“Hay una revolución en marcha”. Con esta visión hablaba ante las cámaras de la CNN Alejandro Agag, CEO de la Fórmula E, durante la pasada edición del CES de Las Vegas, donde nunca antes habían estado presentes las grandes marcas de automóviles.
El madrileño ha creado de la nada una categoría que combina monoplazas estilo Fórmula 1 con la revolución que el sector del automóvil y el transporte mundial está sufriendo, gracias a la llegada de la movilidad con cero emisiones.
Bólidos con ruedas descubiertas que por primera vez en la historia montan modernas llantas de 18” con neumáticos Michelin, que sirven tanto para seco como para mojado, al tiempo que 'reaccionan' a las temperaturas.
Los pilotos se sientan en un habitáculo abierto para competir en las ciudades más importantes y exóticas del planeta a alta velocidad, sin emitir emisiones contaminantes y con un bajo impacto acústico. Todo ello a bordo de unos bólidos que suenan como una nave espacial.
La idea de la Fórmula E es llevar las carreras a los aficionados, a la puerta de su casa, evitando el desplazamiento a las familias hacia lejanos circuitos fuera de sus ciudades.
La nueva categoría está fuertemente respaldada por la FIA que preside Jean Todt, quien dirige sus esfuerzos hacia un público joven, justo el que se está desligando de la Fórmula 1.
El público que asiste a esta nueva competición puede disfrutar de un circuito que recorre las principales arterias de las capitales más prestigiosas del mundo y los parques de estas, donde los aficionados encuentran múltiples oportunidades de entretenimiento y ocio.
El contacto con las estrellas del campeonato es sorprendente gracias al fácil acceso a los pilotos, que se prestan a interactuar con el público y hasta competir con él.
Carreras virtuales, cámaras de 360º, dos coches...
Durante el ePrix celebrado en París, los aficionados desafiaron a los propios pilotos de la categoría en una carrera virtual dentro del eVillage, algo totalmente impensable para los intocables Dioses del Olimpo de la F1 que se mantienen a una aséptica distancia de los aficionados.
El público es el centro de atención de la Fórmula E, una competición donde la interacción está garantizada como nunca antes en una competición del motor.
La Fórmula E no sólo innova al plantear una carrera de coches de competición con propulsión 100% eléctrica, sino que permite a los seguidores por votación popular decidir qué piloto puede disponer del famoso Fan Boost que supone una potencia extra de 100Kj durante un tiempo limitado en su monoplaza.
El efecto de esta entrega de potencia extra, así como el original formato de carreras, puede ser seguido por los espectadores mediante cámaras de 360º que otorgan una oportunidad única de vivir el evento a través de cualquier dispositivo móvil.
Un formato innovador que comienza a hacer ruido en la Fórmula 1, donde levanta admiración y críticas al mismo tiempo, señal de que algo se mueve en la línea correcta dentro de la nueva categoría eléctrica.
El peculiar formato permitió a Sebastien Buemi (expiloto F1) proclamarse campeón de la Fórmula E en la última carrera a pesar de haber chocado en la primera vuelta con su rival por el mundial, Lucas di Grassi. Ambos consiguieron llegar con sus maltrechos monoplazas a boxes donde pudieron subirse en su segundo coche a disposición (en cada carrera los pilotos usan dos coches para completar la prueba).
En ese momento ninguno de los dos contendientes tenían la oportunidad de finalizar la carrera, pero el título, en lugar quedar asignado tras el accidente en la curva tres de Londres, se mantuvo en el aire hasta un final de infarto gracias Visa Fastest Lap, que otorga dos puntos extras al piloto que realiza la vuelta rápida en carrera.
Para su tercera temporada, la Fórmula E amplía un calendario que llevará el mundial eléctrico de Hong Kong a Nueva York, marcando un nuevo hito al hacer correr los monoplazas ideados por Agag en la ciudad de la gran manzana, algo que la Fórmula 1 siempre ha querido y nunca ha sido capaz de realizar.