Mientras el aficionado despierta del letargo invernal y se prepara para descubrir los nuevos monoplazas que serán protagonistas de un mundial a punto de dar sus primeros pasos, la Fórmula 1 busca desesperadamente salir de la espiral de involución en la que se ha sumido, por méritos propios, marcando una peligrosa tendencia de desapego entre los aficionados y la que debía ser la máxima categoría del automovilismo.
Normas indescifrables para un gran público que se adormece ante carreras con final fácilmente predecible, donde el salvaje ruido de los motores que debería mantenerles en vilo ha sido sustituido por unas silenciosas Unidades de Potencia. Estas piezas se actualizan a base de unas fichas (tokens), racionadas con cuentagotas entre constructores que invierten cientos de millones de euros en desarrollo para poner sobre la pista monoplazas poco más rápidos que un económico GP2. Los costes, eso sí, han llevado a la quiebra o al borde de ésta, a todos los equipos ‘independientes’ que no tienen un gran constructor de automóviles tras de sí que les pague facturas, de más de 20 millones de euros por temporada, para disponer de un propulsor.
Todo este cúmulo de circunstancias ha provocado la caída de las audiencias y el desapego del público más joven, aquel que debe sustentar la afición y el futuro de la categoría. La situación está haciendo reflexionar a las estructuras que manejan el timón de la F1.
La máxima competición se regula a través del Grupo de Estrategia, ente del que emanan las normas en vigor en el mundial compuesto por tres partes iguales divididas entre: FIA, organismo de gobierno con seis votos; FOM, detentora los derechos comerciales también con seis votos, y una representación de los equipos con unos componentes fijos: Ferrari, Red Bull, McLaren, Mercedes y Williams, al que se añade un sexto que rota en función de la clasificación final del mundial, aportando cada escudería un voto.
Bernie Ecclestone siempre ha sido reacio a dar el poder a los equipos. Sabe perfectamente que esta opción no funciona, como así ha declarado en diferentes ocasiones: “Hacen lo que sea para ganar”, por lo que cualquier acuerdo termina siendo imposible al anteponer sus intereses inmediatos al bien común de la Fórmula 1. Por este motivo las normas que deben cambiar los coches, la categoría, la sostenibilidad económica de la misma y el espectáculo para los aficionados se encuentra en una vía muerta, con el peligro que implica para una categoría que comenzará a planificar 2017 apenas arranquen los nuevos monoplazas que lucharán por el título en 2016.
CÓNCLAVE
Con el fin de solucionar esta situación, la semana pasada, rememorando los cónclaves organizados por el mítico Commendatore Enzo Ferrari, los grandes pesos pesados de la Fórmula 1 se dieron cita en Milán con el CEO de Pirelli, Marco Tronchetti Provera, como anfitrión.
Al cónclave no falto Jean Todt, presidente de la FIA, ni tampoco Bernie Ecclestone, FOM. Junto a ellos se sentaron Toto Wolff, director ejecutivo del equipo Mercedes dominador de los últimos dos mundiales, y Ron Denis, quien tiene en nómina al piloto mejor pagado de la categoría, Fernando Alonso. Con el fin de reverdecer los laureles de la época McLaren-Honda más gloriosa de su equipo, tras el duro revés de 2015, tampoco faltó a la cita Sergio Marchionne, responsable del grupo Fiat Chrysler y presidente de Ferrari, el equipo con más opciones a día de hoy para rivalizar con los alemanes por la plaza de honor.
Afortunadamente, la mesa de reuniones se abrió a los verdaderos protagonistas de los Grandes Premios. Los pilotos que en un nutrido grupo encabezado por Sebastian Vettel, Nico Rosberg, Felipe Massa o Kimi Räikkönen entre otros, quienes pudieron expresar sus puntos de vista y fundamentar las necesidades para ofrecer un producto espectacular a un público que piensa y vive las carreras como ellos.
RETOS 2017
Los retos para 2017 son, en primer lugar, la eliminación de los obstáculos para desarrollar las unidades de potencia. Para evitar el dominio actual de Mercedes, la única solución reside en permitir a Ferrari, Honda y Renault igualar las prestaciones del propulsor alemán, eliminando las restricciones que el sistema de fichas impone (actualmente el desarrollo de los componentes de un motor se divide en fichas, si Renault cambiara el sistema de combustión supondría un gasto 3 fichas de las 32 disponibles en un año, el 48% respecto de las 66 que permitirían cambiar toda la unidad de potencia).
Con la liberalización de la evolución, el equilibrio de fuerzas llegará por si solo, presumiblemente, nivelando el mundial. Aunque esto lleve consigo un incremento de costes que sólo los más ricos podrán permitirse. La voz de alarma la acaba de lanzar Adrian Newey al afirmar que: “Va a desatarse la locura por el gasto, las cifras que gastan los grandes fabricantes son para llorar, así que creo que para compañías como Renault, que no están preparadas para gastar esa cantidad de dinero, significa que el hueco se hace más grande y no más pequeño”.
La segunda demanda que todos en el paddock se hacen es cómo ganar en prestaciones y emoción en las carreras haciendo que los neumáticos jueguen un factor determinante. El nutrido grupo de pilotos presentes en la reunión ha demandado gomas con mayores prestaciones y Pirelli está dispuesta a ponerlas sobre la pista, incluyendo nuevos neumáticos traseros más anchos y grandes, como los de antaño. Pero para ello el desarrollo debe comenzar de forma inmediata, probando los neumáticos en coches con prestaciones similares a las actuales, cosa hasta ahora tabú y prohibida precisamente por la falta de acuerdo de los recelosos equipos.
Para poner fin a esta situación, Ecclestone ha lanzado un ultimátum para que antes de finales de febrero se acuerde un reglamento técnico de test exclusivo para Pirelli. En él se imponga un bien común, por encima de los intereses partidistas de cada equipo. Recordemos que la Fórmula 1 es un deporte en el que está prohibido entrenar durante la temporada.
A pesar de la importancia de la reunión en Italia, ningún documento o acuerdo ha sido sellado, como viene siendo habitual, aunque cuando Mr. Ecclestone se pone firme toda la Fórmula 1 debe prestar atención.
La reunión en Villa Bicocca degli Arcimboldi, ha marcado las premisas clave a llevar a cabo de cara a una nueva y trepidante Fórmula 1 a la que deberíamos asistir en 2017, al tiempo que ha dejado boquiabiertos a unos pilotos que, a pesar de formar parte del gran circo de la F1, no podían creerse la división y enfrentamiento existente en la actualidad entre los equipos para los que ellos mismos pilotan.