Hablar de Carlos Viver como un “hombre de balonmano” parece, a priori, una perogrullada, algo evidente, una necedad. Sin embargo, no lo es. Esa expresión, hueca para cualquier persona ajena al mundillo, implica mucho para los fieles. Significa que el seleccionador, más allá de ser “buena persona o buen tío” –como reconocen desde su entorno–, es un tipo que vive por y para el deporte que pregona. Alguien que lo ha disfrutado, que lucha por él, que conoce sus valores y los pone en práctica en su día a día. Visto así, incluso, podría parecer que hablamos de una religión. Y quizás lo sea. Lo cierto es que el nuevo técnico de España es uno de esos ‘hombres de balonmano’. Y esa etiqueta, de primeras, le dio el respeto de todos. Pero sus virtudes deportivas –más allá de las culinarias, dignas de MasterChef y muy comentadas por sus conocidos– van mucho más allá…
En lo meramente objetivo, Carlos Viver (Granollers, 1973) ha conseguido dos victorias ante Angola y Paraguay, y una derrota frente Rumanía (19-17) en el arranque de este Mundial. Y, además, ha promovido la regeneración (hay hasta seis jugadoras nuevas respecto a anteriores campeonatos). Para eso lo llamaron. Jorge Dueñas, su predecesor, el técnico más exitoso de la historia del balonmano español con la selección (consiguió un bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012, un bronce Mundial en 2011 y sendas platas europeas en 2008 y 2014), dijo adiós. Cerró una etapa y abrió otra.
Carlos fue nombrado seleccionador en febrero y empezó a confeccionar su equipo rápidamente. José Ignacio Prades, su ayudante en este campeonato y entrenador del Mecalia Guardés, fue uno de los que llegó de su mano. “Me llamó y me dijo que le encantaría que estuviera aquí”, reconoce, en conversación con EL ESPAÑOL. A ellos dos se les unieron el preparador físico Robert Cuesta, el doctor César Flores y la fisioterapeuta Erola Madrigal. Tres hombres y una mujer, todos vinculados al mundo del balonmano y en contacto desde entonces para llevar a la selección a buen puerto.
De entre todos ellos, José Ignacio, su ayudante, es una de las personas que mejor lo conocen dentro de la expedición que ha acudido al Mundial. “Coincidí con él en el curso nacional de entrenadores y luego empecé a tener más trato cuando su mujer se fue a jugar a Elche”. Antes, lo había visto y disfrutado como jugador. “Era un extremo de mucha calidad”, reconoce. Y apostilla: “Fue un hombre de club”. Porque Carlos Viver pasó prácticamente toda su carrera en el Granollers: llegó a la primera plantilla en 1992/93 con 19 años y se retiró en 2008 en el mismo equipo. Sólo en la 99/00 jugó en otra entidad, en el Teucro.
COCINILLAS, ‘FRIKI’ Y CICLISTA
Carlos se retiró y decidió dar el salto a los banquillos. ¿Dónde? En su club de siempre, en el Granollers. Entrenó a la sección femenina del club y después, tras subir al equipo a División de Honor, empezó a dirigir a los chicos. Cumplió con creces en una entidad modesta y fue llamado para ser seleccionador. Mientras, ha compaginado su pasión con sus hobbys. “Le gusta mucho montar en bicicleta, es un profesional, y creo que los de MasterChef están intentando ficharlo para la próxima edición. Es un buen cocinitas. En alguna ocasión he estado en su casa y nos ha hecho arroz negro con tinta de calamar. Eso le sale perfecto”, bromea José Ignacio.
En este Mundial, sin embargo, no tiene tiempo para otra cosa que no sea balonmano. “Es que somos muy frikis de esto”, añade José Ignacio. Y los resultados, de momento, han ido llegando. “En los viajes visualizamos partidos. Le encanta desgranar y analizar, y tiene en cuenta cuando son los momentos de desconectar”, sigue contando su ayudante.
Que las ‘Guerreras’ escuchen reguetón tampoco lo lleva mal. “Es un buen tío, tiene un gran corazón, buena gente”, cuentan. Y sus jugadoras lo agradecen. “Hace que la gente se sienta feliz, útil. Y luego no es de hablar mucho ni de dar grandes discursos. Es claro y conciso. Pero, sobre todo, tiene facilidad para ver el balonmano y transmitirlo”. Y eso, a día de hoy, es lo más importante. Él responde desde el banquillo y sus pupilas lo hacen en el campo. Y si llegan los triunfos, ya tendrán tiempo de disfrutar de sus virtudes culinarias, en MasterChef, en Granollers o donde se tercie. De momento, los partidos contra Francia (jueves, 20:30 horas) y Eslovenia (viernes, 20:30 horas) son lo único que les importa a todos.
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