Un viejo proverbio africano dice así: "Si quieres ir rápido ve solo, pero si quieres ir lejos ve acompañado". A priori es una frase que no parece tener relación alguna con el rugby; al menos para los que desconocen lo que rodea a la práctica de este deporte. Ocurre que al otro lado del charco, en la ciudad argentina de Alta Gracia, vive Mariano un ejemplo de lo lejos que se puede llegar si la compañía es la adecuada.
A sus 34 años Mariano juega a rugby con niños que no superan los diez o doce años. Disfruta con ellos como si fuera uno más. Sirva el ejemplo de un vídeo que se hizo viral hace tiempo en Argentina para comprobar lo que la mayoría de los expertos en deportes inclusivos opinan: lo que la genética separa a las personas la actividad deportiva lo puede volver a unir.
En el campo nadie mira con extrañeza a Mariano. Pasarle el balón con naturalidad es sinónimo de interpretar de forma correcta uno de los valores que mejor define al rugby, esto es, el compañerismo. Todos participan. Incluso van al ritmo que marca Mariano.
El rugby es a veces una forma de vida muy poco conocida por el gran público porque está alejada del foco mediático y de las estrategias de marketing. Es lo que separa a un deporte noble de los convencionalismos. Fruto de ese espíritu, en el club de Alta Gracia nació la idea de inventarse una jugada para hacer feliz a su jugador más carismático.
La bautizaron como "La gran Mariano". Se ejecución, a priori, es bastante sencilla. Mariano coge el balón en su propio campo, sortea a todos sus rivales y se tira en plancha tras la línea de marca para lograr el ensayo. Algo nada sencillo; ni siquiera para un profesional. Se trata, en definitiva, de olvidar lo importante para conseguir lo imposible.
La jugada llegó a oídos de los jugadores de la selección argentina. En un vídeo de YouTube se ve al otrora capitán de Los Pumas, Agustín Creevy, explicando a Mariano en una videoconferencia que tratarían de hacer la misma jugada ideada por su club en el Mundial de Inglaterra contra los míticos All Blacks. A Mariano le brillaban los ojos. Tanto que parecía que iba a romper a llorar en cualquier momento.
No todos los días hablas con tu ídolo y le oyes decir que entre sus planes estaba sorprender al mejor equipo de rugby del planeta con una jugada inventada por sus amigos de Alta Gracia. Una vez más la diferencia se convertía en un valor y no en una limitación.
Eso, el rugby lo lleva en su ADN. Mariano ocultó su emoción en el regazo de su madre durante unos segundos hasta que con la voz entrecortada pudo dar las gracias a su manera. La inclusión de una persona con discapacidad debe ser lo más parecido a lo que sintió Mariano con aquella llamada y no la fría definición que aparece en los diccionarios.
La idea de crear un equipo de rugby inclusivo la trajo a España el Gaztedi de Vitoria. "La iniciativa partió hace siete u ocho años de uno de nuestros jugadores (David Izquierdo) que trabajaba como orientador educativo en Down Araba Isabel Orbe", explica el presidente del club alavés Moisés San Mateo. Poco tiempo después el proyecto comenzó a tomar forma.
El plan en España
Primero apostaron por mezclar personas con y sin diversidad funcional a jugar a rugby. El novedoso plan llegó a oídos de los organizadores del primer mundial de Mixed Ability Rugby celebrado hace cuatro años en Bradford (Inglaterra), que invitaron al Gaztedi. Fue allí donde comprobaron de primera mano que en Gales (Llanelli Warriors y Gladiators) o en Inglaterra (Bumble Bees y Sunday Well Rebels) ya existían este tipo de equipos desde hace más de 30 años.
Todos ellos jugaban bajo un denominador común: poner en valor la diversidad de las personas y permitirles participar desde la perspectiva de que todas tienen cabida porque cada una aporta algo diferente que enriquece el juego.
Las reglas son las mismas que cualquier otro partido oficial, incluidas las dimensiones del campo. Solo hay un par de excepciones. Por seguridad se pacta la melé, esto es, la gana el equipo que introduce el balón y antes de iniciar el partido los capitanes de ambos equipos acuerdan junto con los árbitros el nivel de los placajes.
El presidente del club alavés hace mención a un hecho ocurrido en Bradford sin apenas eco mediático. El Gaztedi no ganó pero le dieron una recompensa aún mayor: el galardón al club más inclusivo, el "Spirit of Mixed Ability Trophy". El premio es otorgado por los árbitros al final del partido. Cada uno puntúa con un máximo de tres puntos y un mínimo de cero los valores recogidos en la World Rugby: pasión, integridad, respeto, disciplina y solidaridad. Al final del campeonato el equipo con más puntos obtiene el trofeo.
En Vitoria entrena un grupo de más de 40 chicos y chicas de distintas categorías. No pueden competir en una Liga oficial. Solo disputan partidos amistosos con equipos cercanos como Hernani, Getxo, Universitario Bilbao y con menos frecuencia con clubes más alejados geográficamente. Quien mejor conoce los objetivos del club en materia de rugby inclusivo es David Izquierdo: "Lo que queremos es fomentar la autonomía de las personas con y sin discapacidad con los valores intrínsecos al rugby como son la disciplina, el respeto y el trabajo en equipo".
Izquierdo, orientador educativo, habla con indisimulada pasión de su trabajo. "Empezamos (siempre habla en plural) en 2012 con un grupo de personas adultas que vinieron a entrenar y se juntaron con los jugadores. Todo terminó con un tercer tiempo". A partir de entonces surgió la idea de entrenar una vez al mes y al poco tiempo los entrenamientos ya se hicieron semanales. "La metodología se distorsiona si sólo se hace mensualmente y si se hace cada siete días se consiguen mayores beneficios", explica Izquierdo.
Un derecho de todos
A lo largo de estos casi once años el club tiene varios equipos donde mezcla gente con o sin discapacidad porque, según Izquierdo, "todos tienen derecho a practicar y disfrutar del deporte que más les gusta". Si a eso se añade que las personas con diversidad funcional tienden al sedentarismo la práctica del rugby se hace aún más aconsejable. El Gaztedi pensaba acudir también este año a Cork (Irlanda) para disputar la tercera edición del Mundial Mixed Ability, sin embargo. el Covid-19 frustró su sueño y lo ha dejado aplazado hasta el año que viene.
Sus dirigentes quieren impregnar a estos deportistas de los valores del rugby para satisfacer sus necesidades de apoyo "desde las más básicas hasta las más significativas". Como suele decir el profesor de la Universidad de Salamanca, Ángel Verdugo: "Sin oportunidad de nada sirve la capacidad".
A esta reflexión David Izquierdo añade: "Queremos romper un montón de barreras y eludir las zancadillas. Si la inclusión es posible en el rugby, ¿por qué no puede serlo en otros ámbitos como puede ser el laboral, la educación o la vivienda?". De momento su buena labor ha sido recogida en el último número de World Rugby Magazine, la revista especializada en el rugby más leída del mundo.
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