A Lewis Hamilton le gusta fotografiarse con su bulldog Roscoe casi tanto como con su Mercedes F1 W08 con el que acaba de proclamarse campeón del mundo de Fórmula 1 por cuarta vez en su carrera deportiva. Una dualidad que, separado ya de la ex Pussy Cat Doll Nicole Scherzinger, sólo se ve alterada por la ingente cantidad de imágenes que pueblan su Bombardier CL-600, el avión privado de lujo que compró en 2013 para mantener viva la llama del amor con la entonces jurado del X-Factor estadounidense y que ahora (aunque ya se conocía desde el momento de su compra), los Paradise Papers han devuelto al primer plano por el dinero que se ahorró en impuestos al realizar la transacción en la Isla de Man.
Recorriendo el mundo de fin de semana en fin de semana y sin tiempo para la quietud en un circo que se mueve por encima de los 300 kilómetros por hora, Lewis Hamilton (Stevenage, Reino Unido, 1985) necesitaba más velocidad. Concretamente 882 km/h con una velocidad de crucero superior a los 850 km/h y todo ello con un rango superior a los 6.000 kilómetros de alcance con apenas dos tripulantes y espacio hasta para 19 personas.
El cacharro, uno de los aviones privados de más alta gama de los que se comercializan en el mundo a día de hoy, nada tenía que ver con Mercedes ni con la Fórmula 1. De hecho, únicamente estaba relacionado con la necesidad de recorrer medio planeta a la mayor velocidad posible para tratar de rescatar una relación que en 2011 ya había hecho aguas por primera vez por culpa de la distancia.
Por si las condiciones técnicas no fueran suficientes para avivar el amor de Nicole Scherzinger, Lewis Hamilton le puso los detalles propios de la estrella de rock que parece, tan alejada de la frialdad y recato de otras grandes figuras de la Fórmula 1 como su excompañero ya retirado Nico Rosberg, el siete veces campeón del mundo Michael Schumacher o el español Fernando Alonso pese a su intensa vida sentimental. No, a Lewis Hamilton le gusta verse y le gusta que le vean. Así que lo pidió granate, llamativo como él, con una cama extraíble en su interior, varias pantallas de plasma de última generación y, por supuesto, una barra de bar.
Y el detalle final: el identificador del avión sería G-LCDH o lo que es lo mismo G-Lewis Carl Davidson Hamilton. Otro pequeño guiño a su espíritu presumido.
Por desgracia el avión no le sirvió al británico para salvar su relación y ahora le está dando más de un dolor de cabeza. Según informó el Daily Mail en 2013, el piloto cuya familia es originaria de la Isla de Granada, pagó 20 millones de libras por él. Aunque el hecho de realizar la operación en el paraíso fiscal de la Isla de Man le valió para ahorrarse unos costes en impuestos que ascenderían hasta los 3,3 millones de libras -aproximadamente 4 millones de euros-. Ahora, el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ), representado en España por El Confidencial y La Sexta, ha ampliado aquella información y modus operandi de Appleby, un despacho 'offshore' fundado en Bermudas, en colaboración con la consultora con sede en Londres Ernst & Young para diseñar un plan que permitiese al piloto británico esquivar el pago del IVA.
Una información que se añade a las críticas que el cuatro veces campeón del mundo de Fórmula 1 ha recibido en su país de forma sistemática tras su decisión de mudar su residencia a Montecarlo y obviar el pago de impuestos a la Corona británica.
Además, se le considera uno de los deportistas mejor pagados del mundo en la actualidad -la revista Forbes eleva sus ganancias de 2016 hasta los 46 millones de dólares, aunque esa cantidad probablemente mejore de forma sensible tras su último título mundial-, por lo que son muchos los deportistas conocidos en Reino Unido que le critican abiertamente.