Existen pocos deportes que se identifiquen tan claramente con un país como es el sumo con Japón. Tanto es así que hasta la Asociación de Sumo presenta el deporte, apoyándose en la leyenda, como "la supremacía de los japoneses". En el país nipón nació este deporte, hace unos 1.500 años, y a día de hoy sigue siendo el único en el que se practica profesionalmente.
En Japón, una persona que se dedica al sumo, y más si lo hace con éxito, es un auténtico ídolo, un héroe nacional. Eso es en lo que se ha convertido Kotoshogiku Kazuhiro, luchador japonés de 31 años, que ha recuperado esa "supremacía" para romper una racha de diez años consecutivos sin que un japonés ganara uno de los seis grandes torneos que componen la temporada de sumo.
Kotoshogiku, de 180 kilos y 1,79 metros de estatura, ganó en el primer torneo del 'Grand Slam' del sumo, el de Año Nuevo, al mongol Ozeki Goeido, rompiendo así una etapa de casi sesenta torneos consecutivos sin victoria de algún luchador japonés.
El mencionado 'Grand Slam' está integrado por seis torneos, también llamados Copa del Emperador. Con una duración de quince días cada uno. Todos se disputan en Japón. La temporada arranca con el de Año Nuevo (en Tokio), sigue con el de primavera (en Osaka), se disputan dos más en verano (mayo y julio, en Tokio y Nagoya respectivamente), otro en septiembre (nuevamente en Tokio) y finalmente el de invierno, con el que se cierra la temporada en la ciudad de Fukuoka.
En estos diez años de sequía japonesa, el sumo estuvo dominado por combatientes de origen mongol, que ganaron 56 de los 58 últimos torneos. Especialmente destacado fue el 'reinado' de Hakuho Sho, que con 35 Copas del Emperador es ya el rikishi (así se conocen a los luchadores de sumo) más laureado desde la II Guerra Mundial. Entre el dominio mongol, dos europeos llegaron a ganar torneos: en 2008 el búlgaro Kaloyan Stefanov y en 2012 el estonio Kaido Höövelson.
Un deporte que pierde fuerza en Japón
La victoria Kotoshogiku ha espoleado a la afición japonesa, falta de ilusiones en un deporte que en los últimos años ha perdido mucha popularidad, especialmente entre los jóvenes.
La decadencia del sumo en Japón también ha venido por los numerosos escándalos que ha sufrido, desde ventas de entrada falsas, apuestas ilegales que afectaron a 14 luchadores, consumo de drogas de algunos deportistas o, la más grave, la muerte de un joven de 17 años en 2007, que falleció por golpes en un entrenamiento.
Fue entonces cuando se abrió un debate sobre las duras condiciones que sufren los jóvenes que eligen dedicarse al sumo. La vida de un luchador está altamente controlada por la Asociación de Sumo de Japón, que obliga a que pertenezcan a una heya, una especie de zonas de formación, con estrictas normas, en las que los luchadores entrenan y viven. Según un informe de la policía, el joven, que intentó huir de la heya, fue golpeado en la cabeza con una botella de cerveza. Entrenador y compañeros alegaron que se trataba de un accidente, algo que desmintió la propia autopsia.
Esto ha llevado a que un tercio de los profesionales del sumo no sean japoneses. En el último año, solo se construyeron 50 heyas, por las 200 anuales de hace dos décadas. Éstas solo pueden ser construidas por un oyakata, que son las personalidades más importantes dentro de una asociación (profesores, miembros de Juntas directivas...). Además, cada vez son más bajas las audiencias de televisión y son menos los jóvenes que practican sumo conscientes de su dureza.
Japón se aferra a su nuevo héroe
Kotoshogiku se ha convertido en la gran esperanza nipona. El japonés tan solo cosechó una derrota en los quince días de competición y sorprendió con su victoria en Tokio en el primer 'grande' de la temporada.
De padre albañil, a Kotoshogiku le vino la afición por el sumo cuando de niño acudió a una exposición sobre este deporte. Su primer combate profesional se remonta a 2002 y desde entonces su carrera no fue muy fructífera: desde que ascendió a ozeki en 2011, tiene más derrotas que victorias y en varias ocasiones tuvo que parar por lesiones (hasta tres lesiones de rodilla).
"Estoy emocionado porque estoy aquí ahora gracias a un gran número de personas que me apoyaron en el pasado y no recibieron los resultados que querían", comentó un Kotoshogiku emocionado al acabar el combate. Ahora se enfrenta a la presión de tener a un país entero pendiente de sus pasos, porque es el gran campeón que Japón lleva esperando diez años. La próxima cita será en Osaka, donde ya se ha levantado una expectativa que augura un lleno total.