Lewis Hamilton va camino de hacer historia en la Fórmula 1. Hoy por hoy, es el mejor piloto de la parrilla o, al menos, forma el mejor dúo junto a un Mercedes que es casi imbatible. Cierto es que Valtteri Bottas, con el mismo coche o uno muy similar, no se acerca a los registros del británico, pero igual de cierto es que con cualquier otro coche, Hamilton tendría imposible luchar por el Mundial o incluso hacer podios y ganar carreras.
Sin embargo, la temporada de Hamilton, en la que va camino de convertirse en heptacampeón del mundo y superar las 91 victorias de Michael Schumacher, no se está caracterizando por las hazañas del inglés sobre la pista, sino por todo lo que está dando que hablar fuera de ella.
Quizás, como le pase al resto de la gente, Hamilton se aburra de lo que pasa en los trazados del Mundial y quiera ser noticia por otras cosas. El propio piloto de Mercedes afirma estar en una etapa más madura de su vida, conociéndose a sí mismo. Lo cierto es que misticismo y parafernalia no le faltan. Habrá que ver qué se le ocurre cuando se convierta, con los números en la mano, en el piloto más grande de todos los tiempos.
Como para eso todavía queda, al menos hasta que sume su octavo mundial, si es que llega, Hamilton rellena su tiempo y, por ende, el de sus fans y el de sus detractores, con continuas idas y venidas hacia universos paralelos a los de la Fórmula 1. Universos que el propio Lewis se crea en su mente de líder imbatible y sin competencia y que le han llevado a enfrentarse con compañeros, con gobiernos, con instituciones y ahora incluso con su propio pasado y su propio presente.
El nuevo Hamilton
El nuevo Hamilton es como podría definirse a este nuevo estado 'zen' en el que ha entrado el seis veces campeón de la Fórmula 1. Un estado en el que se siente líder de todo lo que ronda su cabeza, ya sean luchas sociales o causas para la defensa de los animales. A Lewis le da igual porque está en un punto que a todo se apunta.
Lo cierto es que es muy lícito por parte de un personaje público como él internarse en todas las batallas sociales que crea oportunas. Lejos de criticarle, muchos deberían apoyarle, si no en la forma, sí en el fondo, algo que se presupone bueno aunque a veces no lo parezca. Sin embargo, lo que no parece lícito es que por defender causas tan nobles tenga que enemistarse con cualquier ser que se cruce en su camino y que no comulgue al completo con sus métodos.
Este hecho ha sido palpable durante esta temporada en la Fórmula 1, especialmente volcada en la lucha contra el racismo gracias al empuje de Hamilton. Sin embargo, el hecho de presentarse como líder único de una causa tan noble le ha terminado convirtiendo en un caudillo repudiado por aquellos que, o no están de acuerdo con sus formas, o simplemente tienen una amplitud de miras mayor para poder protestar como consideren oportuno.
Esta actitud caciquista, que ha derivado en enfrentamientos con la FIA, con pilotos y con personalidades del motor, ha provocado que muchos se bajen del carro de su lucha porque consideran que el punto de mira dejaba de ser el racismo, sino aquello que a Hamilton le venga en gana. Mientras tanto, lejos de plegarse, el británico ha seguido fiel a unas ideas un tanto cuadriculadas.
Por eso, el Hamilton de este año es el Hamilton más activo, el de las camisetas con lemas reivindicativos, el de los mensajes cruzados contra la Federación Internacional de Automovilismo y el que tan pronto aparece por el paddock como un 'pijama' y su patinete como sorprende con una nueva propuesta sobre su vida personal que poco concuerda con su figura dentro de la Fórmula 1.
Hamilton se pasa a los eléctricos
La última gran decisión que ha tomado Hamilton ha sido pasarse a los coches eléctricos. Aunque suene un tanto extraño, un piloto de Fórmula 1 ha decidido pasarse a los coches eléctricos en su vida cotidiana y de forma un tanto extrema, como intentando dar una imagen de giro drástico y brusco. Evidentemente, el motivo responde a fines ecológicos, los cuales son loables y dignos de alabanza, porque cuidar el planeta es un deber necesario de todos y, hoy por hoy, los coches eléctricos son una buena manera de hacerlo, aunque un tanto cara y a veces camuflada dependiendo las prácticas habituales utilizadas para obtener esa energía eléctrica.
Sin embargo, no deja de resultar curioso que un piloto como Hamilton, que vive y compite en un mundo que se sustenta a base de combustibles que poco tienen que ver con el funcionamiento de los coches eléctricos, a pesar de la llegada de los nuevos motores híbridos, se embarque en una cruzada tan marcada en contra de los coches de gasolina y diésel.
La realidad es que Hamilton se ha hecho grande, como persona y como icono deportivo y mediático, en la Fórmula 1, un negocio que a pesar de que está cambiando y evolucionando con los años, está lejos de ser el ideal de ecología. Por ello, sorprende esta nueva deriva que ha tomado el piloto inglés, que ya trabaja con Mercedes de forma interna para potenciar sus modelos más exclusivos de consumo eléctrico.
Además, Hamilton ha decidido cambiar otros hábitos de su vida y que considera profundamente perjudiciales para el medioambiente, como evitar grandes viajes cuando le es posible. Y todo, para reducir su huella de carbono, una huella que lleva cultivando profundamente desde su llegada a la Fórmula 1, conduciendo coches que tienen un consumo elevadísimo, que mueven centenares de kilos de combustible en cada Gran Premio y que realizan, además de las carreras de los domingos, sesiones de entrenamientos y diferentes test casi todos los fines de semana del año
Quien sabe si Hamilton puede ser uno de los abanderados y de las imágenes de uno de los cambios que está estudiando la Fórmula 1, la inclusión de los combustibles sintéticos, que serían otro gran paso en una modernización y remodelación del 'Gran Circo' hacia un espectáculo más respetuoso con el medioambiente. Lo cierto es que, estar al frente de esa revolución, le acarreará a Hamilton un beneficio mayor que el de sentirse mejor consigo mismo, ya que ser imagen de algo en la Fórmula 1 se paga y mucho.
Las contradicciones del cambio
Sin embargo, todo hecho positivo puede traer consigo algo que no termine de concordar. Hamilton, que aprovecha los parones entre carreras para intentar ser noticia por otras cosas, está a punto de firmar el mayor contrato de la historia de la Fórmula 1 con Mercedes, una renovación astronómica y faraónica, exigida así por el piloto, que ha puesto contra las cuerdas a su propio equipo en los tiempos más difíciles.
Entre reivindicación social y problema ecologista, Hamilton ha pasado de una crisis sanitaria que ha golpeado con dureza a todos los sectores, también al de la Fórmula 1 y al del motor, y no ha parado hasta que ha conseguido el ya famoso contrato de los 135 millones de euros, pasando a cobrar casi 45 millones por cada una de las tres temporadas que podría estar con la compañía alemana, que incluso podrían ser en un formato de dos con otra opcional.
Además, hay un elemento muy importante en esa renovación y cómo Mercedes se ayuda para financiar el gasto que le supone su equipo de Fórmula 1, el Mercedes AMG. Y ese factor, que deja un tanto al descubierto el nuevo cambio de Hamilton es el principal patrocinador de su equipo, que ayuda a pagar su sueldo de gran estrella mundial y a construir su coche imbatible.
Petronas es el punto flaco del nuevo plan de Hamilton contra el consumo de petróleo. La potente petrolera es el principal patrocinador de Mercedes, equipo que cuenta con el respaldo de todo un gigante en el tratamiento de petróleo y del gas y que controla a todo un país como Malasia, que se fundó en el año 1974 y que ha creado una fructífera relación con Mercedes desde el año 2010.
La Compañía Nacional de Petróleo Malayo no solo deja tiritando el argumento de Hamilton y los coches eléctricos, sino que es una de las grandes bases por las cuales, el piloto inglés ha ganado cinco mundiales de forma casi consecutiva, solo interrumpidos por el triunfo de su excompañero Nico Rosberg. Petronas es una base fundamental para Mercedes y un aporte económico que sostiene, entre otras cosas, a la mayor súper estrella del 'Gran Circo', a pesar de que quizás él no se sienta tan orgulloso de eso y prefiera mantenerlo en un segundo plano.
Este es el nuevo Hamilton, la gran figura de la Fórmula 1, comprometido con causas tan nobles que requieren sacrificios muy grandes que quizás ni él mismo se ha parado a pensar si tiene poder suficiente para hacerlos. Quizás sí para exigir un sueldo no tan alto, pero quizás no para luchar contra el sustento del equipo Mercedes y que afea su nueva imagen que aboga por la ecología y por las reivindicaciones sociales. Quizás Hamilton deba conformarse con dar visibilidad a una lucha tan importante como es el racismo, suceda en la sociedad que suceda y provenga de la raza que provenga, y evitar abarcar más luchas de las que es capaz de abanderar con la lógica suficiente como para ser tomado de ejemplo.
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