Estas primeras dos décadas del siglo XXI han sido especialmente satisfactorias para el deporte español, que se ha postulado como uno de los más dominantes en el mundo. El fútbol y el baloncesto han sido vitales para impulsar la marca España a lo largo ancho del planeta Tierra.
Lo mismo ocurre en el mundo del tenis con la irrupción de Rafael Nadal, considerado el mejor deportista español de todos los tiempos. Sus lista de victorias y títulos no deja de engordar y allá donde va, porta el estandarte del deporte patrio. Así ocurría también en el mundo del motor, donde los españoles han dejado huella tanto en Fórmula 1 con los dos campeonatos del mundo de Fernando Alonso, como en motociclismo, con el dominio de pilotos como Marc Márquez o Jorge Lorenzo.
Pero hay más deportes a los que a duras penas se les presta atención. Disciplinas a las que tan solo se recuerda cuando llegan los Juegos Olímpicos. Un evento donde no se han conseguido resultados óptimos para potenciarlas desde el éxito de Barcelona 92, cuando la delegación española concluyó su participación con 22 metales. Un resultado que el deporte patrio no ha sido capaz de mejorar tras seis ediciones celebradas hasta la fecha.
El renacimiento del atletismo
Pero la historia está cambiando y, muy poco a poco, disciplinas caídas en el olvido como el atletismo están resurgiendo de sus cenizas gracias a la irrupción de deportistas de talla Mundial. Bruno Hortelano es el máximo exponente de esta. El atleta madrileño no deja de romper récords y, todo esto, tras un accidente que casi le cuesta la vida.
Pese a ello, Hortelano no ha dejado de trabajar, además de para volver a correr, "para salvar mi vida". Un espíritu de superación digno de un atleta de enormes dimensiones. El 22 de julio de este año, dos años después de su accidente, el español rompió el récord de España de 200 metros de nuevo. Ya lo hizo en los Juegos de Río del 2016, cuando paró el crono en 20.12. Esta vez, Hortelano lo rebajó hasta los 20.04. Una hazaña que insufla esperanzas al atletismo patrio de cara al Europeo de Berlín.
Como también lo hace Óscar Husillos. El cuatrocentista pulverizó el récord de Europa y, a su vez, el récord de España con 44.92 segundos en el Mundial de Birmingham celebrado el pasado marzo. Uno de los máximos exponentes del nuevo y rejuvenecido atletismo español al que se ha incorporado la joven María Vicente que, con tan solo 17 años, se ha coronado como la mayor esperanza de esta disciplina en décadas al proclamarse doble campeona de Europa sub 18 en heptalón y triple salto.
Nueva era en la piscina
Pero la cosa no queda en los deportes terrestres, sino que también se traslada al agua, aunque no en competiciones de natación, sino en waterpolo. Un deporte en el que España ya ha cosechado grandes éxitos en las últimas décadas, sobre todo desde que la selección masculina se alzara con la plata en Barcelona 92 y el oro en Atlanta 96.
El pasado fin de semana, el waterpolo español volvió a tomar un cariz de importancia que hacía tiempo no se recordaba, sobre todo en disciplina masculina. En el Campeonato de Europa de Barcelona, los chicos de David Martín cayeron ante Serbia en la final, pero lo hicieron con honores, sin dejarse doblegar y exigiendo al máximo a sus rivales. Los penaltis condenaron al conjunto nacional, que se lleva una plata que sabe a oro y abre la puerta a "una gran generación" y a las próximas competiciones.
Sin embargo, la situación era mucho mejor para la selección femenina que, desde 2008, ha sumado a su palmarés seis metales. Los Juegos de Londres 2012 fueron el impulso que necesitaba un deporte caído en el ostracismo. En su primera participación, España le disputó el oro al duro combinado de Estados Unidos, pero acabó sucumbiendo y se llevaron una plata que catapultó al Waterpolo femenino en España.
En el Campeonato de Europa de Barcelona, las chicas se alzaron con otro metal. No pudieron acceder a la final, como sus compañeros, pero arrasaron a una Hungría que no supo por donde le venían los golpes del ambicioso equipo español. 6-12 concluyó el partido y las jugadoras de Miki Oca se colgaron el bronce al cuello para cerrar una década extraordinaria.
A todo ello hay que añadir, el cetro continental recuperado por el hockey patines cuatro años después al vencer a Portugal en la final por 6-3 y la Eurocopa sub 19 de fútbol ganada por la selección femenina ante Alemania. Un paso más en el deporte rey y en el que el gran momento de las categorías inferiores hace soñar con repetir muy pronto los éxitos en la absoluta.
El futuro del deporte español está en buenas manos y no deja de dar esperanzas a los españoles que ven cómo se ha mejorado el trabajo de cantera y el fomento de este tipo de disciplinas. El próximo objetivo será en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, donde España deberá de dar el do de pecho y superar la difícil barrera de los 22 metales de Barcelona. Un hito que inspiraría a los nuevos talentos de cara al futuro.
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