Romain Grosjean no vio pasar su vida a cámara rápida como se suele decir cuando miras cara a cara a la muerte. Él simplemente pensó en su familia y en el legado que dejaba. El piloto, el 29 de noviembre de 2020, no encontraba ninguna vía para escapar de su monoplaza en llamas en el GP de Bahrein. Estaba a punto de morir, o al menos eso pensaba. Por ello, tiempo después, el piloto ha querido celebrar un año desde su nueva vida. 365 días desde que esquivó un accidente mortal para que todo quedara en una anécdota de la que aprender tanto él como el sector del automovilismo.
El piloto francés vivió numerosos altibajos tras ese accidente. Primero no había seguridad sobre qué lesiones iba a tener. Luego llegó su adiós a la Fórmula 1 con un mal sabor de boca por ese accidente. Y, finalmente, consiguió continuar con su vida profesional compitiendo en una IndyCar que sigue generando millones de euros y seguidores en todo el mundo. Pero, por si fuera poco, también dio una lección a todo el sector: el halo que tanto se criticó en su día ya había salvado otra vida.
El halo puede parecer un elemento muy simple como para evitar muertes encima del monoplaza. Sin embargo, los hechos confirman que es suficiente para minimizar los daños en un duro impacto. En forma de T curvada, el halo cubre la parte superior de los pilotos para servir de escudo ante cualquier choque frontal. En 2018 se instauró como obligatorio, pero su llegada causó mucho revuelo e incluso críticas de los propios pilotos. Por suerte, la organización mantuvo firme su decisión para hacer ver que es una figura indispensable en la Fórmula 1 de hoy en día.
De hecho, un año antes de que pasara a ser obligatorio, Romain Grosjean fue uno de esos pilotos que renegó del uso del halo. El francés veía el halo como un problema porque podía reducir la visibilidad de los pilotos en el circuito, bien a la hora de adelantar a un rival o simplemente para observar los semáforos y las banderas de la organización. Verstappen, ahora compitiendo por el título mundial, también se opuso. Y hasta Niki Lauda, histórico de la Fórmula 1 y superviviente de ella, criticó que acababa con el "ADN" de la competición.
Cuatro años después de esa batalla de posturas, la única realidad es que el uso del halo es eficiente. Romain Grosjean, uno de sus opositores, no dudó en asumir la responsabilidad de este elemento en que siguiera con vida. Una lección a grandes nombres de la Fórmula 1 y todo un punto a favor de la FIA para equilibrar la balanza de fuerzas.
De la muerte a una nueva vida
29 de noviembre de 2020. Romain Grosjean mira a sus últimas tres carreras con Haas. Será, además, su despedida de la Fórmula 1. El GP de Bahrein es uno de los últimos 'circos' en los que divertirse. Sin embargo, todo acabará en una tragedia con un mínimo final feliz: que no perdió la vida.
Grosjean, en una curva, se tocó con Kvyat a 241 kilómetros por hora. El piloto no pudo controlar la dirección y se chocó contra las protecciones a 192 kilómetros por hora. Estuvo dentro del coche 27 segundos mientras este estaba prendido en llamas. Grosjean no podía salir y fue entonces cuando asumió que iba a morir. "Estaba completamente atascado. Pensé que ese era mi día, que se acabó el juego". Pero no. Sacó una última fuerza de energía, pensó en sus tres hijos, y logró escapar del monoplaza.
A pesar del incendio, y en una nueva lección de la normativa de Fórmula 1, la ropa ignífuga que impone la competición evitó lesiones más graves de las vistas. Grosjean se dañó las costillas y el tobillo. También tuvo que recuperarse de unas quemaduras en las manos. Sin embargo, también se marchó con vida y capacidad suficiente para seguir compitiendo. Ese era su gran título mundial.
El piloto francés, tras una larga recuperación, tuvo que afrontar una nueva prueba: seguir compitiendo o retirarse después de este episodio. Decidió, pese a todo, seguir ligado al mundo del motor. Toto Wolf, además, le prometió que volvería a subirse a un Fórmula 1 tras el accidente y en mayo le permitió participar en unos entrenamientos con Mercedes en Francia. Tras ello, llegaría su gran salto a la IndyCar de la mano de Dale Coyne Racing.
A Grosjean le ha bastado una temporada -también con sustos- para enamorarse de la IndyCar. Y el pasado mes de septiembre, tras ese fogueo inicial, se hizo oficial su incorporación a Andretti Autosport con el objetivo de seguir en la IndyCar y pelear también en las 500 millas de Indianápolis. Un año después de volver a nacer, a sus 35 años sigue teniendo ganas de triunfar en los circuitos.
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