Enmanuel Reyes Pla (La Habana, Cuba; 1992) es un tipo que no pierde la sonrisa. Seguramente, muchos de los que mejor le conocen solo le hayan visto sin ella en su rostro el pasado verano. Fue después de que los jueces (entre ellos el marroquí Bachir Abbar) le dieran la victoria al cubano Julio La Cruz en la pelea que daba paso a las medallas de Tokio 2020 y de la que 'El Profeta' se sentía ganador.
EL ESPAÑOL ha hablado con Enmanuel varios meses después de competir en sus primeros Juegos Olímpicos. Nos recibe en el CAR de Madrid, donde entrena cada día para estar en París 2024. Ya quedan menos de tres años para la cita, ahora viene el Mundial, el año que viene el Europeo y ha tenido tiempo para reposar lo ocurrido en aquel combate de boxeo de cuartos de final en la Arena Kokugikan.
La suya hubiera sido la 18ª medalla de España en Tokio. La 19ª hubiera sido la de su compañero Gabriel Escobar, si no le hubieran hecho a él la misma que a Enmanuel. Reyes Pla se topó en Japón con su pasado, La Cruz y el 'rechazo' de su pueblo, el que le hizo embarcarse hace cuatro años en un viaje hasta España cargado de sufrimiento y momentos muy complicados, como ser detenido en la frontera entre Alemania y Francia.
Sentado en el borde de su terreno, el ring, descubrimos a Enmanuel y su camino. De Cuba a Galicia, a La Coruña, donde vive su familia. A 600 metros, este púgil pesado sigue luchando por cumplir su sueño de ser oro olímpico y con una filosofía de vida que crea a su alrededor un aura especial.
¿Cómo han sido estos meses tras regresar de Tokio?
Han sido unos meses un poco jodidos porque no se obtuvo el resultado que se quería obtener. Pero bueno, no quedó por nosotros sino por terceras personas y es una cosa a la que no podemos hacerle nada. Lo dimos todo y estos meses fueron de descanso, relejarse del boxeo. Y ahora regresamos para el Mundial, a ver si, aunque sea, nos miran con buenos ojos.
A todos nos impresionó el papel del boxeo español en los Juegos, ¿cómo lo valora?
La experiencia fue bien. Todo el mundo sueña con los JJOO, es la meta de todo deportista. Pero a nivel personal me sentí tranquilo, parecía como si hubiera estado en dos o tres más. No tenía nervios ni nada y es que sabía que había trabajado bien y los rivales que tenía allí sabía que los había ganado.
Luego hablamos de los Juegos, pero quería empezar conociendo de dónde viene. Es de Cuba y allí empieza a boxear, ¿por qué elige este deporte?
Me metí al boxeo para aprender a defenderme -risas-. Era un niño que no me defendía mucho y me caneaban mucho. Fue por eso. Al entrar me gustó y hasta el día de hoy he seguido boxeando.
En Cuba todo el mundo sabe que estuve ahí y que las oportunidades que me dieron las gané casi todas.
Y empieza a crecer y a hacerse un hueco, pero hay un momento en el que se da cuenta que hay una barrera que no le permite subir más. Es así, ¿no?
El boxeo y la pelota son los principales deportes de Cuba. Sale mucha gente buena. A nivel nacional, en el equipo, siempre tienes gente por delante, pero está la cosa esa de que tú eres bueno, pero eres joven y siempre llevan al que más experiencia tiene. No miran que tú estás bien, que estás ganando fuera... Siempre miran esa parte. Van pasando los ciclos y no va cambiando y ya no eres el joven de antes. Fue una de las cosas por las que decidí salir de Cuba a buscarme un puesto.
No es como dice mucha gente de que no tenía mi lugar en Cuba, que no ganaba y demás. Mentira. En Cuba todo el mundo sabe que estuve ahí y que las oportunidades que me dieron las gané casi todas.
Decidí venir para acá y buscar un lugar. Para todos los que decían que no era nadie, si no lo hubiera sido, no hubiera llegado aquí y estado en unos Juegos Olímpicos. Era alguien y salir de allí ha sido lo mejor que he hecho.
Decide entonces venir a España. ¿Por qué aquí y por qué decide embarcarse en esa aventura solo?
En España tenía mi a familia. Estaban mi papá, mis abuelos, mis tíos... Y era lo más fácil en el sentido de que no iba a estar solo. El recorrido sí que lo hice solo aunque mi tío siempre estuvo conmigo en la parte de Rusia. Al bajar por Europa no le iba a hacer a mi tío hacer ese trabajo, aunque sí que estuvo en varios de los cruces para ayudarme. Después, cuando me cogieron preso en Alemania, en la frontera, ya sí que me quedé solo hasta que llegué a España. No tuve miedo y tiré para adelante.
La gente dice que los hombres no lloran y no flaquean, pero yo flaqueé
En Moscú se tienes que esconder, en Austria le mandan a un campo de refugiados y cuando cruza a Alemania y quiere llegar a Francia le llevan a una prisión de inmigrantes dos meses... Es duro hasta leyéndolo fríamente.
Siempre he dicho que es una historia como otra cualquiera. Todo el mundo tiene su momento de sufrir y yo era solo uno más que estaba buscando un sueño al salir de Cuba para llegar a unos Juegos. Es el sacrificio que uno tiene que hacer.
El camino estuvo duro, no te digo que no. La gente dice que los hombres no lloran y no flaquean, pero yo sí flaqueé porque al final es duro estar solo en un lugar y que te toque vivir cosas que nunca has vivido. Lo único que te queda es rezar a Dios y que todo salga bien.
¿Cuál es el momento que recuerda más duro de aquella etapa?
El más duro fue cuando estuve en Alemania preso. No te digo que sea un santo, pero yo nunca había estado preso. Estar encerrado detrás de unas rejas es duro porque estás solo y no tienes a nadie con quien puedas conversar. Ahí tienes que ser bastante fuerte. Al principio, como te decía, todo el mundo flaquea y hay que soltar todo lo que tienes dentro. Pero me recompuse y dije 'hay que echar para adelante, es lo que quiero yo y esto es para la familia y para mí'.
¿En cuánto tiempo vivió todo eso?
Cuatro o cinco meses.
Y ¿el boxeo estuvo siempre en su cabeza pese a todo?
Vine a España por el boxeo y no salía de mi cabeza. En cada lugar en el que estaba siempre intentaba hacer algo: unas carreritas, unas sombritas... Para no perder la forma y cuando llegara aquí, aunque sea, estar un poco bien.
No perdí la esperanza por eso. Mira que a veces, cuando entrenaba cada día, se me hacía algo pesado, pero hacerlo durante esta travesía era algo de desconexión. Siempre hacía algo y la gente me conocía por eso. Yo no sabía hablar ni inglés ni alemán y todo el mundo me conocía como el boxeador allá donde iba. Gracias a Dios, en cada lugar, pude estar bien, sin problemas y llevarme bien con todo el mundo por el boxeo. A veces, el boxeo te abre muchas puertas.
Cuando llega a España, ¿tarda poco en darse cuenta de que todo ha merecido la pena?
Llegar a España fue la tranquilidad más grande que he tenido en mi vida. ¿Sabes cuando estás cansado y te acuestas a dormir y te duermes como un niño pequeño? Pues así estaba yo -risas-.
Al llegar ya sabía que había logrado la primera parte y ahora había que lograr la segunda trabajando para llegar al equipo nacional y poder ir a unos Juegos. Pero ya me sentía tranquilo por no tener que seguir viajando más ni brincar a ningún lugar.
En sus primeros meses es cuando le presentan a Rafa Lozano, el seleccionador, y hace una prueba...
Primero fui a los entrenadores del que ahora es mi club en Galicia. Estuve entrenando un poco con ellos y después les comenté que quería aspirar a ir a unos Juegos Olímpicos, que quería contactar con la selección española e ir a hablar con el seleccionador a ver si me aceptaban.
Habían avisado a Rafa (Lozano) de que yo iba a estar por ahí y me llamó para ver cómo iban las cosas y mirarme. Vine a Madrid e hice lo que tenía que hacer, hice unos sparrings. Ya venía con calidad, no es que viniera de un suburbio. Y esa calidad se veía. El 'profe' me dijo que iban a hacer lo posible para que consiguiera los papeles y compitiera con el equipo. Por eso estoy tan agradecido a Rafa. Es el que me ha dado todo.
Fue todo muy rápido...
No fue tan rápido. Se ve rápido, pero no fue así. Hubo un tiempo en el que decaí porque vi a mis compañeros que iban a Mundiales, a Europeos y yo no podía por los papeles. Yo ya había ganando a gente que iba al Mundial y que allí consiguió la plata. Y eso me chocó porque si yo hubiera ido podría haber ganado. Al final, los papeles llegaron en el momento justo, antes de los Juegos que era lo que quería yo. Cuando los cogí dije: 'ya no me para nadie'.
Fue un orgullo representar a España en los Juegos y ahora el país tiene un nombre en el boxeo
¿Para usted qué significado tiene ahora España?
Es mi país. No nací en España, pero es como si hubiera nacido aquí. Me lo ha dado todo. En el sentido de humanidad, trabajo, deporte... Me ha hecho ser mejor persona y trabajar duro por lo que quiero. Estoy muy agradecido con Galicia y con Madrid, donde se han portado muy bien conmigo.
Llegar a un lugar, que seas un desconocido y te traten así... Fue un orgullo representar a España en los Juegos. Y España sonó, que por lo menos ahora el país tiene un nombre en el boxeo. Vamos a luchar para que España sea más grande.
Ahora sí, volvemos a los Juegos. ¿Cómo era estar allí? ¿Le impactó tanto el tema de la Villa y demás como dicen muchos?
La Villa es buena. Tiene muchas cosas tecnológicas y en Tokio más todavía. Autobuses sin conductores, comedores inmensos, mucha gente por la Villa interactuando, música, sala de juegos, sala de televisión, sala de cine... Era espectacular. Lo jodido era que no se podía salir afuera por el Covid y dentro también había limitaciones, que si de aforo y tal. Son unos Juegos y en la Villa se veía como si no hubiera tanto Covid. Eso era bueno.
¿Qué es lo que le cuenta a todo el mundo sobre los Juegos y la Villa?
El boxeo es un deporte que no nos deja salir mucho. A nivel de disfrutar tampoco nos dejó mucho, si es que nada más llegar nos tocaba competir y tenías que estar con que si bajar de peso, estar entrenando... Lo que disfruté fue el desfile. Para mí fue lo mejor en lo que estuve yo. Aunque no hubiera público, para mí había 20 millones de personas... Verme ahí y decir 'estás representando a España y estás cumpliendo tu sueño'...
Y llega el debut en los Juegos, contra Levit, subcampeón olímpico, y le destroza con un KO, con lo difícil que es hacer eso en el boxeo amateur. La gente se volvió loca.
Yo iba tranquilo. Estaba bien preparado, física y psicológicamente, y a todos los rivales que estaban allí les habíamos ganado ya. El día que sacaron los cruces todo el mundo decía que eran unos emparejamientos duros, que no íbamos a avanzar mucho, pero para mí era el más fácil. Se lo decía a todo el mundo que estaba confiado porque les había ganado a todos. 'Yo no tengo que temer a nadie. Ellos son los que tienen que temerme a mí'. Yo no era el campeón.
Con la pelea contra el kazajo también dudaban y yo decía que iba a ser más fácil. Y efectivamente. Nosotros salimos a boxear y el KO salió solo porque si lo buscas no lo vas a encontrar. La gente dijo 'Enmanuel ya está', pero yo ya estaba y lo que pasa es que no se confiaba en lo que había. Yo sabía que le había ganado fácil y que en Tokio le iba a volver a ganar.
¿Cuál es la sensación de noquear a un rival?
En otras competiciones no es igual. En un torneo no pasa nada, pero en unos Juegos se vive de otra manera. Es un competidor más que te quitas y cuando le noquee fue flipante. Pensé: 'Ahora todo el mundo tiene que respetar'. Te ven noquear en unos Juegos y dirán: 'El hombre está duro'. Lo viví muy bien. Había tumbado a alguien en mi peso y la gente ya sabía que era capaz de tumbar al subcampeón olímpico. Estaba a un nivel descomunal y la gente lo vio, vio que no iba a jugar.
Y en cuartos, en el combate por las medallas, le toca Julio La Cruz, cubano, oro en Río... Entre ustedes ya había rivalidad...
El boxeo siempre hay rivalidad y más con alguien de tu mismo peso. En Cuba hubo rivalidad y en Tokio también. Pero en los Juegos le metieron más rivalidad, por contexto histórico, a lo mejor, político y demás. Se llevó a ese plano y hubo más rivalidad todavía. Salimos a hacer las cosas, sabía que iba a ser un combate duro.
España es un país libre y no es como en Cuba, que no se puede hablar, aquí sí
¿Por qué se llevó a ese plano político?
Antes de los Juegos colgué una publicación por lo que estaba pasando en Cuba, las revueltas, me sentí identificado y quise mandar un mensaje porque tengo amistades allí y hay que alzar la voz. España es un país libre y no es como en Cuba, que no se puede hablar, aquí sí. Vieron ese vídeo y eso les molestó.
La Cruz y todo el equipo cubano está en el otro lado, en el revolucionario. No los critico, es lo que les inculcan y como están ahí, tienen que aceptarlo. Ellos vieron el vídeo, no les gustó y a partir de ahí empezó todo. 'Que si Enmanuel es antirevolucionario, que si se fue porque tal...'. Yo a ellos no les dije nada, pero lo llevaron a ese plano. Yo seguí con mi trabajo porque esto es un deporte. Pero es lo que pasó, vieron ese vídeo y parece que la cabeza les explotó...
¿Qué pasó con el resultado? ¿Sigue pensando que ganó esa pelea?
Cien por cien. Lo hicimos todo bien. Para mí fue una de las mejores peleas que he hecho. Siempre faltan cosas, pero ese día boxeamos bien y lo hicimos todo bien. No le dimos pie para que él hiciera sus cosas. Por eso nos sentimos victoriosos. Puede ser que el último asalto estuviera más cansado, pero claro yo era el que iba tirando y me tenía que cansar sí o sí. Yo fui el que llevó todo el combate.
No fue por nosotros, fue por terceras personas. Hubo cosas que no fueron entendibles. Es que me pongo a mirar ahora y digo 'pero ¿qué vio esta gente?'. Es lo que tocó y ya, pero sí, nos sentimos cien por cien victoriosos.
Yo no entrené duro durante cuatro años para que en 20 segundos viniera otra persona y me lo quitara
¿Y ha llegado ya a una conclusión de por qué se la dieron a él?
Quizás los árbitros miraron los títulos que tiene, quizás los jueces marroquíes, no sé, cómo tenían riña con España quisieron hacer una putada... Al final, jodieron a una persona. Jodieron a un atleta que tenía una aspiración. A lo mejor luego pierdo en la siguiente pelea, pero esa la había ganado y era una medalla. Le has quitado una medalla a un país y a un atleta. A veces no se mira eso. ¿Lo hice mal? No. Yo no entrené duro durante cuatro años para que en 20 segundos viniera otra persona y me lo quitara.
Yo soy muy autocrítico. Si lo hubiera hecho mal, soy el primero que dice que hice una mierda. Pero no fue así.
Usted se veía ganando el oro en Tokio, ¿verdad?
No tenía rival allí. Yo era el rival a batir. Lo sabía desde mucho antes de llegar a Tokio. Cuando un deportista está bien preparado y sabe que ha hecho un cuatrienio bueno sabe que no tiene que temer a nadie. Si lo has hecho bien y has ganado a los mejores... Me tenían que sacar a un tipo de Marte al que yo no conozca y me gane una pelea.
Siempre fui con esa mentalidad. Iba a unos Juegos, sí, pero quitando el nombre era una competición más y eran los mismos púgiles. '¿Quién está? Fulano, mengano... Le gané, le gané, le gané... Ahora solo hay que repetir'. Así fue a los Juegos y por eso me sentía super confiado.
¿Como es Enmanuel tras los Juegos? ¿Cuál es su filosofía de vida?
Vivir el día a día. Yo miro mucho esas cosas del horóscopo y soy Sagitario. Dicen que Sagitario es un tipo alegre, siempre está contento, ayuda a la gente... Yo soy así. Yo mismo me intento dar ánimo. ¿Quién mejor que yo? Yo soy mi mejor amigo porque soy el que me hago las preguntas y me doy mis respuestas. Con eso salgo adelante y con el favor de Dios.
Siempre estoy contento. No te digo que me sentí mal con la derrota de Tokio porque me sentí mal. No quedó por mí. Pero hay que seguir hacia delante, hay que empezar de cero... Así soy todos los días. Todos los días me ven bailando, me ven cantando aunque no sepa cantar, haciendo boberías... Lo importante es no estar triste. La tristeza es jodida y te saca de tu filosofía.
Nos han dejado un poco de lado para los resultados que hemos tenido en Tokio
Cuénteme de sus próximos objetivos.
El objetivo es el Europeo del año que viene para ponerle cuña aquí en Europa y París. Ahora ya es pensar en París, ir allí si Dios quiere, y ahí buscar lo mismo que estábamos buscando en Japón. A ver si allí nos miran mejor los árbitros -risas-. Un poquito de buenos ojos aunque sea, coño -risas-. Que hayan visto que los españoles estamos ahí ya y esperar que nos ayuden también aquí en España, que nos han dejado un poco de lado para los resultados que hemos tenido. No nos han dado el honor que tenían que darnos. Que vean que el boxeo español está creciendo, que hay que ayudarlo y apoyarlo. Espero que hagan eso un tiempo antes de París y nos ayude a coger fuerzas de nuevo.
Hay una frase que le caracteriza y le gusta usar. Es 'El Profeta dando palo'. ¿Seguirá 'dando palo' en París 2024?
Antes de París vamos a seguir dando palo. Ahora toca el Mundial y allí vamos a seguir dando palo. El Mundial va a ser otra guerra más, pero todo el mundo ya conoce a 'El Profeta'. Ya nadie me llama Enmanuel, soy 'El Profeta' -risas-. El Mundial va a estar espectacular, va a haber mucha polémica seguro también por que el otro (Julio La Cruz) va a estar en el mismo peso mío... -risas-. Va a haber otra guerra ahí, pero no solo con él sino con la gente nueva que viene. Y a partir del Mundial es dar palo hasta Francia.
[Más información: El boxeo se enfrenta a una crisis histórica: una investigación, amaños y el peligro de los JJOO de París]
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