Si uno descubre un par de rutinas del día a día de Ander Mirambell (Barcelona, 1983), podría pensar que su jornada habitual es similar a la de muchos españoles: despertarse a las siete o siete y media de la mañana y responder a unos cuantos correos electrónicos. No obstante, la cosa cambia cuando empezamos a hablar de entrenamientos matinales y vespertinos, fisioterapia y análisis sesudo (con vídeo incorporado) de bajadas vertiginosas sobre el hielo en un trineo. No, Mirambell no es uno más.
Por algo va a ser olímpico invernal por tercera vez el próximo mes de febrero. Y en skeleton. Un deporte de esos tan extraordinarios que se salen de la norma. Por mucho que el representante español en la modalidad sea un tipo bien corriente. Más allá de su condición de 'pupas' (que deslizarse de cabeza a toda velocidad no es fácil) o de, como él mismo afirma, "bicho raro". ¿Quién dijo que los sueños no costaban esfuerzo, tiempo y dinero? Pero esperar a cumplirlos no tiene por qué llevar a la desesperación. He aquí un buen ejemplo de que, con perseverancia, todo llega.
Enhorabuena por su clasificación para Pyeongchang. ¿Se puede decir que este billete olímpico ha sido el que más le ha costado conseguir?
¡Gracias! La verdad es que sí. El ciclo de cuatro años ha sido muy duro. Hemos mejorado mucho. Aparte de hacer tres visitas al quirófano, esta temporada ha sido la más dura de Copa del Mundo. Ha cambiado la normativa. Las naciones grandes tenían más pilotos. Creo que hubo alguna carrera en la que había seis naciones con tres pilotos. Eso son casi 18 participantes de países muy fuertes. La clasificación ha sido bastante más dura.
De ahí que lo que ha hecho tenga un mérito tremendo. Como dice, otros países casi nos doblan en pilotos. Y, desde luego, nos ganan por goleada en recursos.
Esto último es la parte más difícil con la que hay que lidiar. Sabes que a nivel de pilotaje estás por encima de muchos pilotos, pero por un motivo o por otro no puedes demostrar ese potencial. A veces tienes que hacer milagros para ganarles o estar delante de ellos.
Y, aun así, usted siente que está en el mejor momento de su carrera, ¿no?
Sí, lo hemos demostrado: noveno del Campeonato de Europa en 2017, ganadores de la Copa América de 2016 con varias carreras, en la segunda prueba de Copa del Mundo nos pusimos a ocho centésimas del octavo en la primera bajada… Todos esos detalles demuestran que estamos a un nivel bárbaro y que hay que aprovecharlo. También es verdad que han sido cuatro años muy duros. Cuando no podía empujar porque tenía la rodilla destrozada (competí con el cruzado roto), aprendí a pilotar más que nunca. Eso se está viendo reflejado ahora.
¿Cómo hace uno para sacar fuerzas de donde no las hay para competir tan lesionado?
Ahora veo los vídeos de la recuperación, por dónde he pasado, y alguna lagrimita cae. La motivación era parte de la ilusión de conseguir este sueño olímpico, de representar a mi país. Si pones todo eso en una mochila, te da superpoderes. Eso me pasó: la rodilla estaba rota, pero creía en mí y sabía que tenía que empujar para sacarle más rendimiento que nunca al pilotaje.
Cuando no podía empujar porque tenía la rodilla destrozada, aprendí a pilotar más que nunca
El objetivo está conseguido. Y quizá haya posibilidades de colarse en el Top 10 olímpico.
Es muy difícil. Es posible porque hemos estado varias carreras tonteando con esa posibilidad, y hay que intentarlo. La de los Juegos es una carrera muy diferente. Sólo pasa cada cuatro años y vamos a convivir en un circuito tres deportes que nunca estamos juntos: el bobsleigh, el luge y el skeleton. Eso implica cambiar el tipo de hielo, cómo entras y sales en las curvas… Hay que adaptarse a ese tipo de circuito.
Luego, la temporada ha sido muy exigente y la gente va a llegar un poco 'quemada'. Nosotros llegamos frescos, hay que aprovechar eso y la experiencia. Cuando uno sabe que son los Juegos Olímpicos, siempre pasan cosas surrealistas. Hay que estar preparado, y creo que los veteranos tenemos que aprovechar que hemos estado en varios Juegos para sacar un puntito más de rendimiento.
¿Qué es lo más surrealista que se ha encontrado usted en la cita olímpica?
Lo que más me costó fue la muerte del piloto de luge (el georgiano Nodar Kumaritashvili) en 2010. Tienes que bajar por el mismo circuito. Es un deporte diferente, pero saber que un compañero se ha matado en esa curva 12 horas antes de que bajes tú es algo muy duro. En Sochi, me impactó el tema de la seguridad. Parecía que estaba en una película de Hollywood.
A priori, no contamos con una medalla suya. Pero si llega, ¿qué?
Si llega, habrá que volver nadando o alguna cosa de esas. ¿No se hacen apuestas con cosas así, imposibles? [risas]. No lo sé. No pienso más que en hacer el trabajo bien, bajar bien. Luego, estaremos donde tengamos que estar. Soñar es gratis, pero hay que ser realista: aún nos falta un poco para estar compitiendo con los seis mejores del mundo.
¿Ya le ha dado tiempo a soñar con la que sería su carrera perfecta en Corea?
He soñado más con eso que con el desfile u otras cosas. Antes de que me llamase usted, llevo media hora colgado del teléfono estudiando cosas del circuito: qué tipo de material puedo utilizar viendo cómo va a ser la temperatura, la carrera de Copa del Mundo del año pasado (la he visto varias veces)… Luego hay que llegar allí y ver cómo nos adaptamos, pero sí que es verdad que estoy preparando estos Juegos mucho más fuerte a nivel mental y de una manera más específica que otros. Tengo la bajada en la cabeza.
¿La bajada que más ha hecho mentalmente es la cuarta?
Sí, pero para llegar hay que hacer la primera, la segunda y la tercera. Intento visualizar las tres primeras y estar situado allí. No es que la cuarta sea un premio, pero sí otro rollo. Quiero hacer una buena primera bajada. Cuando te colocas bien en ella, la presión la tienen los demás. Si no, tienes que ir remontando, y eso es más complicado.
¿Ha podido testar la pista olímpica?
El año pasado. De hecho, hice el récord del circuito. Fui el primero en bajar. Resultó algo histórico, que nadie en el mundo me quitará. Es una pista interesante. La salida es bastante importante. Luego, hay una curva en la que casi hay que golpear en el techo para salir bien. También hay una chicane o falsa recta bastante puñetera y las tres curvas finales, sobre todo las dos últimas, son cuesta arriba. El año pasado cometí un error ahí y se me fue el Top 20. Hay que ser muy bueno en esa parte del circuito.
Es un deporte diferente, pero saber que un compañero se ha matado en esa curva 12 horas antes de que bajes tú es algo muy duro
¿Con qué se queda de sus dos anteriores presencias en los Juegos?
De los primeros, en Vancouver, con poder cruzar la línea de meta a 140 kilómetros por hora y abrazar a mi familia. Fueron cuatro años muy duros. De Sochi, me quedo con la clasificación para los Juegos. Estaba más fuera que dentro. Sufrí un accidente, perdí tres kilos… Fue duro. Me quedo con la experiencia de estar en Rusia con mi hermano, que me entrenaba durante esa época. De los Juegos de Pyeongchang, creo que nos quedaremos con el resultado. Aún no lo sé, pero espero que sea con eso [risas].
¿Y cuáles son las diferencias entre el Mirambell de 2010, el de 2014 y el actual?
Tampoco hay muchas. El espíritu, el corazón, la ilusión y las ganas son las mismas. Eso es imprescindible para estar donde estoy ahora. Esa parte no la puedo cambiar, porque si no no tendría mi sello personal. Pero sí que es verdad que hemos crecido en algunos aspectos. Somos más tranquilos, sabemos ser competitivos, puedo tener una semana yendo a medio gas en los entrenamientos y luego hacer un salto de calidad en la carrera…
Hemos cambiado mucho la estrategia: en vez de ir a tope en cada bajada, saber gestionar el esfuerzo. A nivel de pilotaje, antes yo parecía algo que no paraba de moverse encima del trineo, un animal salvaje. Ahora puedo estar muy tranquilito. Todavía se me ve ese temperamento caliente y latino que tenemos, pero a nivel mental también hemos evolucionado mucho.
26 años después, ¿cree que nuestro país está preparado para volver a ganar una medalla en los Juegos de Invierno?
No sé si está preparado, pero sí que tenemos deportistas que se lo merecen. Ojalá vengamos no con una medalla, sino con dos o tres. Creo que Javi (Fernández) se la merece por lo que es en el mundo del patinaje, lo que ha hecho para el deporte español y la mala suerte que tuvo en Sochi. Lucas (Eguibar) está creciendo y es el mejor snowboarder que hemos tenido. Ha demostrado que puede ganar la medalla, y también se la merece. Luego, a Queralt Castellet la vida le debe una medalla después de la desgracia que tuvo en 2010. Ojalá podamos traer esas tres medallas.
Eso sí, la Federación Española necesita mejorar. Y mucho.
[Risas] Bueno, debe modernizarse. Tiene que trabajar más con la realidad de los deportistas y buscar más los recursos que se necesitan. Y evolucionar. La Federación de hace ocho años tiene que ser diferente a la de ahora. Casi cada temporada, los deportistas hemos de crecer y adaptarnos a un nuevo ritmo de competición. Una Federación también. En este caso, eso es lo que quizá echamos en falta: más herramientas para los deportistas y la gestión de estas.
Según usted, Gran Bretaña es el espejo en el que mirarse en cuanto al skeleton. Ahora mismo, ¿a cuánta distancia estamos de copiar su modelo de éxito?
Parados [risas]. Ellos van creciendo y nosotros no. Estamos más lejos de lo que estábamos en 2014, pero han dejado el camino muy marcado. Y, si empezamos, podremos seguirles un poco. Es verdad que ellos, sin un circuito, son capaces de sacar medalla en 2006, 2010 y 2014. Hemos de empezar a copiar su estructura de base. Ya no pido los mismos recursos en la Copa del Mundo (son demasiados), pero sí que hemos de empezar a tener un entrenador propio, un mínimo de bajadas al año, viajar en unas condiciones acordes a cada competición… Esos puntos son clave para poder evolucionar.
La verdad es que eso de que usted comparta presupuesto con su compañera María Montejano es, cuanto menos, sorprendente.
Sí, pero llevamos años así. No sé por qué la Federación lo hace. No se lo he preguntado o si lo he hecho no he obtenido respuesta. Es algo que cuesta. Independientemente de que el presupuesto sea más o menos, el problema es que no tienes las herramientas para competir. Estamos hablando de estar entre los 10-15 mejores del mundo y tenemos las herramientas para estar entre el 27 y el 30. No puedes estar haciendo milagros en cada carrera. Lo bonito sería tener las herramientas para estar entre el 10 y el 15. No digo para ganar, porque aún no tenemos ese potencial.
Antes yo parecía algo que no paraba de moverse encima del trineo, un animal salvaje. Ahora puedo estar muy tranquilito
¿Una buena ayuda para conseguir esto es que usted entre en el COI (Comité Olímpico Internacional) en representación de los deportistas?
No, creo que no tiene nada que ver. La Federación funciona independientemente del COI, de que yo esté en él o de que estén 50 deportistas de skeleton. Esto es un reto personal, que quiero conseguir para poder representar a los deportistas, mejorar y mantener vivo el espíritu olímpico. Tener a un deportista de una nación pequeña en cuanto al skeleton representando a todos los deportistas de invierno da una visión diferente. Espero que la gente lo vea con mi candidatura. Quién mejor para mantener el espíritu olímpico que alguien que no conocía su deporte, que ha ido a unos primeros y segundos Juegos Olímpicos y que ahora compite.
Ya que recuerda sus inicios, ¿me cuenta cómo un exfutbolista de las categorías inferiores del Espanyol y subcampeón de heptatlón de Cataluña decide que quiere ser piloto de skeleton?
Fue un poco de rebote. En ese momento, tenía a un conocido que hacía bobsleigh. La película esta de los jamaicanos (Elegidos para el triunfo) era una de mis favoritas. Y siempre había querido ir a unos Juegos Olímpicos. En atletismo era imposible, y en fútbol. En Cataluña no me ayudaron para el tema de alquilar un trineo de bobsleigh, ni en nada. Decidí probar algo un poco más económico, y me quedaban dos opciones: el skeleton y el luge. En el segundo vas estirado y en el primero hay que empujar el trineo.
En 2005, me fui un día a probar el skeleton. Me enamoré, invertí todo lo que tenía ahorrado en ese deporte y, cuando más adelante se creó la Federación Española de Deportes de Hielo, vieron que podía ir a unos Juegos Olímpicos. Entré en la estructura federativa. Fue una ilusión, un sueño, una locura. Te enamoras y lo dejas todo por amor.
Hablaba del bobsleigh. ¿Cuántas opciones hubo de que ese fuera su deporte?
Estuvo muy cerca de serlo. La gente no es consciente, pero cuando vi el dinero que tenía que pagar para alquilar un trineo y la infraestructura… Era imposible. Tenía dinero ahorrado para comprarme un coche y el trineo valía casi lo mismo. En cambio, era posible que un trineo de skeleton pudiese aguantar más tiempo. Fue una gestión de recursos.
Por supuesto, el año clave fue 2005.
Empezó un flechazo. Vi que Eurosport daba las carreras, llamé, hablé con ellos, comentamos alguna carrera… Luego, me busqué la vida con los recursos. Cogí el coche e hice casi 3.000 kilómetros desde Barcelona por Austria, Suiza y Alemania para competir. Sin entrenador y sin conocer nada del deporte. Sólo bajando por cuestión de cojones, hablando claro. Cuando haces tantas locuras y ves que no estás tan lejos de los brasileños, que fueron los primeros en quedarse fuera de los Juegos de Turín 2006, dices 'Oye, si hago las cosas con cabeza quién sabe si no puedo ir a unos Juegos Olímpicos'.
En Cataluña no me ayudaron para el tema de alquilar un trineo de bobsleigh, ni en nada. Decidí probar algo un poco más económico
Y, desde entonces, pequeños pasos para el skeleton y enormes para usted temporada a temporada.
Hemos tenido temporadas donde he llorado mucho, no salían las cosas y te planteabas dejarlo. También otras en las que he podido escuchar el himno de España y era algo mágico. Hemos ido creciendo. Hay momentos en los que das un paso para atrás y dos hacia delante, pero cada año ha habido una evolución en algún sentido. Eso es lo que me llena. Tengo claro que, si el día de mañana no mejoro, dejaré el skeleton. Mi objetivo siempre ha sido llegar a mi Everest, a mi máximo.
¿Cómo hace uno para no tener miedo cuando baja a 130 kilómetros por hora con el trineo?
Hay que tenerle mucho respeto: el miedo paraliza. Hay que saber dónde están los límites y que, si vas a cruzarlos, puedes acabar en el hospital. Hay que ser muy consciente de todo. Muy sincero con uno mismo. Tenerle mucho respeto a cualquier circuito y bajada. Dejarse ir.
Desde luego, su deporte no lo puede practicar cualquiera: usted tiene el cuerpo lleno de cicatrices y placas metálicas.
Yo soy un poco el bicho raro del skeleton. He pasado varias veces por el quirófano: las dos clavículas, el cruzado de la rodilla derecha, el dedo de la mano izquierda… También he tenido bastante mala suerte, pero es por la situación de ir más allá del potencial de uno. Buscar esos límites para los que igual no estás preparado y que quieres rebasar. Entonces ha sido cuando me he pasado de listo y he acabado en el hospital.
No es que es el skeleton no lo pueda practicar cualquiera: todos en mi familia se han tirado en skeleton. Lo puedes probar, pero si quieres ir a unos Juegos Olímpicos tienes que ser muy consciente de cuándo puedes arriesgar, tener la capacidad de hacerlo y ser lo suficientemente maduro a nivel mental para encontrar el equilibrio de buscar el límite pero sin pasarlo. Eso no es nada fácil.
Volvamos a los Juegos Olímpicos. Si ya es de por sí especial disputar esta competición, ser el abanderado español en la ceremonia de apertura serviría para redondear la faena [nota del autor: esta entrevista se realizó días antes de que el honor recayera en Lucas Eguibar].
Sería un sueño. Como catalán, español y deportista que ha escuchado el himno y ha subido a lo más alto del podio. Pero también tengo claro que hay deportistas como Lucas Eguibar que se lo merecen. Si él es el abanderado, estaremos detrás empujando y animándole. Al final, todos representamos a España. Y lo más bonito es que todos competiremos dentro del mismo equipo. Aquí no hay rivales. Lo que sea, será. Ojalá me toque a mí, y si no tampoco pasa nada. Es una decisión del COE (Comité Olímpico Español), y habrá que apoyarles.
Eso sí, podría haber gente a la que no le siente bien esa hipotética elección por las circunstancias actuales con Cataluña. ¿Qué les diría?
No creo que sea así. Si en Corea del Norte y del Sur el deporte está por encima de la guerra, a día de hoy el deporte tiene que estar por encima de la política. Hemos de practicar más deporte y olvidarnos, a veces, de la política. El deporte une, no separa, soluciona problemas. Me sorprendería que hubiera conflicto.
En esta línea que comenta, ¿entiende que haya deportistas catalanes que no quieran competir con España?
Sí, lo entiendo y lo respeto. Es su decisión. Vivimos en un mundo en el que cada uno puede representar a quien quiera. Yo lo respeto, como tienen que respetar a los que competimos por España. Creo que la parte más importante, que más se ve en el deporte, es el respeto. Como deportistas, hay que respetar. Y esa parte de respeto que tiene el deporte deberían aplicarla la sociedad y la política.
Ha comentado en alguna ocasión que usted ha sido marcado por su condición de catalán. ¿En qué sentido?
No sé si la palabra es 'marcado'. Sí que es verdad que si eres un deportista que compite por España y no llevas la bandera de la independencia en la situación actual, la gente te dice que compites más por España que por Cataluña. Creo que eso es un error.
Vivimos en un país en el que tú puedes ser catalán y español, y no pasa nada. Igual que puedes ser andaluz y español, y no pasa nada. Cuando ves sacar la bandera de Andalucía a Sergio Ramos, no se cae el mundo. Si el día de mañana sacas la bandera de Cataluña en una competición donde representas a España, tampoco debería caerse el mundo. Las sensibilidades son muy grandes, y creo que el deporte representa a todo el mundo. Da igual el sexo, el color o la política. Eso es lo bonito, y hay que aprovechar esa parte.
Una vez le pusieron el himno de Riego. En otra ocasión, tuvo que poner la Marcha Real en su móvil. También le pusieron la bandera española del revés. ¿Le extrañaría escuchar Els Segadors o ver la enseña catalana si sube al podio en Corea?
No, no, eso no es posible. En unos Juegos Olímpicos, esas cosas no pueden pasar. Pueden pasar en una Copa América, en la que no están acostumbrados a que un deportista español gane. Pero yo creo que cualquier deportista tiene opciones de estar en los Juegos. ¡Hasta uno de Ghana! Creo que es muy difícil que eso pase. Por no decir imposible.
He visto que celebró la clasificación olímpica con una partida de curling. ¿Se ve en otra modalidad invernal que no sea el skeleton en el futuro?
Compitiendo, no. En otros deportes, quizá sí. Me hago mayor [risas]. Veo difícil hacer patinaje artístico o short track. Una de las cosas que hago a veces es jugar a fútbol con los veteranos del Espanyol. También disputé algún torneo de voley playa el verano pasado. Sí que me gustaría ir compitiendo en otros deportes, pero de forma más amateur. Cuando deje el skeleton, abandonaré la élite. Física y mentalmente, no estaré preparado.
Usted ha dicho que sigue, por lo menos, hasta Pekín 2022. ¡Y lo que le echen!
No, no puedo ser eternamente joven [risas]. Pero estoy en mi mejor momento como piloto de skeleton y hay que aprovecharlo. El año que viene hay un Mundial en el circuito más difícil del mundo, que conozco muy bien. Si la Federación Española me pone las herramientas para estar peleando por el Top 10 en las Copas del Mundo y el Mundial, estaremos luchando y compitiendo para estar en los próximos Juegos. Ahora ya no es cuestión de ir a más ediciones olímpicas, sino de ser competitivo. Ese es el objetivo imprescindible para seguir año a año.
¿Qué tendría que pasar para que le veamos en más podios de grandes competiciones?
Creo que un Top 10 en un Mundial también se puede conseguir. ¿Más arriba? Es bastante más difícil. Hemos de mejorar más la salida, estamos pendientes de que el CAR de San Cugat construya una pista de empuje (es imprescindible), evolucionar en cuanto a tener un entrenador propio que me permita guardar secretos, mejorar el material y continuar con el ritmo de pilotaje. El otro día, mi entrenador dijo que tengo uno de los seis mejores pilotajes del circuito. Habrá que mejorar las otras cosas.
¿Y por qué la gente tiene que ver el skeleton en estos Juegos Olímpicos?
Primero, porque hay un deportista español. Me gustaría que se identificasen conmigo y que empujen el trineo. Toda la ayuda que pueda recibir será bienvenida. Segundo, porque es el deporte más extremo que hay en unos Juegos Olímpicos. Bajar de cabeza a unos 120-130 kilómetros por hora no se ve en unos Juegos de forma habitual.
Además, van a disfrutar. Deportistas como el de Ghana van a dar que hablar, y otros que van a ganar medalla, como el coreano, son fueras de serie. Va a ser una competición muy divertida a la que la gente se va a enganchar, porque en nuestro país gusta mucho la velocidad: motos, coches, Dakar… A falta de esto en febrero, que se suban al trineo [risas].
Si pudiese volver atrás en el tiempo, ¿se embarcaría de nuevo en esta aventura?
Cambiaría algunas cosas, pero sí. Me quedo con muchas anécdotas. Hasta repetiría el tema de las banderas, el podio y las victorias. Que venga una persona, te ofrezca competir con otro país con mucho dinero y le digas que te sientes orgulloso de ser español y de competir con España… El otro día, el mejor piloto de la historia, que se retira después de estos Juegos, me reconoció que muchas veces ve mis bajadas para estudiar y ver cuáles son las mejores trayectorias. Cuando ves eso, quiere decir que estás haciendo bien las cosas. Si hubiese podido pasar alguna vez menos por el quirófano… [risas].
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