David Vidales Ajenjo (León, 1 de mayo de 2002) se subió a un kart por primera vez antes de cumplir los cuatro años. Él sólo recuerda “que estaba lloviendo muchísimo y no sabíamos qué hacer, así que decidimos ir a un karting de alquiler que estaba cubierto”. La evocación de su padre, Nacho, es mucho más precisa: "Recuerdo que no había nadie, pero el chaval insistía, nos partíamos de risa, ni hablar sabía casi... Desde ese día no hay quien lo baje del coche".
El padre no es aficionado a los coches, pero actuó como mecánico de David hasta hace dos años. Tuvo que ser el dueño de otra pista a la que acudían con frecuencia quien le avisara de que su hijo, con seis años, "lo hacía de cine". Desde ese mismo momento su vida ha estado presidida por la conducción: “Empezamos a ir todos los fines de semana... Luego empecé a ir a otro circuito cerca de León, Vidanes. Entrenaba, entrenaba, y luego ya iba a carreras por toda España con mi padre”, explica ahora a EL ESPAÑOL por videoconferencia.
A los 14 años, David es dos veces campeón de España como cadete y subcampeón del mundo júnior (categoría en la que Fernando Alonso quedó campeón en 1996 con 15 años). En su segundo campeonato de España ganó 10 de las 12 carreras disputadas. Las expectativas depositadas en él llevaron a que toda su familia se mudase a Italia (“perdía demasiado colegio”, dice) en 2015. Ahora estudia en Bérgamo, cerca de Milán, y trabaja con su equipo, Tony Kart, apenas a media hora de casa: “Si quieres llegar a algo, tienes que venir a correr a Italia. Es donde está el máximo nivel”, afirma sin reparos.
Un español de 14 años en Fiorano
Esta temporada ha debutado en la categoría OK (donde se compite desde los 14, sin límite de edad), en karts descubiertos que alcanzan velocidades de 150 kilómetros por hora. Tony Kart, el equipo por el que fichó en 2015, es el equipo de karting más fuerte del mundo: el año pasado, en septiembre, la marca llegó a un pacto con Ferrari, que supervisará a sus mejores pilotos. “No quiere decir nada, es un acuerdo de colaboración”, dice David; "cosas distintas".
Quizá no quiera decir nada, pero Vidales ha hecho ya “un par de pruebas” con la mítica escudería de Maranello. Es el piloto más joven que haya pilotado en Fiorano, su circuito privado. La primera vez que visitó las instalaciones se montó en un Fórmula 4. Quedó boquiabierto: “Aquello es gigante”, rememora. (Pausa). “Era el circuito en el que entrenaban Alonso, Vettel, Schumacher... Un sueño”.
En su nueva categoría, OK, “es muy difícil estar delante, hay pilotos con mucha experiencia, gente de 20-25 años. Al ser mi primer año en esta categoría, con nuevo motor, nuevo chasis y todo, y siendo ellos mucho más grandes, es difícil quedar delante”. No obstante, en la segunda carrera del año (celebrada a mediados de febrero) quedó en tercera posición. “Los pronósticos ya no son quedar entre los diez primeros o aprender”, reconoce con sorprendente aplomo, “sino hacer pódium: he visto que soy rápido como los que llevan toda la vida en esta categoría”.
Pese a su juventud, David Vidales no tiene ídolos entre los pilotos. “No tengo ninguno en particular”, se sincera; “cada uno tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Para mí Alonso es el mejor en F1, aunque después no tenga el mejor coche o lo que sea. Es el mejor piloto, me gusta cómo conduce, aunque no sea mi preferido”. Sí tiene, en cambio, un sueño: “Llegar a la F1, aunque sea muy difícil. No basta con ser muy bueno, ¿sabes?, o el mejor, sino que hace falta tener suerte, que te coja alguien, estar en el momento justo y adecuado para poder seguir adelante. Sólo llegan 20 pilotos en todo el mundo”.
Todo lo que hace David (“aparte de estudiar”) va enfocado a su pasión, como él mismo lo llama. Gimnasio (tres veces por semana), bicicleta, correr… “Es fundamental. Hay que tener fuerza física, entrenar mucho. Para ser un buen piloto”, explica, “no basta con ser rápido: necesitas tener buena forma física, ser inteligente, estar tranquilo en las carreras... Hay muchos factores que cuentan. Y al final es un poco todo lo que te hace ser bueno o el mejor”.
"Si tuviese miedo, no podría conducir"
Después aclara: “Pero no sólo cuento yo, claro, también importa el chasis, el equipo. Y el piloto es muy importante para decir qué hay que cambiar o mejorar en un coche, decir lo que siente a los ingenieros”. ¿Su mayor área de mejora como piloto? “Quizá cuando las cosas van mal, o no voy tan rápido, o me falta algo, me pongo demasiado nervioso. Tengo que estar más tranquilo e intentar mejorar en lo que esté fallando”. ¿Alguna vez ha sentido miedo? “¿Miedo? No... Si tuviese miedo, no podría conducir”.
Cuando no tiene carreras, David disfruta el fin de semana sobre su bicicleta de montaña y con sus nuevos amigos italianos (“vida normal, aquí me han aceptado muy bien”). Dice que la familia es lo que más echa de menos (abuelos, tíos), pero que adaptarse a Italia es fácil: “Son países parecidos, con idiomas no muy diferentes… Me encuentro muy bien”. En su colegio, cuando vuelve de una carrera, bromean sobre si se acuerda de dónde está la clase. Se le nota contento, sin la posible carga que supone levantar expectativas tan joven: “Lo intento hacer lo mejor que puedo, sin ninguna presión... Si te preocupas de lo que piensa la gente, es peor todo”. ¿Molesta que le llamen el Fernando Alonso del futuro? “No. Me da igual. Pero llámame David”.