La escena tiene lugar en la pista número dos del torneo de Dubái y deja boquiabiertos a los pocos testigos que asisten a ella. El lunes a primera hora de la mañana, Justine Henin se viste de corto y exhibe durante un entrenamiento su revés a una mano, un golpe de museo que sigue manteniendo la misma belleza de siempre, como si no hubiese pasado el tiempo. El martes, y refugiada en unas gafas de sol negras, la belga se sienta en una silla colocada en la primera línea de la pista central para seguir de cerca la victoria de Elina Svitolina (6-3 y 6-1 a Jana Cepelova). A los 33 años, la ex número uno, retirada en dos partes (primero en 2008 y definitivamente en 2011), ha vuelto al circuito como asesora de la joven ucraniana, estrenándose en el banquillo de entrenadora. Tras soltar la raqueta, Henin ha hecho lo que tantas otras leyendas: coger la pizarra.
"Es muy bueno tener a Justine en mi equipo”, celebró Svitolina, que esta tarde se mide a Garbiñe Muguruza (0-2 en el cara a cara) buscando una plaza en cuartos de final. “He trabajado con ella en la pretemporada. Ahora, va a viajar con nosotros, uniéndose definitivamente a mi equipo durante algunos torneos”, añadió la número 21 del mundo, que todavía no ha acordado el número de semanas que Henin estará con ella. “Por supuesto que ha habido algunos cambios pequeños, pero estamos tratando de buscar algo nuevo que pueda renovar mi juego. Estoy deseando que llegue el trabajo duro”.
Con 21 años, Svitolina tiene un prometedor futuro por delante. Aunque ha dado pasitos (tres títulos, dos en pista rápida y uno en tierra batida), le queda mucho por hacer. Después de ganar Roland Garros en categoría júnior (en 2010), la ucraniana se refugió en Limelette, donde Henin tiene su academia. Allí nació la relación que hoy se ha convertido en una aventura profesional. “La conozco desde hace mucho tiempo”, recordó Svitolina sobre su nueva entrenadora. “He estado en su academia en Bélgica. Cuando gané Roland Garros me invitaron allí y estuve durante dos años y medio. La conozco desde entonces”.
EL PLUS DE LA EXPERIENCIA
“Yo veía a Henin bastante cuando era joven”, confesó Carla Suárez, una de las pocas que juega con el revés a una mano actualmente, como hacía la belga. “Al final, había muy pocas jugadoras con revés a una mano, pero a esa edad no dominaba el aspecto mental. No sé si Svitolina la ha incorporado por un tema táctico o por un tema mental”, apuntó la canaria. “Está claro que le puede aportar la experiencia por el nivel que tuvo ella. Quizás, con más tiempo también podría aportarle cosas tácticamente hablando”, cerró la número 11.
“Henin ganó cuatro veces aquí [en Dubái], pero es que tiene muchos resultados sorprendentes en otros torneos y también en los grandes”, recordó Svitolina sobre su nueva mentora, que construyó un currículo fabuloso durante sus años en la élite. “Es increíble poder contar con su experiencia. Tengo un gran respeto por ella, pero también lo tengo por mi entrenador. Al final, se trata de un trabajo en equipo. Lo que no tiene mi entrenador, lo tiene ella; lo que no tiene ella, lo tiene mi entrenador”, insistió.
Iain Hughes, su técnico desde el 2014, compartirá ahora la dirección de la carrera de Svitolina con Henin. Mientras que él se ocupará de seguir trabajando la parte táctica, la belga se centrará en compartir sus vivencias con ella, sin renunciar por supuesto a añadir cambios al esquema de juego que usa ahora mismo para alcanzar las victorias. “Hughes ha hecho un gran trabajo durante los últimos años, llevándome hasta el top-20. Estoy muy agradecida porque puedo ser muy dura, por lo que puedo decir tanto dentro como fuera de la pista. Soy muy perfeccionista, todo tiene que estar perfecto. Por eso, a veces es molesto, pero trato de seguir siendo realista. Así que mi entrenador es como un héroe”, se despidió entre risas Svitolina, que está encantada con su nuevo grupo de trabajo.
Henin vivió mil situaciones en su carrera. Ganó siete grandes. Se colgó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas en 2004. Tuvo que superar la muerte de su madre y también la de una de sus hermanas. Se convirtió en la primera jugadora en retirarse ocupando el número uno de la clasificación (2008), aunque luego regresó al circuito inspirada por la victoria de Roger Federer en Roland Garros 2009, escribiendo un breve retorno (dijo adiós definitivamente en 2011). Incluso vio cómo un astrónomo belga bautizaba con su nombre un asteroide. Ahora, sin embargo, se enfrenta a lo desconocido: tiene que trasladar con palabras todo lo que vivió como jugadora para que otra tenista pueda aprovecharlo. Un interesante reto para una campeona gigante.