No es tenis, no es hockey hierba, y tampoco quidditch. Se llama lacrosse y, aunque pueda parecer nuevo, ya lo jugaban las tribus indígenas en en el siglo XV para disputarse las tierras con una pelota de piel de ciervo. Puedes haberlo visto en American Pie (o simplemente no lo has visto), y se juega con un palo de un metro acabado en cesta y una bola de caucho que es el terror de las porteras. Aprovechando que esta semana España juega por primera vez el Mundial femenino, en Guildford (Inglaterra), nuestras representantes, no reconocidas como 'selección', tienen un mensaje para el CSD: el lacrosse también es deporte.
España llega con más ilusión que juego a su primera cita mundialista. Muy lejos de las grandes potencias, las jugadoras se lo toman como una experiencia de la que aprender y con la que disfrutar de grandes duelos. Inglaterra, Canadá o Estados Unidos son intocables. Cuna de este deporte, los países norteamericanos tienen influencia directa en las representantes españolas. Cris Grijalba, 'team manager' del equipo, lo descubrió gracias a un hermano insistente que le trajo un stick de un viaje contra su voluntad.
"Le insistí una y otra vez en que no quería uno, pero se empeñó". Ahora, junto a Bea de la Fuente, es una de las pioneras en España. "La verdad es que cuando lo probé no me emocionó, había que correr mucho y yo había pasado ya esa etapa de correr. Pero el ambiente me encantaba, es parecido al rugby, muy familiar, me fui quedando y de alguna manera me engañaron para acabar en la portería. Cuando empiezas a ver que hasta los rivales se fijan en ti, te das cuenta de que puede ser tu deporte", explica. "Es increíble, en pocos deportes el rival te explica técnicas para mejorar incluso durante el partido, o te da un abrazo".
Precisamente en Estados Unidos vive una de las jugadoras más jóvenes, Marina Burke, de 19 años. Hija de madre española y padre estadounidense, descubrió el lacrosse a través de su hermano cuando ya residían en Kentucky. "El primer año es solo para aprender la técnica, pero es fácil mejorar. Acabé entrando en la universidad, allí es un deporte muy popular en las escuelas privadas femeninas", relata.
"El nivel es tan alto que este año ya he chupado mucho banquillo", bromea. Su caso es parecido al de Berta García, quien aprendió todo del lacrosse estudiando 4º de E.S.O allí. "La familia con la que vivía tenía una hija que lo practicaba. Me enseñó, y cuando volví a Madrid lo primero que hice fue meterme en Google para buscar equipo. Pensé que no existirían, porque antes de irme no tenía ni idea, pero sorprendentemente había dos equipos".
Las que no aprendieron en sus viajes, lo hicieron en la universidad a través de otro deporte. Patricia Vidal jugaba al baloncesto cuando un chico de la facultad le dijo que iba a crear un equipo de lacrosse. "Yo me apunto a un bombardeo", dice. Al principio llegaba con moratones en el ojo, bajo la mirada de cautela de su familia. Ahora hasta su madre bromea: "Al stick lo llama cazamariposas". También se ríe Eva Lago, ahora en Barcelona, cuando recuerda sus inicios: "Se pensaban que estaba jugando al quidditch, como en Harry Potter".
La técnica
La pelota vuela a gran velocidad, y hay que correr mucho, pero para disfrutar del lacrosse no es necesario tener un cuerpo atlético ni haber practicado mucho deporte anteriormente. Sólo tener intención de aprender porque, insisten, enseñan a todo el que quiera sumarse. Salvo que quieras ser portera, puesto que (casi) nadie recomienda.
"Tener portera es una especie de lujo", dice Eva. "La pelota es muy dura, de caucho, duele mucho. Hay que tener muchísimo valor para ser portera". Eva se introdujo hace seis años a través de la universidad en Madrid. Jugaba al fútbol, pero los chicos de su residencia lo practicaban inmediatamente después. "Un día lo probé y aquí estoy". Crearon un equipo femenino sin grandes pretensiones. "Simplemente para disfrutar. El nivel en España no da para mucho, es amateur, no puedes pensar en viajar o en que te pueda coger algún equipo del extranjero, de países donde realmente es profesional, como por ejemplo Inglaterra".
En Inglaterra vivió seis años Teresa Manero, otra de las veteranas del equipo. "Allí el nivel es muy alto en comparación, pero cuando me volví de Londres el año pasado me di cuenta de que en España hay una evolución enorme. Ha crecido mucho, cuando empezamos éramos cuatro gatos", explica. Acaba de salir de una lesión de ligamento cruzado anterior y llega muy justa físicamente al Mundial. "No me lo podía perder".
3.300 euros para ir al Mundial
España no jugará el Mundial como 'selección española', sino como Asociación Española de Lacrosse. Apenas hay 10 equipos en todo el país y el número de participantes es muy bajo, por lo que el Consejo Superior de Deportes no lo reconoce. Sin ese reconocimiento no llegan las ayudas para moverse. Después de desembolsar 1.500 euros por participante en el Europeo de 2015, ahora los gastos se disparan: cada una ha pagado 3.300 euros. Muchas habituales se han quedado en casa. "Hemos ido pagando unos 200 euros al mes", dice Eva. "Como quien compra un coche".
Marina necesitó abrir la página 'Go, Marina, Go' para asistir, además de vender camisetas. "Es un Mundial muy caro", explican. Por eso, Cris no asiste como jugadora, sino como 'team manager', con los gastos pagados. "Me caso, tenía que priorizar gastos".