Cuando el pasado viernes 26 de julio medio planeta atendía a la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos que se estaba llevando a cabo en París, 48 valientes -24 mujeres y 24 hombres- vivían la suya propia en un pequeño paraíso del Pacífico Sur. A 15.700 kilómetros de la capital gala, en un pueblo de Tahití, la isla más grande de la Polinesia Francesa, el surf ha dado el toque exótico a estos JJOO.

Tres españoles han formado parte de esta aventura que está a punto de acabar: Andy CriereNadia ErostarbeJanire González, quien relata su experiencia en EL ESPAÑOL. Esta surfista de 19 años, nacida en Zumaya, ha debutado en sus primeros JJOO de una manera única: enfrentándose a la famosa, y a la vez temida, ola de Teahupo'o. Todo amante de este deporte la conoce por la violencia extrema con la que rompe.

"Es fácilmente una de las mejores olas de todo el mundo. Es una ola en la cual hace falta mucha experiencia y muchas horas en el agua", explica Janire a este diario. La ola de Teahupo'o no es muy alta -se eleva entre 3 y 5 metros, aunque puede alcanzar los 10- y tampoco de las más grandes del mundo del surf, pero sí de las más peligrosas. Se forma en el Paso de Teahupo'o, una estrecha franja de agua que conecta el océano con la laguna de Tahití en la que habita un arrecife de coral a poca profundidad. Esa configuración la dota de una potencia descomunal.

"El conocer la ola es un plus muy grande", añade Janire, que cayó eliminada en la segunda ronda de competición contra la israelí Anat Lelior. "¡Me lo he tomado como un reto y un crecimiento personal porque no estamos acostumbrados a surfear este tipo de olas y mucho menos competir en estas condiciones!", cuenta con ilusión.

La característica más impresionante de la ola es cómo rompe sobre el arrecife coralino, afilado y cercano a la superficie. Cuando alcanza ese punto, se eleva de forma violenta y se crea uno de los 'tubos' más perfectos y profundos que se pueden surfear. Si logran salir del 'tubo', los surfistas pueden reposar en un canal que hay en medio del arrecife, otra peculiaridad de esta maravilla de la naturaleza.

Nadia Erostarbe y Janire González, en Tahití durante los JJOO de París 2024 Panas

Janire González explica que haber llegado a competir en los JJOO "ha sido de lo mejor que llevamos de año sin duda". El 2024 lo arrancó con una lesión a falta de un mes del Preolímpico y se planteó junto a su equipo no ir: "A última hora decidí aprovechar la oportunidad de competir en mi primer clasificatorio e ir a disfrutar. Al final del campeonato me clasifiqué, pero el último día me lesioné otra vez", recuerda. 

La lesión que sufrió fue la misma que la primera, una esguince, pero de un grado mayor. Pasó cerca de tres sin surfear, pensando únicamente en llegar a los Juegos en el mejor estado posible. "Una vez recuperada nos hicimos un viaje a Tahití de la mano del Basque Team y el CSD para conocer la ola y crear experiencias", cuenta. Su actuación en los JJOO la valora así: "Me hubiese gustado hacer y demostrar mi surf más, pero después de todo la verdad que estar compitiendo en unos Juegos es algo increíble".

Una ceremonia de apertura diferente

La experiencia ha sido única para ella, y no sólo por la competición y la ola de Teahupo'o. Al estar a miles de kilómetros de Francia, los 48 surfistas tuvieron su propia ceremonia de apertura en su sede en Tahití: "¡Fue increíble, con todas las tradiciones de aquí y cosas muy míticas; como lo de la arena de todos los países!", dice Janire.

Los competidores depositaron arena de las playas de sus respectivos países en un recipiente común, simbolizando la unidad y el respeto por el océano. Hubo cantos, bailes y ceremonias tradicionales de los lugareños: "El ambiente que había fue de otro planeta. Seguro que el de París fue de otro rollo, pero el nuestro mejor", termina de explicar la joven surfista vasca.

Janire González, en la ceremonia de apertura de los JJOO de París 2024 en Tahití Panas

Otra peculiaridad es que, al competir en un pueblo pequeño, la Villa Olímpica de allí es un barco. Sin embargo, los españoles cuentan también con una casita, rodeada de palmeras, para tener otro ambiente: "Tenemos la gran suerte de que el COE nos ha ayudado a estar los más cómodos y en familia posible, así que en lugar de estar solo en el barco también tenemos una casita en tierra".

"La gran mayoría de vida la hacemos en el barco, pero es verdad que a veces se hace un poco claustrofóbico… En esos momentos, aprovechamos la casa y también para estar un poco a nuestro rollo y desconectados de todo, para que disfrutemos del pedazo de equipo que tenemos", explica Janire a EL ESPAÑOL.

Los surfistas han podido conocer la cultura de Tahití, aunque no han tenido todo el contacto con su gente que les hubiera gustado: "El pueblo es muy pequeño y, con todas las restricciones que hay, la verdad que no andan los locales por ahí. Al final, está todo cerrado al público y solo los acreditados pueden andar en el pueblo. Es una pena porque es precioso y la gente es muy simpática y agradable", dice la deportista española. 

La disputa de la prueba de surf en Tahití trajo en un inicio algo de polémica para los locales. Como la competición no puede verse desde la playa, los jueces están ubicados en una torre de aluminio construida sobre el lecho marino, cerca del lugar donde rompe la ola. Para otras pruebas suele ser de madera, pero para los JJOO debía ser más resistente, capaz de soportar el peso de más personas y material y disponer de electricidad y conexión a internet a través de una canalización submarina.

Janire González sobre su tabla de surf Panas

Su construcción generó polémica en Tahití porque muchos de los habitantes de la isla, poblada por unas 250.000 personas, temen el impacto medioambiental que su instalación pueda provocar en la zona, que, además del arrecife de coral, tiene una biodiversidad fabulosa.

El comité organizador de los Juegos aseguró que "la sede de la competición fue diseñada con el fin de proteger el extraordinario entorno natural de la isla". Y para paliar los miedos de los residentes, anunció que "las instalaciones a pequeña escala realizadas para los Juegos serán removidas después de la competición olímpica".

La mejor fotografía de los JJOO

El surf olímpico, la única competición de París 2024 para la que no se han vendido entradas, aguarda para celebrar sus finales. La tercera jornada del cuadro femenino tuvo que aplazarse este lunes por el empeoramiento de las condiciones, lo que ha movido el resto de competiciones. Los jueces, que son cinco, evalúan las maniobras y trucos sobre la ola, así como la velocidad, potencia y fluidez de ejecución de los mismos.

Teahupo'o es un desafío mítico para quienes aman deslizarse en una tabla sobre olas gigantes y con los Juegos Olímpicos su imagen da la vuelta al mundo. Es lo que ha hecho el brasileño Gabriel Medina, el protagonista de la mejor fotografía de París 2024 que fue tomada por Jerome Brouillet. En ella aparece haciendo el símbolo de victoria mientras 'levita' sobre el agua tras hacer un ejercicio con la mejor puntuación de la historia en los JJOO, 9.9.

Ni Janire González ni los otros 47 surfistas competidores en estos JJOO olvidarán jamás su experiencia en Tahití. La española viajará directamente hasta Huntington Beach (California) para participar en el circuito internacional a partir del 6 de agosto. Será su primera prueba tras convertirse en olímpica y habiéndose enfrentado a la temida ola de Teahupo'o. Un recuerdo imborrable.