Tras la versión puesta en escena por Ferrari durante la pretemporada, que horrorizó a propios y extraños desde el punto de vista estético (abriendo un debate entre expertos y aficionados sobre su eficacia como elemento de seguridad), Red Bull Racing ha presentado una nueva idea más estética, pero no menos censurable, para los puristas que ven amenazada la esencia de la Fórmula 1 por el celo de la FIA a la hora de garantizar la seguridad de los pilotos: pretenden minimizar el riesgo para su integridad física ante cualquier eventualidad.
De la mano de Red Bull, la marca que basa su imagen en el mundo a base de patrocinar a los deportistas más extremos y los eventos que más adrenalina generan, se ha impulsado una versión más estética que la vista hace unos meses en España.
Durante la primera sesión de entrenamientos libres del Gran Premio de Rusia, el equipo de la bebida energética ha rodado una vuelta en la que ha mostrado al mundo su interpretación del nuevo elemento de seguridad que la FIA quiere incorporar desde la próxima temporada a todos los monoplazas. La propuesta de Red Bull se basa en un Halo que elimina el soporte central visto en Ferrari añadiendo una ‘parabrisas’ que incrementaría la seguridad de los pilotos ante cualquier objeto extraño que pudiera chocar contra la cabeza de estos durante una carrera.
Daniel Ricciardo ha sido el encargado de rodar con el parabrisas, garantizando que “la visibilidad es buena” y aclarando que “lo que se ve alrededor queda prácticamente inalterado, lo cual es positivo”. El australiano ha rodado con una microcámara dentro del caso para evaluar posteriormente el campo de visión y las ventajas o inconvenientes de esta nueva solución, de forma que la Federación pueda tener todos los elementos necesarios para tomar la solución más acertada para el futuro.
Críticas
Las reacciones de los más puristas no se han hecho esperar y el tres veces campeón del mundo Lewis Hamilton, quien siempre ha mostrado sus reticencias ante aquellas alteraciones que amenazan con cambiar el DNA de la Fórmula 1, no se ha mordido la lengua al declarar que el 'aeroscreen' “parece un escudo antidisturbios”.
Para el campeón británico, que ha dominado la segunda sesión de entrenamientos, antes que usar la alternativa de Red Bull o Ferrari preferiría cerrar completamente los monoplazas, como si de una carlinga de un caza se tratara, aunque para el detentor del título ninguna de estas soluciones son de su agrado.
Pros del Aeroscreen
Tanto el Halo como el parabrisas visto el viernes en Sochi garantizan una ulterior protección a las cabezas de los pilotos, que hoy en día son la única parte del cuerpo que queda al aire dentro de un monoplaza de Fórmula 1. El 'aeroscreen' mejora el Halo en cuanto a seguridad porque sirve de escudo ante cualquier elemento que se desprenda por un monoplaza en la pista además de ofrecer la protección extra ante cualquier intrusión dentro del habitáculo de otro coche u objeto en un accidente.
El parabrisas modificará drásticamente la aerodinámica de los monoplazas, ofreciendo nuevas alternativas a los ingenieros. Por este motivo, desde Red Bull y otros equipos se está pidiendo desde este fin de semana de Gran Premio una decisión rápida de la FIA para poder incorporar este factor a los proyectos de los nuevos monoplazas que ya están en las mesas de diseño de todos los equipos.
Contras del Aeroscreen y Halo
La primeras impresiones negativas han asaltado las redes sociales con cuestiones aún sin resolver, como la más importante (que ha puesto al halo en discusión tras el durísimo accidente que sufrió Fernando Alonso en Australia, donde pudo salir por su propio pie gracias a no llevar un halo instalado en su monoplaza). En caso de que tras un accidente un coche quede volcado, tanto el parabrisas como el halo pueden ser trampas mortales y no elementos salvadores.
El aeroscreen también plantea serias interrogantes en un uso en carrera, porque por el momento no hay solución ante la reducción del campo de visión que un piloto puede experimentar ante la suciedad que rápidamente se acumularía en la superficie transparente de mosquitos, restos de gomas, aceite, agua, barro y otros elementos que en pocas vueltas empañarían el campo de visión del piloto.
Otra interrogante no resuelta es el efecto de las luces de los circuitos que celebran carreras nocturnas en la pantalla protectora. Y también aquellos Grandes Premios que se celebran con la caída del sol para cumplir con el gusto y horarios europeos. ¿Cómo afectaría la incidencia cegadora directa del sol en cada curva al reflejarse en el aeroscreen? Estas y muchas otras preguntas están a día de hoy sin respuesta en la Fórmula 1.
En contra de estos sistemas está la alteración de la propia esencia de la competición, que puede quedar desvirtuada en la característica básica que ha servido como elemento diferenciador respecto a cualquier otra categoría del automóvil: tratarse de monoplazas con ruedas y pilotos ‘al aire’ sin carrocería completa.
Una vez cerrado el habitáculo, la veda por la seguridad total no tendría fin. ¿Quién garantizaría que no se cubrirían las ruedas? Al fin y al cabo, tener las ruedas descubiertas es uno de los mayores riesgos en caso de colisión y accidente. Si se trata de crear una Fórmula Seguridad los campos donde la FIA podría intervenir serían innumerables.
La seguridad de los pilotos es importante y necesaria, pero la burbuja que se está creando puede disminuir el factor riesgo que siempre ha tenido la máxima categoría del automovilismo. Si la Fórmula 1 adopta la carlinga protectora, ¿no debería MotoGP usar unos ‘patines’ que evitaran caídas de los pilotos? ¿No debería Red Bull poner cables de seguridad cuando patrocina a sus acróbatas de dos ruedas en sus saltos mortales al vacío delante de miles de personas? ¿Debemos poner red a los funambulistas del circo? ¿Prohibimos los saltos base y el paracaidismo?