En la calle, a escasos metros del Starfitness, en los bares, cae el primer aperitivo. Son las 12:00, queda olvidado el desayuno y lejana la hora de la comida. Es tiempo de tomar un pincho de tortilla o alguna tapa. Wastecley Moraes Costa Lima, sin embargo, no puede permitírselo. Querría, pero le es imposible. Llega a su gimnasio con un táper. Este miércoles, le toca pescado. No le gusta. Preferiría, por ejemplo, pedir una pizza de esas que lo vuelven loco o terciar conversación con una cervecita en la mano. “¡Con lo que a mí me gustan!”, bromea. En cambio, no puede. Este fin de semana, compite en el Arnold Classic de culturismo después de proclamarse campeón de Europa Masters. Y, claro, este brasileño, que trabajó de guardaespaldas en Madrid y es quinto del mundo en su categoría, no puede coger peso. Es lo que tiene el oficio.

Entrevista al culturista Wastecley Moraes Costa Lima



Lima, como pide que lo llame este diario, compite con España –tiene doble nacionalidad–, pero no esconde sus orígenes. Nació en Río de Janeiro (1975) en una época “muy distinta a la de ahora”. Entonces, “jugábamos en la calle, no había problemas de delincuencia, vivíamos muy tranquilos... Pero con la crisis el país está jodido. Mis amigos me dicen: ‘Ya no podemos hacer lo de antes’. Eso se ha acabado”, reflexiona mientras le ‘mete mano’ al pescado.



Entonces, claro, él jamás se imaginó trasladándose a Madrid. Ni siquiera se lo planteaba. Para qué. Vivía bien en Brasil y era feliz. Su padre trabajaba de gerente en una multinacional y él nunca tuvo excesivos problemas en su barrio, un lugar agradable donde “todos los vecinos se conocían”. Se crió junto a otros tres hermanos –él es el más pequeño– y, entre clase y clase, “soñaba con ser futbolista”. Se pasaba el día dando patadas al balón y corriendo. Era alto y flaco. “Y la gente se burlaba de mí, me decían que era un palo y tal...”, bromea.



Aquellos comentarios, sin embargo, no tuvieron nada que ver con su afición al gimnasio. Eso vino después. Antes, probó jugando al fútbol sala –“lo que más le gustaba”–, idolatraba a Romário, veneraba a la selección brasileña y era fiel seguidor del Vasco de Gama. Pero, claro, cuando comenzó a compaginar el culturismo y la pelota, su entrenador le puso pegas. “Me dijo que tenía que bajar de peso y, para qué engañarnos, me gustaba salir, beber cerveza… Y también había que correr, y eso nunca me ha entusiasmado”. Total, que lo dejó y cambió el césped y el parqué de las pistas de fútbol sala por las máquinas de musculación.

Wastecley Moraes Costa Lima posa en su gimnasio. Jorge Barreno EL ESPAÑOL



La primera vez que lo hizo fue con 14 años. Entró en un gimnasio y, mientras estudiaba –es profesor de Educación Física–, descubrió que aquello le gustaba. Subió de peso hasta llegar a los 110 kilos y saltó al ruedo. “Fue algo anecdótico. Un amigo me dijo: ‘No tienes cojones a prepararte para el campeonato Paranaense (el equivalente a lo que puede ser aquí el de la Comunidad de Madrid). Le dije que sí, me presenté y quedé segundo”. Y, desde entonces, compaginó su labor en el gimnasio con su trabajo: monitor de sala y guardaespaldas de diferentes empresarios brasileños.



DE LA OBRA AL MUNDO DEL CULTURISMO



A los 27 años, Lima decidió cambiar de aires. “Quería conocer mundo, nada más”, y eligió Madrid para empezar, donde vive su prima. “Al principio, me costó, incluso me peleé con mi chica, porque Brasil es muy bonito, pero también hay mucha corrupción”. Sin embargo, se quedó. Ganó dinero en la construcción, dio clases de samba y de spinning, hizo de monitor de sala… Incluso trabajó como guardaespaldas en Madrid.



Curró, aprendió el idioma y se metió de lleno en el mundo del culturismo. “Todo empezó, de nuevo, en una conversación en el gimnasio. En 2004, cuando estaba entrenando con un amigo, me dijo: ‘Te tienes que preparar al classic, ¡venga! Pierdes un poquito de peso y lo tienes hecho’. Acepté la propuesta y gané el campeonato de Madrid cinco o seis veces, y después el de Aranjuez y varios por los alrededores, y también fui campeón de España una vez”.



Y, tras conquistar la península, dio el salto. Ganó el Olympia de Liverpool en todas las categorías y se proclamó campeón de Europa Masters antes del verano. Montó su gimnasio –hace tres años– y este fin de semana se presenta al Arnold classic Europa. Desde 2004, no ha parado. Eso sí, lo ha conseguido a base de sacrificio. En las tres últimas semanas, por ejemplo, ha tenido que bajar cuatro kilos (de 27 a 23) para competir en su categoría. Eso por no hablar de otras cosas: “Dejar las cervecitas, no salir por la noche, no comer pizza ni helado...”. Y suma y sigue. “Sufro mucho porque no tengo más grasa y lo que me quito es músculo”.



Mientras tanto, le ha dado tiempo a convertirse en empresario. Hace tres años, montó el gimnasio Starfitness del que ahora es propietario. “Total, que entre las clases, la preparación, hacer el seguimiento a los alumnos… no tengo tiempo de nada. Mi hijo me dice que siempre estoy cansado”, bromea. Pero le da igual. Le gusta lo que hace. Ahora mismo, con seis empleados a su cargo, tiene entre ceja y ceja pasar la preselección de España para el Mundial Masters. Tiene 41 años y cuando se le pregunta por la retirada, responde: “Hay gente compitiendo con 65 y 70 años. Depende de tu cuerpo”. Y él, de momento, no quiere parar. El chico que quiso ser Romário se convirtió en Lima. ¡Y a mucha honra (y peso)!

Wastecley Moraes Costa Lima posa en su gimnasio. Jorge Barreno EL ESPAÑOL

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