Los Juegos Olímpicos de Tokio siguen su camino como estaba previsto. El 23 de julio, justo un día después de que finalice la temporada NBA si se llega al último duelo de las finales, la cita por excelencia del deporte mundial iniciará una nueva andadura. Una edición marcada por la Covid-19 y las complicaciones que ha ido generando por el camino. Pero, al fin y al cabo, una nueva edición. Desde Japón no piensan en aplazar estos Juegos y mucho menos en suspenderlos definitivamente.
Los rumores en las últimas fechas han ido en aumento. La Covid-19 no da tregua y la llegada de la vacuna, que había provocado incluso que en países como España se abriera la puerta a recuperar el público en el deporte profesional, no es suficiente para acallar las críticas de la ciudadanía nipona ni las noticias sobre un cambio de fecha. Y menos teniendo en cuenta que Japón, según sus últimos datos, ha detectado una nueva cepa diferente a la británica.
Desde la organización, pese a todo, son tajantes. Toshiro Muto, uno de los pesos pesados de la dirección de los Juegos, defendió la "organización increíble" que se estaba realizando después del primer aplazamiento. Además, envió un mensaje a sus conciudadanos donde defendía que, gracias a las medidas sanitarias que iban a aplicar, la confianza en unos Juegos Olímpicos seguros y libres de la Covid-19 cambiarían por completo las encuestas.
Su visión es muy optimista. Según los últimos datos publicados por medios nipones, hasta un 80% de la población no cree que en 2021 se tengan que celebrar los Juegos Olímpicos. Un porcentaje que incluye a personas favorables a la suspensión definitiva y otros más optimistas que defienden la modificación de la fecha inicial. Escenarios que, incluso a pesar de las dudas que hay en el COI, no han trastrocado los planes de Japón y concretamente de Tokio en su calendario.
La realidad es que Tokio no puede dejar pasar la oportunidad de celebrar esta edición. Se juega mucho, tanto a nivel de potencia mundial como económicamente tras su inversión en los Juegos Olímpicos. Los Juegos de Tokio iban a ser los de la revolución tecnológica. Una oportunidad perfecta para mostrar a todo el planeta los avances desarrollados por el país en estos últimos tiempos. Robots e inteligencia artificial para adelantar cómo será el día de mañana. Y, por si fuera poco, los costes que se han venido asumiendo hacen obligatorio no dar un paso atrás y seguir apostando por su celebración.
Más inversión, más gasto
El cambio del 24 de julio de 2020 al 23 de julio de 2021, confirmado el pasado mes de marzo, no supuso solo un varapalo a nivel anímico para la organización y los deportistas. También obligó a cambiar completamente los planes financieros que se habían marcado en Tokio. La cifra de casi 10.900 millones de euros que anunciaron en 2019 como presupuesto para sus Juegos Olímpicos no ha hecho más que crecer en los últimos meses.
Para hacerse una idea de la importante inversión realizada por las autoridades japonesas, el estudio realizado por la Universidad de Oxford situó a los Juegos de Tokio, tras un estudio publicado el pasado mes de septiembre, en lo más alto de la clasificación de inversión en todos los juegos de verano. Los más caros de la historia superando las cifras cosechadas por Londres 2012.
Esos menos de 11.000 millones de euros han quedado muy atrás. Ya en septiembre, medios nipones adelantaron que el gasto extra por el aplazamiento podría suponer 1.600 millones de euros más en sus cuentas. Entre otras razones, por el simple hecho de renegociar contratos, alquileres de instalaciones y mantenimiento. No se incluirían, además, posibles inversiones para medidas sanitarias contra la Covid-19.
El mes clave era diciembre, cuando la organización anunciaría su nuevo presupuesto oficial. Y ahí se confirmaron las peores previsiones. El presupuesto aumentó en un 21% hasta cerca de 12.700 millones de euros. De ellos, 2.300 millones de euros suponían la cantidad extra por el hecho de aplazar la cita. Entonces, Toshiro Muto explicó que habían buscado "minimizar los gastos adicionales" y "simplificar el evento tanto" como fuera "posible".
De esos 2.300 millones, cabe destacar que la mayoría los asumirá el gobierno de Tokio con algo menos de 1.000 millones. El ejecutivo de Japón, por su parte, pondría algo más de 500 millones. Y el resto procedería de fondos privados. De ese total, más de 700 millones serán destinados a medidas contra la Covid-19.
La parte positiva es que Tokio, pese a todo, ha logrado mantener a los 68 patrocinadores nacionales con "acuerdos básicos", según anunciaron hace unos meses. Y, además, agencias como Kyodo News explicaron que las ceremonias de inauguración y de clausura firmarían cifras históricas con cerca de 130 millones de euros, cuando en un primer momento se situaron en 70 y poco después en cerca de 100.
Tecnología punta
La inversión de Japón y concretamente Tokio para firmar unos Juegos Olímpicos inolvidables es evidente. La tecnología será clave y de ahí que se haya creado hasta un ejército informático para evitar cualquier ataque. Según confirmó The Mainichi, diario japonés, se han reclutado más de 200 "piratas informáticos éticos" para lograr que toda la tecnología cumpla con su función.
Entre otras innovaciones, destacará el uso del 5G o de la inteligencia artificial. Coches que podrían ir sin conductor y que facilitarían el transporte de deportistas. Controles faciales para aumentar la seguridad y ayudar a deportistas y organización a moverse por las instalaciones. Incluso un gran aporte a los medios de comunicación con datos y estadísticas casi a tiempo real de cada deportista y cada prueba competida. La idea es superar con creces el despliegue de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 en Corea del Sur.
[Más información - Las encuestas en Japón dan la espalda a los Juegos Olímpicos: un 80% no quiere que se celebren]