Mientras Mercedes se proclamaba por tercera vez consecutiva campeona del mundo de constructores, consagrándose como el dominador absoluto de la era híbrida de la Fórmula 1, la sociedad mercantil propietaria del equipo Mercedes Benz Grand Prix Ltd presentaba sus últimas cuentas anuales correspondientes al ejercicio 2015. El resultado eran unas pérdidas, tras impuestos, de sólo 24,7 millones de euros, una neta mejora de sus resultados desde los deficitarios 84,5 millones del año anterior.
El precio de la victoria y de la derrota
Todo en la vida tiene un precio y la Fórmula 1 no es una excepción, sino una cara demostración del dicho popular. La victoria en la competición no sólo es una cuestión de dinero. Los 66 años de F1 enseñan que la victoria no siempre corresponde con el mayor presupuesto, pero si que el dinero desaparece rápidamente de unos presupuestos que año tras año exigen más recursos financieros donde sólo un equipo es capaz de compensar las pérdidas con la recompensa del triunfo.
Grandes constructores con la billetera repleta aterrizaron en busca de la gloria en la máxima categoría del automóvil, pero la dura y cara realidad de la Fórmula 1 terminó por aniquilar sus ambiciones descubriendo el lado más oscuro de la serie, aquel que rebaja la imagen de una marca ante millones de telespectadores (hasta 600 mill en aquellas épocas) y dilapida miles de millones en una aventura que termina en retirada por la puerta de atrás del paddock.
Ejemplos de intentos fallidos en la Fórmula 1 hay muchos y para todos los gustos. Desde pequeños aventureros, como el diseñador de zapatos que trató de hacer realidad un sueño con su equipo Andrea Moda, hasta grandes empresarios como Richard Branson con Virgin Racing.
Pero las aventuras recientes que más llaman la atención son las protagonizadas por los grandes constructores de automóviles que apostaron su nombre en la parrilla de los Grandes Premios y salieron quemados y con un agujero en sus cuentas anuales. Es el caso de Toyota, quienes tras invertir casi 2 mil millones de euros en su equipo de Fórmula 1, no fueron capaces de conquistar ni una sola victoria.
Otro gigante japonés que trató de imitar a Ferrari como constructor fue Honda, que dilapidó cerca de 1,3 mil millones de euros en su equipo con el que tan solo logró un Gran Premio. BMW, por su parte, se anticipó a su eterno rival Mercedes en la F1 en el periodo 2006-2009, donde únicamente fue capaz de alcanzar una victoria con Robert Kubica en el GP de Canadá de 2008.
Victoria en las pistas con pérdidas en el balance
Las implacables victorias sobre las pistas del mundial de Hamilton y Rosberg no están suponiendo un agujero de gran calibre en los presupuestos de la matriz Daimler AG que compensa las pérdidas anuales, gracias retorno de imagen que sus monoplazas generan ante una audiencia mundial de 400 millones.
Si los alemanes quisieran montar una campaña de publicidad que igualara el tiempo en TV y la presencia en las portadas de los medios de sus coches deberían desembolsar 3 mil millones de euros por año. El equipo Mercedes no sólo está poniendo el listón más y más alto cada año en el terreno deportivo, sino que en el aspecto financiero las cuentas empiezan a cuadrar como se desprende de su último balance anual.
Los ingresos del equipo gestionado por Toto Wolff se incrementaron en 2015 un 38,5% respecto al ejercicio anterior, hasta alcanzar los 288,1 millones, el nivel más alto desde la compra del equipo a ex jefe Ross Brawn en 2009.
Una escuderia es también una empresa y Toto Wolff, que a su vez es accionista (30%) del equipo Mercedes de F1, ha logrado incrementar los ingresos del equipo significativamente gracias al patrocinio de Hugo Boss, Epson o la tecnológica Qualcomm. De esta forma ha podido compensar el incremento de los 42 nuevos fichajes realizados en 2015 para reforzar aún más al equipo en áreas claves de diseño e ingeniería que supusieron un extra de €106 millones.
Las cuentas de Mercedes demuestran como, tras aplastar a la competencia en 2014, el equipo ha seguido reforzándose con éxito como certifican los mundiales de 2015 y 2016, reduciendo contemporáneamente las pérdidas mientras blindaba a los 807 trabajadores con sueldos que disparaban las inflacionarias nóminas a cifras inalcanzables para el resto delos mortales.
El director austriaco ha sido generoso con sus empleados reconociendo públicamente la clave del triunfo: "El éxito nunca se ha reducido a un individuo, es el producto de un esfuerzo colectivo increíble”.