En 2011, delante de toda su familia, Sonny Bill Williams levantó la Copa Webb Ellis de campeón del mundo. Este sábado, ante Francia, en el Millennium Stadium de Cardiff, el tres cuartos de los All Blacks volverá a ser fundamental para Nueva Zelanda en su objetivo de convertirse en el primer país que revalida título.
Con un físico imponente, Williams ha saboreado las mieles del éxito en todos los deportes que ha practicado aunque el suyo no ha sido un camino fácil. De su lado siempre ha tenido un físico imponente que lo ha hecho un deportista polivalente. Con sus 1,91 metros de altura y 108 kilos es un jugador con una velocidad explosiva tanto en rugby league (13 jugadores) como en rugby union (15 jugadores). Además ha demostrado su fuerza y versatilidad no sólo en el campo, sino también sobre el ring. Hoy por hoy es el actual campeón de los pesos pesados de Nueva Zelanda, con un balance a su favor de siete victorias y ninguna derrota. Una explosividad que, por el contrario, le ha llevado a moverse en terrenos poco recomendables en otras ocasiones.
Un jugador hecho a sí mismo
Nacido en el seno de una familia humilde en los suburbios de Auckland, la ciudad más poblada de Nueva Zelanda, su padre tongano y su madre neozelandesa conformaron una de las típicas familias donde se entremezcla la diversidad de las islas de la Polinesia. En la principal urbe de entre todas las islas del Pacífico, a la familia Williams le costaba salir adelante mes a mes. De ahí la educación en el esfuerzo y el sacrificio, aunque pese a ser un chico tímido e introvertido, Sonny comenzó a destacar por su cualidades físicas.
Pronto comenzó en el atletismo y podría haber llegado lejos en la disciplina que hubiera querido: saltador, velocista o corredor de fondo, pero el deporte rey en Nueva Zelanda se cruzó en su camino. Para ayudar a pagar las facturas que se amontonaban sobre la mesa de sus padres, Sonny Bill Williams se lanzó a jugar al rugby 13 con solo 16 años. La mayor profesionalización de esta modalidad fue más que un aliciente y en 2002 saltó el Mar de Tasmania para aterrizar en Sidney y jugar con los Bulldogs.
Aunque no debutó hasta los 18 años en la principal liga de Australia (país donde el rugby 13 es muy seguido) pronto despuntó como uno de los mejores jugadores y ayudó a su equipo a conquistar el título en la temporada 2004/2005. Pese a no parar de jugar en ningún momento, la fama y el éxito superaron a su juventud e inexperiencia. Ahí comenzaron algunos problemas con el alcohol y más de un encontronazo con las autoridades.
Tres años después, totalmente recuperado, recibió la llamada del rugby 15. Pero no en su Nueva Zelanda natal, donde los All Blacks son los principales abanderados del país. Sonny hizo alarde de valentía y dio el salto a Europa para jugar en el Toulon francés, bajo las órdenes de su compatriota, el mítico ex capitán All Black, Tana Umaga. El presidente del Toulon, Mourad Boudjellal, el rey Midas del rugby, echó el ojo a esta estrella en ciernes para unirlo al elenco de jugadores liderados por el inglés Jonny Wilkinson. Eso sí, aunque su paso por Francia no le reportó títulos, sí le dio madurez, un mayor conocimiento de sí mismo y, sobre todo, fe, pues fue en 2008 cuando se convirtió al Islam.
En 2010, el Mundial en Nueva Zelanda llamaba a las puertas. Con 25 años e integrado en Francia, llegó la oportunidad de volver a casa y representarse a su país con los All Blacks. Para jugar con la selección de Nueva Zelanda, la federación tiene contratos con los jugadores para que jueguen en los equipos del país y disputen el actual Super Rugby (con equipos de Australia, Sudáfrica y Nueva Zelanda). Así que se desvinculó de Toulon y regresó a su tierra natal.
Su debut tardío un 6 de noviembre de 2010 frente a Inglaterra en Twickenham, con triunfo 26-16, no le ha impedido jugar hasta el momento 30 partidos con su selección, en los que ha anotado 9 ensayos (45 puntos). Tomó el relevo de otros portentosos jugadores de los All Blacks como la leyenda del rugby Jonah Lomu o Joe Rokocoko.
La hora de la verdad para los All Blacks
En lo que va de Mundial, Sonny ha jugado los cuatro partidos de la fase de grupos, dos como titular y dos como suplente, en los que ha anotado un ensayo. Ha pasado de ser ala a jugar en uno de los puestos importantes de la zaga como el segundo centro. Ahora, tras una primera fase impoluta, Nueva Zelanda jugará los cuartos de final ante el XV del Gallo, su eterno rival de los mundiales, para acabar definitivamente con los miedos del pasado.
Los All Blacks se cobraron buena revancha de las derrotas mundialistas anteriores ante los franceses en la RWC 2011, donde ganaron por partida doble. Primero en la fase de grupos (37-17) y, sobre todo, en la gran final (8-7) en un choque plagado de tensión y muchos nervios, donde primó más el corazón que la estrategia. Sin embargo, ahora quieren acabar con cualquier atisbo de recuperación gala. Donde fracasó la generación de Lomu (1999) y Rokocoko (2007), los ahora defensores del título como Williams, Carter, McCaw y compañía quieren mantener la supremacía sobre Francia y devolver aquellas derrotas.
Ironías del deporte, o quizás de la historia, ocho años después de la última derrota en un Mundial de los All Blacks, repiten el rival y el estadio, en el Millenium Stadium de Cardiff (Gales). Aquel fatídico 6 de octubre de 2007, Francia dio la sorpresa y ganó 20-18.
Para Sonny Bill Williams puede que sea su último mundial en rugby 15 pero en su futuro se presenta un nuevo reto tan explosivo como él. Tiene todas las papeletas para formar parte del plantel de Nueva Zelanda que disputará las Series Mundiales de Rugby a 7 esta temporada. Será una buena preparación para decidir qué 12 jugadores representarán a los All Blacks Sevens en los Juegos Olímpicos de Río 2016, donde esta explosiva modalidad de rugby será nueva disciplina olímpica. Sonny vuelve a estar ahí.