Algunos, como el vicesecretario de Organización del Partido Popular, lo califican de iniciativa “estrambótica”, pero lo cierto es que la idea relanzada recientemente por Albert Rivera ha reabierto el debate de proponer un outsider al frente del gobierno. Un presidente independiente que maniobre el timón del futuro gobierno ajeno a intereses partidistas o vinculaciones políticas.
La idea, que ha vuelto a saltar a la palestra de la mano de la formación naranja proponiendo a un presidente por encima de los partidos, parece haber trascendido el enfrentado ámbito político español al no menos convulso de la Fórmula 1, que vive un momento de ebullición de ideas y retos bajo una estructura política y de toma de decisiones que muestra sus límites y fracturas ante el más mínimo cambio o toma de decisiones.
Como en la política nacional, la Fórmula 1 se enfrenta a los retos que suponen adaptar las normas del Mundial a la realidad que la sociedad demanda actualmente para ofrecer un producto acorde con los tiempos y adaptado a los gustos de los aficionados tras haberse alejado más que nunca de ellos en su última transformación híbrida.
En la Fórmula 1 más democrática de la historia, el sistema ha entrado en una crisis profunda como consecuencia precisamente de la necesidad de un consenso que requiere la unanimidad a la hora de ‘tocar’ cualquier elemento del deporte.
El independiente de Jenson Button
Ante el impasse que se vive en los órganos directivos de la categoría, el campeón del mundo y compañero de equipo de Fernando Alonso, Jenson Button, ha retomado la idea proponiendo un independiente para decidir las normas y el reglamento de la Fórmula 1. “Nunca vamos a poner a todos los equipos de acuerdo sobre un reglamento, nunca. El problema es que hoy es necesaria la unanimidad por lo que ahora es una situación compleja ante la que la FIA ha dicho que debería tener el control completo de las normas y quizás ese debería ser el caso”.
Button deja claro lo que siempre ha sido evidente para Bernie Ecclestone, una persona a la que los aspectos democráticos provocan urticaria en muchas ocasiones y en especial cuando se refiere a la F1 que el ha creado.
La realidad es que los equipos no piensan en la Fórmula 1 guiados por intereses meramente particulares, enfocados hacia aquellos conceptos y normas que les permitan obtener una ventaja competitiva para obtener la victoria.
Button, en contra del criterio de Ecclestone que hace poco decía que “los pilotos deben estar callados y dedicarse a pilotar”, se une a la visión de Mr. E al poner voz a lo que muchos no quieren reconocer: a los equipos la F1 les da igual, tan sólo buscan ganar y harán todo lo posible, económica, deportiva y políticamente, para conseguirlo, caiga quien caiga y sin importar las consecuencias.
El piloto británico comprende perfectamente esta situación y piensa en el bien común del deporte y del espectáculo consciente que sus palabras “no gustan a mi equipo” y, al tiempo que Albert Rivera, ha propuesto “una figura externa al deporte que tome las decisiones”. El nombre que el campeón británico ha puesto encima de la mesa pertenece a una de las personalidades más respetadas por equipos, dirigentes, pilotos y demás estamentos de la Fórmula 1. “Ross Brawn sería una idea grandiosa, todos tienen confianza en él”.
Ross Brawn como outsider
Brawn es uno de los grandes nombres de la Fórmula 1 de las últimas décadas, ha pasado por diferentes equipos en una carrera llena de triunfos que se coronó con un doblete mundial pilotos-constructores con su propio equipo, al que bautizó como no podía ser de otra manera: Brawn GP.
Pocos conocen las normas y sus resquicios como el mítico ingeniero británico, uno de los artífices de los dos primeros mundiales de Michael Schumacher en Benetton, y protagonista de un antes y un después en Ferrari con la racha de victorias más larga de la historia del mundial, una época que aún los de Maranello no son capaces de emular.
En 2007 se tomó un año sabático del que volvió como Team Principal del equipo oficial Honda creando las bases del proyecto que, en 2009 y bajo su propio nombre, demostró como su habilidad en el manejo de las normas era uno de sus sellos de identidad. La interpretación del doble difusor ensalzó al equipo que portaba su nombre al dominio más absoluto de la categoría aquel año.
Brawn GP se transformó en Mercedes y fue Ross Brawn quien fundó las bases que proporcionaron el crecimiento del equipo germano que hoy domina con autoridad el mundial.
En la actualidad el genio británico disfruta de la pesca alejado de los circuitos de Fórmula 1 pero la mención de su nombre imponen respeto y admiración por un personaje equilibrado a los que el mundo de las cuatro ruedas echa de menos.
¿Una idea descabellada?
La idea de Button no resulta para nada alocada y demuestra como los pilotos pueden aportar ideas constructivas además de “conducir” en contra del criterio de Ecclestone.
En una Fórmula 1 donde las luchas intestinas frenan su desarrollo las palabras de Errejón -"Si para esto hace falta que haya figuras por encima de los partidos tampoco es una locura”- podrían adaptarse a la máxima competición del automovilismo mundial como forma de desbloquear las diferencias existentes en el seno del órgano encargado de ‘legislar’ el futuro de la categoría.
Ross Brawn conoce a la perfección a los equipos de Fórmula 1, sus necesidades e intereses particulares, sabe perfectamente cómo deben ser interpretadas y creadas las normas que rijan el deporte y es un mánager hábil en el terreno político. Motivos todos ellos mas que suficientes para convertir al ingeniero británico en un outsider perfecto para desatascar la actual situación y proyectar la categoría en el futuro.
La gran ventaja de la Fórmula 1 respecto a la situación política española es que en el deporte del motor habría más posibilidades de encontrar un ‘independiente fiable’ y de verdadero prestigio como Ross Brawn.