"No sólo es el invierno más duro de mi carrera, sino de mi vida". Carlos Sainz asume que para afrontar un Mundial de Fórmula 1 tan exigente como el que se presenta para este 2017 hay que hacer más sacrificios de lo normal: mancuernas, lastres, balones medicinales, ruedas de camión... y un sinfín de ejercicios físicos que extasiarían a cualquier sansón.
Una adaptación contrarreloj a raíz de los cambios introducidos en la normativa de cara a la próxima temporada. "Los coches serán más físicos y los pilotos vamos a tener que estar a la altura porque la forma de 2016 no nos va a servir. Así que toca hacer un extra", afirma el piloto español, quien espera arrancar en marzo con un peso en torno a los 70 kilos, cuatro más que el año pasado.
Los monoplazas se degradarán menos, serán más rápidos y todo ello se traduce en un incremento considerable de las fuerzas G que sufrirán los pilotos al volante. Por ello, lo fundamental es el trabajo en el cuello, que será el que más notará los cambios. En concreto en los movimientos laterales de las curvas, momento en el que el coche es más estable que otros años -gracias, en parte, a la suspensión activa que presentarán los bólidos- y es el piloto quien recibe un mayor impacto.
"Tenemos dos maneras de trabajarlo: la primera es levantando y aguantando pesas en el gimnasio, que esto último es lo que tenemos que hacer en la Fórmula 1, poner resistencia contra una fuerza G; y la segunda es con un trabajo específico en el karting", afirma el preparador físico del español.
Pero, además, el desgaste físico se extiende al resto del cuerpo del piloto. Por ello, "en vez de los 50 minutos que suelen durar, las mías son de 1:30-2 horas, en las que trabajamos a 180-190 pulsaciones y donde incluyo también boxeo y trabajo de cardio. No paras de hacer cosas durante todo ese tiempo y es sin duda donde más se trabaja físicamente", afirma Sainz.