Carlos Sainz es un piloto ambicioso. El segundo puesto conseguido en Monza le abrió las puertas del éxito de par en par. Era el mejor resultado de la temporada y el mejor resultado de su carrera. Se había visto con opciones de pelear por la victoria y en el segundo cajón del podio, por eso, quería más.
El piloto español había visto como su McLaren era competitivo. Había reducido de un plumazo la distancia con Racing Point y superaba claramente a Renault en la lucha por ser el primero de los mortales tras Mercedes y Red Bull. Pero no sólo eso, sino que durante mucho tiempo, consiguió ser el segundo coche más rápido en pista y con mayor ritmo de carrera, lo que le permitió salir en tercera posición detrás de Hamilton y Bottas.
Después, el caos en carrera, que a punto estuvo de perjudicar seriamente las opciones del madrileño, le permitió pelear por la victoria y terminar en segunda posición. Sin embargo, cuando todo parecía dispuesto para consolidar su crecimiento definitivo y su escalada en un mundial que le debe muchos puntos, llegó la debacle. Dos abandonos consecutivos que, sumados al de Bélgica, dejaban un panorama muy negro para el piloto español.
La mala suerte se había apoderado de su rendimiento en este 2020, un año en el que estaba pilotando mejor nunca, demostrando que puede hacer grandes cosas en la Fórmula 1, pero donde los resultados no estaban acompañándole. Además, en el único error que ha tenido este año con su accidente en Sochi, el equipo no le había arropado y prefirió señalarlo de una forma clara e innecesaria.
Con este caldo de cultivo y un ambiente algo enrarecido llegó el esperado Gran Premio de Eifel en el circuito de Nurburgring, un trazado muy especial para todos, pero que no pudieron probar. Carlos Sainz portó en su monoplaza todas las mejoras que McLaren había conseguido rascar para el fin de semana, mientras que su compañero Norris rodó con un coche prácticamente igual al que habían tenido carreras atrás.
El resultado no fue ni mucho menos el esperado, ya que el McLaren carecía de ritmo de carrera, se iba de delante y tenía un subviraje que hacía muy difícil su conducción. Todas las mejores traídas desde Woking no habían resultado de gran ayuda. Además, los problemas meteorológicos sufridos el viernes provocaron que no se pudiera rodar en los libres, reduciendo el número de vueltas, datos y pruebas con el nuevo paquete de cara a la carrera.
Por esa razón, Carlos tuvo que pelear con su monoplaza desde el mismo sábado, donde solo consiguió ser décimo en la clasificación. A pesar de todo, el español terminó quinto y en algunos momentos pudo soñar con el podio debido al abandono de pilotos como Bottas, Ocon o Albon y los diferentes Safety Car que aparecieron en carrera. Sin embargo, fue precisamente eso lo que no gustó a Carlos, que en una carrera donde el podio se había vuelto a poner a tiro, su McLaren no le permitía estar en la pelea ni con las últimas mejoras, lo que hacía de este trabajado quinto puesto un resultado decepcionante.
Las reflexiones de Carlos
Tras la carrera, el piloto español sabía de su oportunidad pérdida y así lo mostró, a ratos abiertamente y a ratos mordiéndose la lengua: "No estoy del todo contento, ese quinto me sabe a poco cuando ves a Ricciardo y a Pérez arriba. Se ha escapado una ocasión para pelear por el podio quizás no con éste coche, pero sí con el de hace dos carreras".
"Tenemos 60 vueltas de datos para analizar e investigar este pack que no acaba de darnos ni las sensaciones ni las mejoras que esperábamos, era muy subvirador, se iba mucho de morro y agrandaba el graining que ya iba haciendo en las gomas, ha sido una carrera complicada".
"La carrera ha empezado para mí con el problema de Ocon, que me ha permitido coger más aire libre y extender la vida de los neumáticos recuperando tiempo pero mira, he ido sufriendo toda la carrera, no iba cómodo, ha sido un día sufrido, no era constante con el coche y he terminado descolocado aunque con 10 puntos más que saben muy bien. Se nos acercan en el campeonato, hemos corrido poco y hay deberes porque hay que remontar".
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