El Gran Premio de Estados Unidos es un acontecimiento de especial relevancia para las marcas y patrocinadores que alimentan los millonarios presupuestos de la Fórmula 1. Es la única oportunidad que tienen de exhibir su imagen en el mayor mercado de consumo, desarrollado y rico del mundo.
Los Estados Unidos de América siguen siendo un mercado que se resiste a la Fórmula 1. Puede que el público de las barras y estrellas no comparta de momento el entusiasmo por la categoría que el grupo norteamericano Liberty Media ha demostrado, tras poner 8 mil millones para comprar la F1. El objetivo, reconquistar, quien sabe si con su propio público, los 200 millones de audiencia perdidos desde los máximos de 2008.
Quien no ha estado nunca en Indianápolis no puede entender el significado del automovilismo para los americanos. Los organizadores del próximo Gran Premio de Estados Unidos son conscientes de tener entre las manos un producto que aún no es de masas en su país y, ante la posibilidad de celebrar un carrera con las gradas semivacías como en China, Sepang y tantos otros circuitos, han preferido montar un gran espectáculo de contorno plagado de estrellas con nombre propio. Van a convertir un Gran Premio de F1 en una auténtica “Banda Sonora” que garantice una gran asistencia al Circuito de las Américas.
Pero la cita americana no se celebra en un lugar cualquiera. El GP de Estados Unidos pertenece a Texas un estado del tamaño de España, con poco más de la mitad de población pero con mayor renta per cápita, superávit, un PIB ligeramente superior y un gobierno que se reúne durante 100 días cada dos años, donde no hacen falta 17 gobiernos autónomos, diputaciones provinciales y decenas de televisiones autonómicas para disfrutar de una idiosincrasia particular y exclusiva que dota a su gente de una identidad única respecto al resto de estados de la unión.
Una carrera en América debe ser grande y si se celebra en Texas ha de serlo aún más. Los organizadores han tirado la casa por la ventana para ofrecer un evento que supera incluso la lucha por el Mundial entre Hamilton y Rosberg sobre la pista, donde el alemán perdió sus opciones el año pasado.
Taylor Swift como atracción
“American Sound Track”. Así ha definido COTA, organizadores del Gran Premio, la carrera de Fórmula 1, que culminará con el esperado concierto de Taylor Swift que se celebrará el sábado en el Super Stage del circuito, con el que COTA pretende introducir la Fórmula 1 al público norteamericano que aún se muestra reacio ante un Mundial que nunca ha llegado penetrar en su cultura.
La compositora y cantante de Pennsylvania es una de las estrellas más importantes del panorama mundial con millones de seguidores en las redes sociales, tantos que supera los habitantes de Alemania, el país con mayor población de la Unión Europea, capaz de vender a sus devotos fans un evento donde su sola presencia basta para conquistar las portada de todos los medios de comunicación.
Por si fuera poco, el domingo tras la carrera, otra gran estrella será protagonista del concierto de clausura. Usher y el grupo The Roots protagonizarán un segundo concierto donde el cantante de R&B y actor revivirá sus grandes éxitos incluidos sus últimos trabajos que siguen llenando día tras día las emisoras de radio de los USA.
La diversión, la música y el espectáculo marcarán desde el viernes en el Fan Fest gratuito que se celebrará en la histórica Sixth Street del centro de Austin, una prueba que se ha ganado con un gran circuito un puesto en el calendario.
No sabemos como terminará una carrera vital para Lewis Hamilton, en la que Ferrari tratará de ganar a Red Bull para reconquistar la segunda plaza del Mundial y llevarse los 15 millones que valen su peso en oro. De una cosa podemos estar seguros. Ocurra lo que ocurra el domingo, Hamilton estará en su salsa junto a Usher y los inigualables The Roots.