“Todos mis amigos en España quieren encender la televisión y ver una batalla con grandes coches, con ruedas grandes, con un gran estruendo producido por los motores y disfrutar de la carrera”. Esta frase podría estar extraída perfectamente de la barra de cualquier bar a la hora de las cañas durante un fin de semana cualquiera. ¿Cuántos no se han sentido igual de frustrados ante la previsión de una anodina carrera de Fórmula 1 desde el cambio de formato, que este año llega a su tercera edición?

El problema de esta frase es que no se ha recogido tras una conversación de bar de un aficionado cualquiera, sino del dos veces campeón del mundo Fernando Alonso, renegado del espectáculo decadente de la que debería ser máxima categoría del automóvil.

El piloto español no se muerde la lengua a la hora de dar su opinión sobre cualquier aspecto, equipo, reglamento o piloto. Puede gritar de rabia y frustración desde su monoplaza en Japón, sacando los colores a la plana mayor de Honda en su casa, delante de millones de personas que escuchaban sus comunicaciones de radio en directo. Puede humillar a los rivales y novatos aún cuando rueda detrás de ellos con sus comentarios. Lo cierto es que Alonso siempre deja claro aquello que no le gusta haciendo temblar los cimientos del sistema consecuencia del debate capaz de generar.

"Tristeza"

Alonso se siente “triste” por un “deporte al que no se ve bien desde fuera cuando se cambia el formato de clasificación tres veces en una semana”. Durante la última semana de test el piloto español no ha podido contener su amargura ante un deporte que ama más que nada, que le llena de pasión y forja uno de los espíritus más combativos y determinados de todo el paddock.

Fernando Alonso, en el box de McLaren en Montmeló. Efe

Pocos como él tienen tanta pasión y perseverancia. Los gritos que salían del alma del asturiano el día que conquistó su primer mundial mostraban la rabia y la catarsis de una vida dedicada a conseguir el sueño que albergaba desde que se subió al kart que su padre fabricó. La persecución obsesiva de la victoria en la que debía ser la categoría más apasionante, difícil y dura del motor a nivel mundial genera una frustración sin límites cuando se ve cómo aquello que amas se destruye a sí mismo como lo está haciendo una Fórmula 1 incapaz de encontrar sus señas de identidad.

Fernando Alonso no es el único en alzar la voz. Varios pilotos se han reunido durante la última semana de test con Charlie Whiting, director de carrera de la FIA, para mostrar su oposición al rumbo que las cosas están tomando en el Mundial. Desde la Federación están tratando de contar más con los pilotos para encontrar soluciones para el futuro, en vista de la dificultad que supone lidiar con los intereses particulares de los equipos a quienes ha pillado a contrapié con la aprobación por sorpresa de la nueva clasificación.

Complicaciones innecesarias

El resumen del sentimiento de muchos aficionados que piensan que deben hacer dos Masters para poder entender una simple carrera los domingos lo ha definido a la perfección Alonso: “La gente disfruta de otros deportes, pero por lo que nos afecta a nosotros ellos sólo saben de MGU-H, MGU-K, del estado de la carga, compuestos super-sort, usados, obligatorios, medium…” El piloto explica cómo “son cosas como estas las que hacen que la gente apague la televisión”.

Fernando Alonso no ha sido el único el alzar la voz contra el rumbo que está tomando la competición. Lewis Hamilton, dominador incontestable de los dos últimos años, quien más partido ha sado del cambio de reglamento gracias a disponer el mejor motor y monoplaza del lote reconoce, a pesar de ganar, que la F1 “está rota y carente de dirección”.

El británico, en respuesta a las preguntas y comparativas de los periodistas, reconoció que “MotoGP es mucho más ‘cool’, más excitante de ver, gracias a unos combates mucho más cerrados”. La sensaciones y el cuerpo a cuerpo, ausente en la F1 actual, seducen tanto a Hamilton que no duda en mostrar sus deseos “Tengo que probar una moto de MotoGP. Me muero por subirme a una aunque sea detrás”. Las ganas del británico por probar la sensación de las dos ruedas es tal que no vacila en reconocer como “sería genial, lo único que no le diría a mi equipo que lo haría.”

Nico Rosberg, más comedido que sus compañeros, reconoce que ahora los pilotos no están muy felices al subirse a un coche: “Somos 22 chicos y sabemos lo que es mejor para este deporte para el que contamos con buenas ideas. Lo que importa es que los pilotos se suban a los monoplazas excitados y sonrientes; eso sería fantástico para la F1”.

Por su parte, Rosberg sí se opone a su compañero Hamilton a la hora de apostar por el polémico Halo u otras medidas de seguridad, criticando a los llamados ‘puristas’. “Siempre habrá puristas que quieren mantener la situación inalterada, pero cada uno tienen su propia opinión. La mía es que tenemos que ir hacia una mayor seguridad”.

El caos de la nueva clasificación

El padre de la Fórmula 1 moderna y director ejecutivo de la FOM, para quien la marca F1 es el patrimonio más preciado, ha llegado a declarar últimamente algo que pocos hubieran imaginado escuchar de sus labios: “La F1 actual es la peor que ha habido nunca, yo no gastaría mi dinero para llevar a mi familia a ver una carrera. De ninguna manera". Declaraciones que se suman a la de los pilotos y aficionados.

Escuchar al gran patrón de la categoría, Mr. E, quien exprime las billeteras de las grandes cadenas de TV y circuitos de todo el mundo a pagar unos millonarios derechos de imagen cada día más caros, muestra con este tipo de manifestaciones la crisis profunda a la que se enfrenta no sólo el mundial de F1, sino todo el negocio que este genera y soporta.

Bernie Ecclestone apunta a la FIA de Jean Todt como culpable y responsable último del nuevo formato del mundial de los V6Turbo Híbridos, creadores de una polémica que no cesa. El ‘inmortal’ magnate británico no está falto de razón, especialmente cuando recientemente el Consejo Mundial de la FIA ha realizado la última jugada que ha incendiado el paddock.

El órgano máximo de la FIA, por su cuenta y riesgo, ha recogido la propuesta de la Comisión F1, orientada a explorar nuevas alternativas para la clasificación a través de un globo sonda que recogerá el parecer de todas las partes implicadas (aprobando un proyecto que ni siquiera está en la agenda). Este acto ha provocado la férrea oposición de Ferrari y puede que de otros equipos que se mantienen fuera de los focos por el momento.

La aprobación de la FIA del cambio del sistema de clasificación ha sido la gota que ha hecho estallar a Alonso y a otros pilotos que han expresado al delegado de la FIA, Charlie Whiting, su oposición a las nuevas medidas en la reunión celebrada en Montmeló.

Ferrari mueve ficha

No sólo los pilotos. Ferrari ha movido ficha y ha creado una oposición que pone en riesgo el nuevo formato que pocos entienden, que ni siquiera se sabe cuándo se implantará y que pone en evidencia una imagen lamentable de un deporte que no sabe gestionarse a sí mismo, donde las luchas intestinas entre equipos con miradas a corto plazo dinamitan un deporte que, usando las palabras de Rosberg, quita la sonrisa y la ilusión hasta los pilotos a la hora de subirse a sus monoplazas.

El Ferrari de Vettel con el nuevo sistema Halo EFE

A dos semanas del arranque del Mundial el último comunicado de la FIA reconoce un tecnicismo que podría paralizar todo el procedimiento: “La formulación del Reglamento Deportivo relativo al nuevo formato de clasificación será presentado al Grupo Estratégico y a la Comisión F1”.

Antes de que se encienda el semáforo de Melbourne y dé comienzo una nueva temporada, se votará vía fax si finalmente el Mundial arranca con el nuevo formato de clasificación o no. Mientras tanto, pilotos, profesionales y sobre todo aficionados asisten a una nueva imagen que deja “tristeza” al ver una F1 “rota”.

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