"Por ahora, misión cumplida". A Fernando Alonso le asomaba el colmillo entre la sonrisa después de la última sesión de entrenamientos libres de la 101 edición de las 500 millas de Indianápolis. El piloto español volvió a firmar el quinto mejor tiempo -voló a 226,608 millas por hora (364,69 kilómetros por hora)-, reafirmado la que será su posición en la parrilla de salida este domingo. Motivos hay para soñar con algo grande en el mítico óvalo, pero ¿son realistas? ¿De verdad puede ganar?
Tantos son los parecidos entre la Fórmula 1 y la IndyCar como sus diferencias. Si en términos de potencia, velocidad punta (hasta 379 km/h en laF1 por 386 km/h en la IndyCar), aceleración de 0 a 100 o tamaño del monoplaza las diferencias son mínimas, estas se multiplican de forma exponencial cuando hablamos de formato de competición y de los propios vehículos, pues en la IndyCar apenas hay dos suministradores de motores (Honda y Chevrolet) y todos los bólidos montan el mismo chasis.
Cualquier diferencia técnica, sin embargo, queda totalmente mitigada por una sola palabra: talento. A Fernando Alonso le sale por los poros y desde que aterrizase en el Super Speedway de Indianápolis su progresión ha sido meteórica. No sólo por los tiempos o la velocidad que le ha sacado al bólido del equipo de Mario Andretti, ahora dirigido por su hijo Michael, sino porque el coche del asturiano -con motor Honda, por cierto- ha mejorado en cada vuelta. Y él es quien más vueltas ha dado en todas las jornadas de entrenamientos.
Lo que sí influirá, y mucho, serán las condiciones de carrera, para nada similares a las de los libres o la sesión de clasificación. De hecho, desde el minuto uno el óvalo impone diferencias. Y eso que el de Indianápolis no es un óvalo al uso como el de Daytona, que sí tiene peralte en sus curvas, ni es un óvalo propiamente dicho -cada una de las cuatro curvas son de 90º dentro de un circuito rectangular-. Además, la parrilla de salida poco o nada tiene que ver con la conocida de la Fórmula 1.
En Indianápolis, los coches forman la parrilla en filas de tres monoplazas y la salida es una vuelta lanzada después de que el Pace Car -igual que el Safety Car- haya rodado delante de los coches durante cuatro vueltas al óvalo. Y ahí, es donde ya nada tiene el más mínimo parecido con la Fórmula 1.
Si bien es cierto que Fernando Alonso ha rodado en grupo durante las sesiones de entrenamiento, también lo es que la situación de carrera no se parecerá en nada a lo ya vivido. Poco o nada tiene que ver pilotar tras un solo monoplaza que rodar al rebufo de dos, de tres o de cuatro coches, y menos aún rodar en grupo, con rivales a ambos lados a más de 300 km/h durante una carrera que se prolongará más allá de las tres horas de duración.
Además, un elemento que añade aún más desconcierto a un piloto novel en las 500 millas de Indianápolis es la figura del 'spotter'. Básicamente se trata de un vigía que se sitúa en alguna zona alta del circuito e informa a su piloto de cómo se encuentra la carrera, quienes están cerca de él, a su izquierda, a su derecha, por delante y por detrás ¡durante toda la carrera! Por suerte para Alonso, su Pepito Grillo particular serán en realidad dos 'spotters', de hecho dos de los más afamados de la mítica carrera: los hermanos Dan y Cole Carter.
Y aquí es donde empiezan los aspectos positivos para el piloto español, quien no sólo cuenta con sus afamados 'spotters' sino que lo hace dentro del seno de uno de los considerados equipos grandes. Aunque en la Fórmula 1 actual es imposible aspirar a la victoria desde fuera de las escuderías Mercedes y Ferrari, en la IndyCar el abanico de candidatos es mucho más amplio -se considera que hasta 15 pilotos son firmes candidatos al triunfo de entre los 33 participantes-. Y lo es porque los grandes equipos tienen muchos coches en carrera -hasta seis tiene Honda y Alonso ha tenido acceso a la información de todos ellos durante los entrenamientos- y eso también influye en la estrategia.
Más allá de los reglajes elegidos por cada cual y de la estrategia de carrera que estos determinan, las 500 millas de Indianápolis se deciden en las 30 o 40 últimas vueltas. No por nada en concreto, sino porque se calcula que esa es la medida del último repostaje (de los más de seis que seguramente hará cada piloto). Pero para Fernando Alonso, la verdadera carrera estará en las primeras 40 vueltas. Ahí es donde esta prueba mítica pondrá al asturiano en su sitio, le obligará a correr con tráfico, con pequeños toques entre monoplazas y sin el más mínimo perdón: aquí no hay escapatorias, si fallas te vas contra el muro.
Pros y contras que dibujan una carrera apasionante y que sitúan al español ante uno de los grandes desafíos de su vida profesional. Aunque habrá que escuchar a Lewis Hamilton en Montecarlo, donde este fin de semana se disputa el Gran Premio de Mónaco, para contextualizar lo que ya ha hecho al español: "He echado un vistazo a las clasificaciones y, sinceramente (se ríe a carcajadas), Fernando, para sus primeras clasificaciones, hace un quinto tiempo (sigue con risas) ¿Dice algo eso sobre (el nivel de) la Indy? [...] Verle hacer un quinto tiempo frente a pilotos que hacen eso todo el año es... interesante". Y no sólo lo piensa: las casas de apuestas le dan como favorito sólo por detrás del poleman Scott Dixon. Por algo será.
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