Dorsal seis, gesto serio y, a sabiendas de que es guapo, buscando las cámaras. Así podríamos definir a Jay Cutler. Con su llegada a Chicago, el mismo año de la llegada de Cristiano Ronaldo al Real Madrid, Cutler podría haber sido el álter ego del delantero madridista en la NFL. Dos deportistas con trayectorias similares, que llegaron a equipos grandes en sus respectivas ligas con trabajo, dedicación y espectáculo.



También se les podría comparar fuera del campo, donde ambos son muchas veces ejemplo de atractivo personal ante las cámaras, y también de arrogancia de cara la prensa para llenar las portadas y ser atacados en las redes sociales.



Cuando pierden sus equipos, a los dos se les exigen responsabilidades en las gradas de sus estadios, a ambos les persignen las miradas por la calle, y cuando su vida sale en las revistas, siempre es acompañados de la chica más guapa del lugar. En definitiva, dos futbolistas, un delantero y un quarterback de perfil casi calcado.

El caso es que la reciente lesión del Jay Cutler durante el Monday Night Football americano de la semana pasada ha llevado a los Bears a analizar el futuro de su jugador franquicia (cobra 15 millones de dólares por temporada) dentro del equipo. El quarterback, que tuvo que ver desde fuera como su equipo seguía con su racha de derrotas el pasado domingo ante los Cowboys de Dallas, deberá pasar alejado de los terrenos de juego al menos otra semana.



En unos Chicagos Bears a la deriva esta temporada (ninguna victoria en tres enfrentamientos), la directiva se plantea si ha llegado el momento de poner fin a la era Cutler. Así, Cutler sigue dando que hablar a su sector más crítico de la NFL.

Jay Cutler, durante un partido contra los Eagles. Reuters



La temporada 2015, con seis victorias y 10 derrotas en temporada regular, volvía a dejar a los aficionados de Chicago preguntándose cuándo había empezado este declive. Tres entrenadores en cuatro temporadas e innumerables cambios tanto en plantilla como en directiva son la muestra de un equipo que no levanta cabeza, y al que los nostálgicos de la NFL empiezan a mirar decepcionados.

Criticado desde el primer día



Al igual que un delantero goleador, la posición de quarterback en un equipo de fútbol americano es de las más puestas a prueba partido tras partido. Jugando 16 partidos cada año de temporada regular, Cutler llegó a Chicago en 2009 tras su paso por los Broncos de Denver, equipo que le eligió en la primera ronda del Draft de 2006.



Capitán, líder, y estrella de los Broncos, Cutler aterrizaba en Chicago con el cartel de superestrella tras haber pasado la mejor temporada de su carrera en Denver, y con aspiraciones a mantener el ritmo ganador del equipo. De ahí la sorpresa de los espectadores de Chicago al ver como su quarterback terminaba la primera temporada en Soldier Field como el jugador con más balones regalados de la NFL.



Víctima de su ego



A Cutler no le costó aceptar su nuevo papel de jugador estrella en su nuevo equipo, y dada su estabilidad dentro del equipo titular de Chicago, los fans de Chicago dirían que dejó de luchar por alcanzar su mejor nivel.

Famoso por su actitud de estrella fuera del campo de fútbol, Cutler ha sido el blanco perfecto para las críticas sobre el rendimiento de los Bears, todo ellos pese a que el equipo lleve temporadas sin funcionar al completo. Su inconsistente juego y sus a veces visible falta de ganas, combinados con sus salidas de tono en lo extradeportivo, hacen que se le señale como el principal causante en cada derrota y cada bache.



Pero no todo en Chicago es culpa de Jay Cutler



Sin embargo, en siete temporadas con los Bears, los números de Cutler pasarán a la historia. Actualmente, el quarterback ocupa el primer lugar en la historia del equipo en pases completados (1.939), intentos de pase (3.134), porcentaje de pases finalizados (61.9), yardas lanzadas (22.384) y partidos con más de 300 yardas logradas (30). Además, de dos temporadas (2009-10 y 2014-15) con más de 20 touchdowns logrados en el año. Estos, sin ir más lejos, son números como los que le llevaron a la Pro Bowl de 2008 (equivalente a un All Star Game en la NBA). 

Jay Cutler corre con el balón. Reuters



Pese a todo ello, las estadísticas quedan en el anonimato al no igualar la balanza con los partidos en los que el equipo, el cual dirige como mariscal y rango de mayor importancia dentro del vestuario, no ha estado a la altura.



Los Bears, ganadores de la SuperBowl en 1985, ahora tienen la difícil misión de proseguir con la reestructuración del equipo. La llegada de un nuevo mánager la temporada pasada como John Fox, (antiguo entrenador de los Broncos) y la notable mejora del equipo pese a la predicción de cientos de analistas en la liga, dan pie a otro nuevo comienzo esperanzador en el estado de Illinois, ya sea con o sin el actual dorsal número seis en plantilla.

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