El ser humano lleva décadas conquistando, paso a paso, los lugares más extremos del planeta. Primero fueron los montes más altos, los polos, los desiertos, los océanos… En 2017 quedan pocos retos extremos en el mundo. El mayor, probablemente, tiene estos días nombre español. El de Alex Txikon, alpinista vasco que está inmerso en la escalada del Everest, el monte más alto de la tierra, en invierno y sin la ayuda suplementaria que da el oxígeno, algo que nadie ha conseguido antes.
Cada primavera centenares de personas masifican el campo base del techo del mundo para intentar pisar su cumbre. En invierno, sin embargo, la cosa es bien distinta. Temperaturas de hasta 60 grados bajo cero, rachas de viento de más de 150 km/h que bajan la sensación térmica hasta lo inimaginable, el aislamiento, las escasas posibilidades de rescate… Unos ingredientes que hacen que nadie se planteara el reto… hasta ahora.
Txikon salió de Bilbao rumbo a Nepal el 25 de diciembre y lleva ya tres semanas en el campo base equipando la ruta, junto a su compañero de cordada, Carlos Rubio, y cuatro sherpas. Un trabajo titánico de colocar cuerdas y escaleras para superar el glaciar del Khumbu en el que los dos españoles portean “como uno más”, lo que les ha valido el respeto y la admiración de la comunidad sherpa.
Desde los 23 grados bajo cero de su tienda de campaña en el campo 1, Alex y Carlos se muestran optimistas y dispuestos a seguir aclimatándose para intentar atacar la cumbre sin oxígeno. Además, con la ayuda de dos cámaras en el campo base y un dron, ruedan imágenes para un documental sobre la ascensión invernal.
Un reto que nadie ha logrado hasta ahora, y que no va a ser sencillo. Txikon lo tiene muy claro. “Las posibilidades de éxito son de entre un 5 y un 15%”, reconoce el alpinista vasco, que sin embargo sigue planificando el ataque a la cumbre y equipando la ruta “para intentarlo por todos los medios”.
Txikon es uno de los grandes nombres del alpinismo no solo en España, sino en todo el mundo. El más pequeño de 13 hermanos, fueron sus padres los que le inculcaron desde niño la pasión por la montaña, llevándole a subir al Gorbea por primera vez cuando sólo tenia tres años.
De ahí a los Pirineos, los Picos de Europa, los Alpes y con sólo 21 años coronó su primer ochomil, el Broad Peak. Desde entonces lleva unas 30 expediciones, trabajando en muchas como cámara de altura, entre otras para el programa de televisión Al filo de lo imposible, donde coincidió con otra leyenda del montañismo español, Edurne Pasabán.
Txikon, que ya ha ascendido a 11 de los 14 ochomiles del planeta, decidió en 2011 dejar las expediciones más mediáticas para embarcarse en “otra forma de hacer alpinismo”, esa que implica ir solo, y muchas veces en invierno. Caras norte, grandes paredes, nuevas rutas… hasta que en 2016 se convirtió en el primer ser humano en pisar la cumbre del Nanga Parbat (8.126 metros de altura) en invierno.
Fue allí, a más de treinta grados bajo cero y con sólo cinco horas de sol diarias, cuando Alex se dio cuenta de que escalar el Everest en invierno “es posible”. Antes que él, lo hicieron los polacos Krzysztof Wielicki y Leszek Cichy, en 1980. Y la última vez que se pisó la cima del mundo fue el 21 de diciembre de 1987, apenas dos horas después del solsticio de invierno, y lo hizo el sherpa Ang Rita. “Aquella no puede considerarse realmente una expedición invernal, porque aunque técnicamente hizo cumbre en invierno, la aclimatación y toda la expedición fue en otoño”, explican desde el equipo de Txikon, que no quitan mérito a las anteriores ascensiones, pero insisten en que la de Alex será “la primera expedición invernal y sin oxígeno al Everest en invierno”.
Por delante, el vasco tiene hasta el 22 de marzo para hacer cumbre y bajar. “Idealmente, el ataque a cumbre será a finales de febrero”, explica. Pero tiene claro que si las condiciones no se dan, se dará la vuelta. Como hizo en el primer intento del Nanga invernal, en 2015. “El monte seguirá allí el año que viene”, recuerda.
***Vídeo cortesía de Aitor Bares y Pablo Magister (Avista Multimedia)***