuera te pueden fulminar. Hay que estar muy concentradas y hacer lo que venimos haciendo. Nos adaptamos muy bien a todas las situaciones, creo que cada partido lo hemos sabido leer y adaptarnos. Mañana [por hoy], aparte del físico, hay que evitar la ansiedad que puede surgir por estar en la final (que nos puede perjudicar un poco). Les tenemos respeto, algo de miedito dan...
Pero no demasiado, ¿verdad?
A Serbia la conocemos muy bien... Nos gustan los retos difíciles. Defender al final son ganas, y siempre damos la cara cuando las cosas se complican.
Ya has ganado Euroligas y jugado en Estados Unidos, pero estos son tus primeros Juegos Olímpicos. ¿Qué tal la experiencia?
Estoy alucinando, desde el día que llegamos aquí... Es una sueño hecho realidad, lo estoy disfrutando como una enana. Cada día ves cosas nuevas, cada día ves a alguien, y es alucinante.
Laia Palau es tu compañera de habitación. ¿Te da consejos?
Siempre nos ha dicho que disfrutemos, que nunca sabremos cuándo se va a repetir. Y que luchemos, que nunca demos nada por perdido.
Perdisteis por 40 puntos el duelo de la primera fase contra Estados Unidos, país que conoces muy bien... ¿Es normal? ¿Sigue habiendo tanta diferencia entre ambos baloncestos?
Solo por los físicos, porque pocas jugadoras fuera de ahí tienen ese cuerpo... A lo mejor de 40 es mucho, los partidos hay que jugarlos y pueden tener un día malo (y tú muy bueno) y poder ganarles. Pero compitiendo a 90 puntos, y eso es muy díficil. Nosotras metemos puntos, pero 90 es muy difícil. Eso sí, algún día les vamos a ganar...
La mayoría de las jugadoras son negras... ¿Es una cuestión genética, o entrenamiento?
Sus jugadora ‘blanquitas’ son de nuestro físico y nuestra altura, pero las negras no. Tienen otra estructura. Puede ser también que entrenen de otra manera (dos veces al día, etc.), y que si nos fuésemos allí nos pusiésemos a ese nivel. Pero algunas nunca podrían, es cuestión de genética.
¿Cómo habéis hecho para superar el desafío que presenta la ausencia de Sancho Lyttle...?
Dando un pase adelante todas... Se nota que no está, pero creo que la estamos cubriendo muy bien. Ya el año pasado en el Europeo quedamos terceras sin ella. Éramos conscientes de que faltaba, pero también de que otras jugadores podían aportar otras cosas. De momento va bien, tenemos que seguir esa línea.
¿Qué tal es la Villa Olímpica por dentro?
Buaaa... Yo aluciné. Llegamos por la noche y ya alucinaba. Cuando nos levantamos, dije: ‘qué pasada’. Hay edificios por alto, piscinas y pistas de tenis y baloncesto por todas partes. Alucinante.
No sé si los periodistas le hemos dado demasiada caña a Río este último año... Tampoco están saliendo tan mal los Juegos, y además no se ve ni un solo mosquito. ¿Tú llevas repelente, por ejemplo?
Ahora ya no... Los primeros días sí, no salíamos de la casa, olíamos todas a repelente. Era el perfume olímpico. Pero ya no. Y he visto coches fumigando, está bien organizado. Yo creo que le metimos todos mucha caña a todo esto... Son mis primeros Juegos, no puedo comparar, pero estoy encantada. Hay cosillas, pero como en todos lados. Ninguna queja.
¿Te has cruzado con alguno de tus ídolos?
Muchos ya no están: Kobe Bryant, Iverson, Jordan. Me hubiese gustado ver a Stephen Curry… De los europeos me fijaba mucho en Navarro. Y ahora fíjate (ríe), nos cruzamos y parece que nos conociéramos de toda la vida.
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