El deporte está más allá de la vida de los profesionales y es parte esencial de la vida de cualquier persona. Qué decir cuando se habla de los miembros de las fuerzas de seguridad de cualquier país. Cuanto mejor forma física tenga este personal del estado, mejor protegen a los ciudadanos contra cualquier amenaza. Es un requerimiento habitual que estas personas pasen pruebas, por lo que su estado siempre tiene que mantenerse en el mejor nivel. Con este pensamiento, Italia ideó una fórmula para aprovechar esta circunstancia de cara a los JJOO.
El Comité Olímpico Nacional Italiano (CONI) fue estableciendo acuerdos con los diferentes cuerpos militares del país desde los años 50 para establecer grupos deportivos asociados a cada uno de ellos. En un principio, estas formaciones no estaban profesionalizadas y hasta el año 2000 no estaba reglada. Con el paso de los años fue entrando inversión pública para convertirlas en el lugar donde los deportistas pueden encontrar el amparo que necesitan para progresar como atletas, a la vez que la seguridad de un empleo en el futuro.
El CONI invirtió 150 millones de euros en la preparación de sus atletas en los últimos Juegos Olímpicos de Tokio 2020 y eso se ha traducido en el récord de medallas de la historia de Italia en una edición de los JJOO: 40. El país envió una delegación de 383 deportistas, de los cuales un 70 por ciento pertenecen a los ocho diferentes grupos deportivos militares; cuatro son de las Fuerzas Armadas (Ejército, Marina, Aeronáutica y los 'Carabinieri'), otros tres son de la Policía ('Fiamme Oro', 'Fiamme Azzurre' y 'Fiamme Gialle') y el cuerpo de bomberos ('Fiamme Rosse').
Este sistema ha encontrado en estos Juegos su cúlmen. Aunque han ganado medallas incluso antes de que se formalizaran estos grupos deportivos, haber conseguido tantos metales en una misma edición ha acabado con muchas críticas que llegaban dentro del país porque se financie el entrenamiento y la preparación de estos deportistas que están enrolados en las fuerzas de seguridad del país.
Estabilidad y disciplina
Lamont Marcell Jacobs (100 m), sus compañeros del 4x100 m, Gianmarco Tamberi (salto de altura), Massimo Stano (20 Km marcha), Antonella Palmisano (20 Km marcha), Valentina Rodini y Federica Cesarini (Doble Skull ligero de remo), Vito Dell'Aquila (taekwondo), Ruggero Tita y Caterina Banti (Nacra17 de vela) y Luigi Busa (kárate) son las medallas de oro que ha conseguido el país transalpino en esta última edición, además de la de persecución por equipos en ciclismo en pista. Quitando esta última, todos ellos forman parte de los cuerpos de seguridad.
Dentro de este éxito, hay mucha parte de la disciplina que se imparte en estos centros deportivos enrolados en las estructuras militarizadas. Todos ellos, así como el resto de los deportistas que se enmarcan en estos programas, están obligados a realizar los entrenamientos y las instrucciones básicas del cuerpo al que pertenecen. Por ejemplo, los que están en el ejército tienen que formar parte de los períodos de maniobras, aunque hay exenciones en caso de competiciones.
La fórmula para entrar en estos cuerpos es la habitual, un sistema de oposiciones. Eso sí, suele haber unas limitaciones de edad que se establecen entre los 17 y los 34 años. Antes de esas edades, tienen que haber conseguido algunos éxitos deportivos que acreditar. Además, al presentarse deben superar unas pruebas físicas, habitualmente más duras que las de un miembro del cuerpo de a pie, y otras teóricas. La periodicidad de estos concursos depende del cuerpo.
Hay una gran motivación detrás de cada uno de los casos y es que, según entran, son parte de la base del cuerpo. Es decir, tienen un sueldo bastante limitado y su reconocimiento es el justo. Son contratos públicos que tienen una duración de cuatro años, lo que viene a ser un ciclo olímpico. Pero durante ese tiempo pueden ir cosechando éxitos, récords, medallas y premios que les hagan promocionar y subir de escala.
Futuro asegurado
Esta estabilidad es esencial en sus carreras. España es un país con un alto índice de funcionariado y, aunque hay casos de deportistas que están enrolados en cuerpos de seguridad (el caso de Saúl Craviotto), no se aprovecha esta estructura para esta cuestión. Por ende, los deportistas se quejan de falta de infraestructura que, compartiendo con los lugares donde se instruye a las fuerzas de seguridad, podría encontrar en una mezcla de los presupuestos en defensa y deporte del gobierno una gran coalición para su mejora.
Al final de las carreras de estos deportistas italianos, se les da dos opciones: o seguir en el cuerpo que pertenecen como policías, militares o bomberos, o convertirse en entrenadores o trabajadores de las instalaciones deportivas. Es decir, hacen que esta cadena se retroalimente continuamente haciendo que los nuevos deportistas puedan tener la posibilidad de trabajar con antiguos campeones olímpicos.
Por si fuera poco, además de los emolumentos que reciben por ser personal del estado, tienen derecho a obtener el 100% de los premios que reciben por sus éxitos personales, así como el dinero que reciben por los acuerdos de patrocinio que tengan por su cuenta. Los deportes minoritarios, que se ven muy afectados para seguir adelante durante el ciclo de las olimpiadas, ven como no solo reciben apoyo durante este tiempo, sino que toda la inversión de tiempo y esfuerzo que hacen durante sus carreras tiene un futuro asegurado.
[Más información: Marcell Jacobs, el rey de la velocidad es europeo: así es el heredero de Bolt que soñaba con el motocross]
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