El día que España se jugaba la vida (y las medallas) en los Juegos de Tokio, el '7' de la Selección se quedó fuera del once titular. El que a priori debía ser la estrella del equipo en la cita era suplente y no es que fuera por una pataleta del seleccionador. Luis de la Fuente tuvo que elegir y apostó por un '9' puro, Rafa Mir, que venía de marcar un hat-trick. Pero Marco Asensio (Palma de Mallorca, 1996) tenía algo que decir.
"Sé que aquí venía para ser un referente para los compañeros porque soy el más veterano y un jugador que ya he hecho muchas cosas en el mundo del fútbol, sabía que yo tenía más responsabilidad y más presión que otros", decía un Asensio que era consciente que se le iba a mirar con lupa en los Juegos Olímpicos y no había hecho nada del otro mundo hasta ahora. Contra Japón, la anfitriona, fue el héroe inesperado.
Un gol suyo en la prórroga metió a España en la final contra Brasil y, más importante aún, aseguraba otra medalla para la delegación. El tanto, un zurdazo con su firma que a muchos recordó al Asensio de hace tres años, asegura a la Selección de fútbol su primer metal en unos Juegos en 21 años. Solo falta por saber el color de la medalla que acompañará a la plata de Amberes 1920, el oro de Barcelona 1992 y la plata de Sidney 2000.
Un gol para la historia olímpica. Al lado (o encima, por su importancia mayor) tiene el de Kiko Narváez en Barcelona 92, un tanto que llegó en el último suspiro en la final contra Polonia y que acabó dando su primer y hasta ahora único oro olímpico al fútbol español.
Sea del color que sea la medalla, Asensio -como Mir con sus tres goles contra Costa de Marfil- quedará en el recuerdo como uno de los protagonistas de estos Juegos y de la medalla. No es poco para un futbolista del que se ha dudado y al que se ha criticado hasta la saciedad.
Apareció donde le gusta aparecer, "estas semifinales y finales es lo que a mí me gusta", decía ya poniendo sobre aviso respecto a la final del sábado. Su carrera le da la razón, habiendo marcado goles con el Real Madrid en partidos tan importantes como la final de 'La Duodécima' Champions League, la Supercopa de Europa de 2016 o la Supercopa de España de 2017. El problema es que ese Marco se ha ido diluyendo con el tiempo.
A los 25 años tiene a sus espaldas una carrera que muchos soñarían tener metidos de lleno en la treintena. Él lo hizo todo pronto, incluido su apagón. En el Madrid y en la Selección esperaban que para estas alturas Asensio ya fuera uno de los mejores del mundo, pero le pesó asumir más galones en el club blanco y le noqueó una grave lesión que le tuvo casi una temporada en el dique seco.
Con Asensio ya no vale, al menos en lo físico, seguir lastimándose por la lesión que sufrió. Mentalmente es otra cosa y es que lleva años a un nivel que dista del que demostraba tener cuando apenas contaba con 20 y 21 años. Le ha faltado confianza, volvérselo a creer y sacar partido a sus aptitudes para ser más amenazante de cara a puerta. Este martes asomó la cabeza y vio el gol con su zurda. Eso es lo que se le pide.
Sin mi familia y mis amigos seguro que me habría venido abajo
Ahora que el debate está sobre la mesa más que nunca, es importante valorar el trabajo de Asensio para no hundirse entre su bajón progresivo y su difícil lesión: "Tengo un equipo detrás, una familia y unos amigos que no han dejado de apoyarme y todo eso se nota. Sin ellos seguro que me habría venido abajo y va para todos ellos", se sincera. Es por eso que su redención vale doble.
Con un golpeo de balón volvió a convencer a De la Fuente, que ya le puso en el banquillo contra Australia y que solo le ha dado los 90 minutos completos en el choque frente a Argentina. Con un golpeo de balón acalló, de paso, las críticas. Con un golpeo de balón se volvió a sentir el Marco que apuntaba a ser estrella mundial y que todavía está a tiempo de redirigir un camino en el que, quizás, no esperaba tantas curvas.
Presión para Luis Enrique
Una de las más duras fue la de asumir que no estaría en la Eurocopa. Se le descartaba por su lesión -como los Juegos-, pero el aplazamiento por la pandemia le dio la oportunidad de tener toda una temporada por delante para ganarse un sitio. No lo consiguió, desapareciendo de la lista de Luis Enrique y sin que se debatiera sobre su ausencia. Los JJOO le daban una segunda oportunidad.
Todavía falta la final, para bien o para mal, pero Asensio tiene en los Juegos la oportunidad de impulsarse y volver a parecer el genio que necesita el fútbol español. Está a tiempo para subirse al barco en el que están Pedri, Ferran Torres o Marcos Llorente y que desde la meritoria Eurocopa que completaron este verano ilusionan de cara al futuro. Es lo que tiene la gloria olímpica.