Hace siete años, Sergi Mingote dejó la alcaldía de Parets del Vallés (Barcelona) tras dos legislaturas para emprender un nuevo proyecto personal: el de convertirse en uno de los mejores alpinistas del mundo. Y lo ha conseguido.
El alpinista catalán llegó hace unos días a la cima del Dhaulagiri (8.167 m), coronando así una de las montañas más altas del mundo. Y lo hizo con mucha dificultad. Es su séptimo ochomil en tan solo 444 días y sin oxígeno suplementario, algo que nadie había conseguido en la historia.
Mingote anunció hace unas semanas que su próximo objetivo era intentar completar las ascensiones sin oxígeno de los catorce ochomiles en menos de mil días. Una cuenta atrás que se inició el verano del año pasado. Desde entonces no han pasado ni quince meses y Sergi ya ha alcanzado el ecuador de su proyecto: Broad Peak, K2, Manaslu, Lhotse, Nanga Parbat, Gasherbrum II y Dhaulagiri. EL ESPAÑOL ha podido hablar con él.
¿Cómo entra el alpinismo en tu vida?
Siempre he hecho deporte y ha sido una parte más de mi vida. En el año 1993 hago mi primera experiencia en montaña en Ecuador tras subir cinco volcanes. Veo que me adapto bien y que empiezo a sentir pasión por el alpinismo. Todo esto me ha llevado después, durante muchos años, a realizar muchas expediciones durante todo el mundo. También he hecho ironmans y ultramans. Todo esto me ayudó para mejorar mi alpinismo.
¿Qué es para ti el alpinismo?
Es algo que ha cambiado mi vida y la de mi familia, pero para bien. Además, me ha aportado mucho. Me ha enseñado que se puede ver el mundo y la vida de muchas maneras. Siempre que acabo una montaña, soy como mejor persona. Es un estilo de vida.
¿Te dedicas a otra cosa?
No. Solo profesionalmente a la montaña.
¿La vida del alpinista es muy dura, sacrificada y peligrosa?
Sí. Tiene una parte de riesgo importante ya que en esas alturas todo es muy extremo, pero existe también una parte de aprendizaje muy bonita. La alta montaña tiene mucho riesgo, pero lo importante es hasta cuanto estás dispuesto a asumir el riesgo. La relación con la montaña tiene que ser muy especial.
¿Hay que tener respeto a la montaña?
Sí. Y nunca lo vamos a perder. Hay que saber entenderla, cuando puedes subir o no. Es una de las cosas que se aprende a base de expediciones. Si no tienes respeto, puedes acabar muriendo. En cada expedición veo a muchos que no vuelven a casa. Yo he tenido que hacer rescates, incluso se ha muerto una persona en mis brazos. Hay que saber muy bien lo que uno hace, porque estás jugando con tu vida.
¿Qué ocurrió en esa muerte?
Tuve que ver cómo se moría en mis brazos Ivan Tomov el año pasado. Fue un momento y una situación muy dura. Era un compañero de montaña y una persona que luchó por sus sueños. Lo hizo sin oxígeno y al bajar empezó a tener un edema cerebral y no lo superó. Todo esto te hace ver las exigencias de la montaña y hay que estar preparado para estas cosas, ya que pueden suceder. Fue una situación complicada y siempre quedará en mi recuerdo.
¿Cómo se recupera uno de algo así?
Uno ha de saber cuando lleva muchas expediciones que en la alta montaña puede ocurrir. El cuerpo se va haciendo más duro y vas asumiendo estas situaciones. Uno cuando afronta retos así, puede morir. Es muy importante que cada uno sepa que puede ocurrir y asumirlo
¿Qué tal en tu última experiencia en el Dhaulagiri?
Esta montaña forma parte de los 14 ochomiles que hay en la tierra. Conseguí acabar seis ochomiles en un año y nadie había conseguido hacerlos todos ellos sin oxígeno. Nació un proyecto en el que quiero hacer en mil días las 14 montañas más altas de la tierra. La séptima que he hecho es el Dhaulagiri y hacía dos años que nadie la subía. Ha sido una experiencia muy complicada con mal tiempo y muchos vientos. El día de llegar a la cima estuve 16 horas y otras seis más en la bajada. Fue una situación muy extrema. Llevó ahora la mitad del proyecto, siete ochomiles en 444 días y quiero subir todos los ocho miles, me quedan siete, en un periodo de mil días.
Cuando coronaste el primero, ¿imaginaste que subirías siete?
No. Era un proyecto que tenía pocas posibilidades de triunfar porque no se había hecho nunca en la historia, pero cuando vas sumando montañas, luego todo parece más fácil y vas creyendo más en las posibilidades. Médicamente, tienen que pasar seis meses en lo que se refiere a la recuperación de un ochomil a otro. Estamos haciendo algo que nunca se había hecho y me da mucha motivación. Es un proyecto innovador.
¿Cómo es eso de sin oxígeno?
No tener una bombona. En los ochomiles, la mayoría de las expediciones van con bombonas. Yo nada de nada. Me enfrentó a la montaña directamente a pulmón y todo eso hace que sea mas complicado.
¿Qué fue lo mas difícil del Dhaulagiri?
La bajada. Tuvimos caídas de muchos compañeros. Es una montaña muy exigente.
Cuando coronaste, ¿que se te pasó por la cabeza?
Cuando llegue a la cumbre, lo primero que se me pasó por la cabeza era que estaba conseguido, me bajo ya. Disfruté también mucho del momento.
¿Tuviste un pequeño susto en la bajada, no?
Sí. Se hacía tarde y ya era de noche. Había varias cuerdas y el anclaje de una de ellas se rompió, pero al final no ocurrió nada y lo solventé. Los sustos así pueden acabar con la vida de uno.
¿Por qué hace un año no pudiste subir el Dhaulagiri?
La idea era subir la montaña, pero no pude debido a que había vientos superiores a 90 kilómetros hora.
¿Hace siete años estabas en una alcaldía en Parets del Vallés y ahora subiendo montañas, no?
Sí. Pasé de ser alcalde a alpinista. Cuando uno hace estos pasos tiene que ser por decisión propia. Tenía claro que quería estar en dos legislaturas. Lo anuncié cuando empecé y cuando acabé di el relevo para empezar un proyecto personal.
¿Qué piensas de todo lo que está ocurriendo en el Everest?
Pasa como en muchas montañas. Es la más alta del mundo, muchas personas que no son alpinistas tienen el sueño de subirla y suceden cosas que no pasan en otros lugares. Son personas sin experiencia y ocurren situaciones que no son las más idóneas.
¿Se debería regular la entrada al Everest?
Sí. La regulación pasa por los gobiernos y que den permisos. Todo eso pasa por la experiencia. Solo con decir que es necesario haber subido otro ochomil, se reduciría casi el 95% de personas que van. Regular se puede, pero es difícil porque es una fuente de ingresos muy importante para los gobiernos y chocan los intereses económicos con deportivos y medioambientales. Debería importar la vida de las personas, pero los intereses económicos se ponen por encima de los intereses de las personas.
¿Merece la pena correr el riesgo de ser alpinista sabiendo que es posible morirse?
Sí. Intentamos controlar al máximo el riesgo. Es una pasión que tiene riesgos, pero merece la pena.
¿Has pensando en tomarte un descanso?
Ahora no. Durante una temporada sí y me fue muy bien. El cuerpo me lo pedía y hay que saber escucharlo. Es un deporte de mucha exigencia, pero ahora estoy muy bien.
¿Eres uno de los mejores alpinistas españoles?
No lo tengo que decir yo. Pero mucha gente opina que sí.
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