Estos Juegos Olímpicos no dejan de sorprendernos. Y cada cual tiene sus fórmulas para preparar las competiciones. La selección estadounidense de baloncesto, en un transatlántico atracado en el Puerto Maravilla, y la selección brasileña de fútbol en un centro comercial.
La canarinha pasó un rato a saludar por la Villa Olímpica y luego se fue a un hotel situado dentro de un shopping (como les encanta decir a los brasileños). Al margen de todo el glamour de una final olímpica en Maracanã. Fuera de Barra de Tijuca, barrio que acoge el Parque Olímpico y el alojamiento oficial de los participantes en estos Juegos.
El hotel en donde los Neymar, Gabigol, Gabriel Jesús y compañía preparan el gran día, junto a restaurantes, tiendas de ropa, droguerías, supermercados y zonas infantiles, se ubica en el barrio de Recreio dos Bandeirantes, continuación de Barra de Tijuca, por la misma avenida y mirando hacia el mismo litoral. En las cercanías, a través de canales que transcurren a cámara lenta hacia las innumerables lagunas, con intensos olores y colores, los caimanes campan a sus anchas. La espesa vegetación inunda la costa y las montañas, y los vecinos se desplazan en automóvil, los más pudientes, o en la nueva flota de autobuses BRT, algo más presentables que los del centro o la zona norte.
Es conocido que en Río de Janeiro buena parte de la población hace vida de centro comercial: por la seguridad, por el aire acondicionado y por las distancias. Así pues, podemos ser benévolos y tomar esta decisión de la Confederación Brasileña de Fútbol de alojar a su selección en el Hotel Ramada, en el Recreio Shopping, como una manera de acercarse al pueblo, a los suyos.
Los suyos, que se acercan al centro comercial para hacer las últimas compras del día, ignoran ya los caimanes de los canales, esos a los que los turistas bañan de fotos cuando se les encuentran camino de la playa o del circuito de marcha olímpica, que transcurre por allí, en el puntal. A los vecinos, los caimanes solo les llaman la atención cuando (y sucede de vez en cuando) aparecen desorientados en el parking del centro comercial o dentro de alguna urbanización (la parte trasera de muchas de ellas son precisamente estos canales).
El Hotel Ramada, que conste en acta, es un hotel de lujo. Apunten esto también a la lista de contrastes de Río, que en estos días se esparcen por todo el mundo. Una furgoneta de Globo hace guardia día y noche en uno de los laterales del edificio. Y ya se ha corrido la voz en el vecindario. Los chavales, ahora, según vienen de la playa, sin camiseta y en sandalias, se pasan por allí para ver si cae alguna foto de sus ídolos o algún autógrafo.
Una arriesgada forma de preparar una final para la selección brasileña, que la necesita como el aire para respirar. Es el oro que puede devolver al pueblo lo que es del pueblo: el fútbol.
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