"Nunca le he negado el saludo a ningún atleta, nunca he hablado mal de nadie, ni hecho gestos irrespetuosos. Yo sólo me centro en trabajar duro, en correr por mi calle lo más rápido posible. ¿Qué es lo que me hace ser el chico malo?". Después de aguantar decenas de preguntas sobre los abucheos que se escuchaban en el Estadio Olímpico cuando saltaba al tartán o cuando su rostro aparecía en las pantallas gigantes, Justin Gatlin entierra el discurso comedido y estalla. Le molesta que le interroguen más por su etiqueta de villano que por el hecho de haber derrotado al invencible Usain Bolt en la final de los 100 metros del Mundial de Londres. La última cuestión, con malicia, corre a cargo de un periodista africano: "¿Crees que la prensa británica ha sido irrespetuosa contigo?". "No lo sé", responde el sprinter estadounidense, sabedor de que su victoria revuelve las tripas a buena parte del mundo atlético.
Lo cierto es que el rechazo que genera Gatlin, de 35 años, nace de un pasado oscuro donde figuran dos positivos por dopaje; una mancha imborrable que le ha condenado desde su regreso en 2010 a ser el enemigo público número uno. Su oro en el Mundial de Londres, 13 años después de haberse proclamado campeón planetario por primera vez, es ahora la mayor reivindicación posible para el penitente que dice haber purgado sus pecados.
"Soy un velocista, he vuelto al deporte, he cumplido mi tiempo, he hecho servicio comunitario, he hablado con niños, inspirado a niños... Es todo lo que puedo hacer", dijo Gatlin, ligeramente molesto, en su defensa. "La sociedad perdona a la gente que comete errores y espero que el atletismo pueda entenderlo también".
Pero las 55.000 gargantas que abarrotaban este sábado el estadio londinense se manifestaron descaradamente en contra del campeón olímpico de 100 metros en Atenas 2004. Cuando el nombre de Gatlin fue coronado como nuevo rey de la velocidad, el público británico, tras un ligero momento de impasse, de no dar crédito ante lo que acababa de suceder, comenzó a abuchear sin perdón. "No estaba preocupado por los pitos, sólo quería ganar por la gente que cree en mí. No fui abucheado en 2010, 2011 ó 2012 en esta misma pista, ni en 2013, 2015 ó 2016. Y ahora, sí", dijo el estadounidense resignado.
Cuenta con el respeto de Bolt
El triunfo de Gatlin ha sido tildado por algunos de "victoria desastrosa" para el deporte; e incluso por ello le preguntaron en la rueda de prensa. Más allá de que un atleta que ha cumplido dos períodos de sanción por doping vuelva a ganar una medalla de oro en un campeonato del mundo, lo doloroso, el componente cruel, reside en que se produce el día de la despedida del atleta más rápido y más querido de todos los tiempos; la jornada en que el villano estropeó la fiesta de despedida de Usain Bolt.
Sin embargo, el jamaicano, que no sólo fue superado por Gatlin, sino también por el joven Chrisitan Coleman, no comparte las críticas hacia el que califica de "rival más duro" al que se ha enfrentado. "Durante estos años siempre he dicho que ha cumplido su castigo. Si está aquí, me alegro. Siempre le he respetado como contrincante y lo he tratado como a cualquier otro atleta. Se merece estar aquí, ha trabajado duro".
Aunque desde fuera pueda parecer lo contrario, los dos grandes velocistas de la última década mantienen una gran relación. Menos de una hora después de la carrera, Gatlin y Bolt, con la tensión más relajada, se sientan y hacen bromas delante de una marabunta de periodistas; ambos rivales congenian. Si al estadounidense le hacen una pregunta enrevesada, el jamaicano, que no pierde la sonrisa tras haber sido derrotado en la final de un gran campeonato por primera vez desde Daegu 2011, donde cometió una salida falsa, frunce el ceño.
Si bien Bolt, a pesar del decepcionante resultado, ni se plantea cambiar su decisión de retirarse, Gatlin no pone límite a su vida atlética: "Mi hijo me pide que aguante hasta los Juegos de Tokio 2020, pero yo iré carrera a carrera, año a año".
En Londres puede que haya triunfado el villano, y que esto le otorgue más energías para seguir compitiendo, pero el legado de Bolt, el bueno, el más grande, será eterno pase lo que pase.
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