El Covid-19, la famosa enfermedad que ha llegado con la intención de arrasar el mundo, sigue causando poderosos estragos en el deporte, especialmente en las zonas que más fuerte está golpeando la dureza de esta pandemia que será recordada para siempre como uno de los grandes males de la historia.
Estados Unidos sigue siendo una zona de alto riesgo, uno de los países más castigados debido a su altísima población y a su mala gestión de la crisis. Por ello, el deporte en el gran país americano está sufriendo casi como en ningún otro.
A pesar de que muchas disciplinas están volviendo, como la NBA o la MLS, lo están haciendo en unas condiciones inestables, con muchas dudas y con bastantes opciones de crear problemas bastante graves. Es un hecho que no han sabido crear protocolos tan altamente eficaces y fiables como los que en realidad necesitan debido a su grave situación.
Otros como el ciclismo, el motociclismo o el tenis, que sigue a vueltas con el US Open, tienen una imposible o una muy difícil solución, y sus vueltas apuntan a cancelaciones y a próximas ediciones en años futuros en los que la situación del coronavirus esté controlada.
Sin embargo, existe una disciplina cuyos propietarios no están dispuestos a detener y se plantean llevarla a cabo a toda cosa. Se trata de la Major League Baseball, o MLB, la liga de béisbol americana que, a pesar de haber registrado varios positivos, de tener partidos suspendidos y equipos encerrados en diferentes zonas sin poder viajar, no se plantea una cancelación bajo ningún concepto. Al menos es así hasta que un suceso grave de verdad paralice a todos los jugadores e incluso a toda la sociedad estadounidense, muy dada a eso de globalizar los sentimientos.
El drama de los Miami Marlins
La situación actual de la MLB está en claro riesgo. Las circunstancias por las que atraviesa Estados Unidos, una de las zonas más afectadas del mundo, está teniendo su fiel reflejo en la liga de béisbol. Especialmente, en el equipo de los Miami Marlins, que tienen en su propio seno un gran rebrote de contagios que atemoriza al resto de equipos de la liga, aunque no así a los propietarios de la competición, que no se plantean la opción de una cancelación bajo ninguna circunstancia.
El equipo de Florida acumula en estos momentos 13 positivos, con 11 jugadores de la plantilla contagiados más dos miembros del personal. Esto provocó que los Marlins se tuvieran que quedar en Philadelphia tras la finalización de su serie jugada contra los Phillies, lo que ha provocado que ya no hayan podido disputar su encuentro de esta semana contra los Orioles de Baltimore.
Las noticias son bastante alarmantes, aunque en un primer momento los casos reportados en la plantilla fueron de 14 y finalmente solo se han contabilizado 11. No obstante, el número de contagiados va en aumento desde el fin de semana, ya que cada vez se realizan pruebas en el seno del equipo se confirman más positivos.
Las diferentes organizaciones encargadas de tomar las decisiones respecto a la liga decretaron que el equipo no podía viajar hasta Miami, punto de Florida y de todos Estados Unidos en el que mayor número de casos se han reportado. Las primeras hipótesis de los estudios que se han realizado han terminado por concretar que la vía de contagio que más opciones tiene procede de Atlanta, cuando el día previo al Opening Day que realizó el equipo después de jugar su último partido de preparación frente a Los Braves.
Una victoria con positivos reconocidos
La gravedad del asunto es bastante mayor de lo que la organización de la MLB quiere ver. Un equipo ha estado 'suelto' por su liga con jugadores contagiados y no se ha parado su circulación hasta el punto de que ya este pasado fin de semana habían disputado un encuentro cuando varios jugadores se tuvieron que quedar fuera por positivos. Lo cierto es que los Miami Marlins no notaron en exceso las bajas al vencer a los Phillies por 11-6, pero tras esa victoria el equipo no pudo volver a casa.
Las consecuencias previas a la celebración de ese encuentro fueron la salida de la plantilla de jugadores como el lanzador José Ureña, el jugador de cuadro Garrett Cooper y Harold Ramírez que redujeron el potencial de los Miami Marlins y que pusieron en una difícil tesitura al resto del equipo, la de jugar sin conocer su verdadero estado de salud y con las dudas de cómo se encontrarían también sus compañeros.
El protocolo de la MLB indica que estos jugadores tengan que estar aislados del resto de la plantilla y que tengan que dar dos negativos, espaciados al menos con 24 horas, para volver a la disciplina con el resto de sus compañeros. Además, deberán no mostrar síntomas durante al menos 72 horas y recibir la aprobación del servicio médico de los Miami Marlins.
Todo apunta a que estos jugadores se contagiaron en Atlanta tras el partido de exhibición que celebraron antes de volar a Philadelphia, vuelo no exento de complicaciones ya que salió con retraso de su destino.
Además, el domingo se produjo un detalle sustancial en toda la historia, y es que Miami superó a Nueva York como epicentro mundial de la pandemia, por lo que el retorno se hacía totalmente imposible. La preocupación en el seno del equipo es real, ya que muchos temen que exista un rebrote dentro del equipo.
Más positivos y más suspensiones
La situación de la que informó el equipo de los Miami Marlins ya dejaba un panorama grave en la MLB, sin embargo, la poca actuación de los propietarios que siguen mostrándose reacios a tomar medidas estrictas por miedo a que pueda tener consecuencias en la liga, ha provocado que se hayan comunicado que dos equipos más han registrado positivos sus plantillas.
Además, esta semana ya ha registrado partidos suspendidos como el que iban a jugar los Marlins contra los Orioles o el de los Yankees contra los Phillies. La gravedad del panorama que ha dibujado el coronavirus en la MLB sigue in crescendo, y ya está provocando que diferentes equipos no puedan disputar sus partidos y que, además, tengan que quedarse confinados en sus hoteles hasta nuevo aviso para no empeorar la situación.
El estado de la cuestión es tan grave que ya hay algunos equipos que están sometiendo a votación interna si van a disputar algunos partidos, tal y como han hecho los Washington Nationals, los cuales se han negado a viajar a Miami para disputar su serie frente a los Marlins.
El temor al Covid-19 es real y se está apoderando cada vez más de las instituciones, que no están dispuestas a poner en riesgo su salud, algo que parece no importarles a los propietarios de la liga. El choque debería haberse disputado en el Marlins Park los días 31 de julio y 1 y 2 de agosto, aunque la negativa es rotunda.
La preocupación es real y palpable, ya que hasta el mánager de los Nationals ha querido mostrar su interés por conocer como estaba realmente la situación del equipo de Florida, ya que la velocidad de propagación del virus hace que todo sea una incógnita. Sin embargo, a pesar de la decisión interna de llevar a cabo esta votación, el veredicto final corresponde a la MLB y al comisionado Rob Manfred.
La MLB no contempla la cancelación
Lo más sorprendente de todo es la extraña postura que está manteniendo la Major League Baseball, que de momento se niega en rotundo a pensar en una posible cancelación de la competición. La temporada, que ya había sido reducida, consta de 60 partidos, por lo que quedan aun una cantidad muy importante de encuentros que disputarse, lo que conllevaría un esfuerzo tremendo para controlar la situación por todo el territorio americano.
Sin embargo, la idea de la suspensión, a pesar de que se hable ya de tres equipos con positivos y de que se hayan aplazado ya dos encuentros, sigue sin ser una opción real para unos propietarios que no tienen mayor visión que la sostenibilidad de un negocio que ya ha sufrido demasiado por el parón a raíz de la pandemia.
Los rebrotes no parecen empujar ni a Rob Manfred ni a ninguna autoridad competente a pensar en tomar una mejor solución, o, al menos, de mayor precaución, sino que la idea única que se maneja es la de llevar a cabo la temporada hasta su conclusión sea como sea. La única idea que baraja la MLB es la de reforzar protocolos que ya están impuestos y que afectan al comportamiento de los jugadores en el campo como no chocarse las manos, no escupir o el uso obligatorio de las mascarillas en los vestuarios.
El tema está suscitando un debate en todo el país debido a la enorme afición que existe por el béisbol en Estados Unidos. Tanto es así que ha opinado hasta el mayor experto epidemiológico que existe en el país y que se encuentra el servicio de la Casa Blanca, el doctor Anthony Fauci, el cual ha reconocido que la liga puede estar en serio peligro pero que considera que de momento no es trascendental suspender la competición ya que todavía pueden reconducir la situación.
Fauci lamentó lo ocurrido a la plantilla de Miami Marlins, pero asegura que los protocolos están bien realizados, por lo que la continuidad de la liga está totalmente permitida. Lo único necesario, dicen, será el control diario del estado de cada equipo. La idea de continuar está tan avanzada que muchos sectores apuestan a que el regreso de la competición para el equipo de Miami será este mismo miércoles frente a los Orioles.
Algunas autoridades, disconformes con lo que está sucediendo, han decidido mover fichas en el asunto y han realizado sus ofrecimientos, los cuales podrían ser estudiados por la MLB. Uno de ellos, quizás el de mayor importancia, fue el realizado por el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, el cual ha sugerido que se podría llevar a cabo toda la temporada en Nueva York, creando así una situación parecida a la vivida con la NBA. Cuomo considera que esto sería bueno tanto para la ciudad de Nueva York como para el resto de la liga, que podría tener un desarrollo sin suspensión mucho más tranquilo y fiable.
La postura tanto de la MLB como del comisionado como incluso de la Casa Blanca ha provocado el descontento de varios jugadores dentro de la liga, ya que piensan que su opinión y, sobre todo, su salud, ni importa ni se está teniendo en cuenta, sino que está primando el bien económico por encima de cualquier circunstancia.
Por eso, algunos jugadores como el relevista de los Rockies de Colorado Tim Collins han decidido borrarse de la temporada y no volver a jugar en el 2020, como señal de protesta, pero también como medida de seguridad ante la desprotección de la propia liga. Otros como el pitcher de Dodgers David Price han criticado duramente a Robert Manfred al que acusan de no poner la seguridad de los jugadores por delante del resto de intereses.
De todas formas, la situación tan grave que se vive en Estados Unidos ha provocado que la MLB no sea ajena, sino que además está pagando con creces la miseria y la ruina que deja tras de sí una enfermedad que está marcando el año 2020 y que va a marcar, seguramente el resto de nuestras vidas, o, por lo menos, los años venideros.
La organización de la liga tendrá que tomar una decisión en breve para decidir si finalmente la liga de béisbol se lleva adelante o si, por el contrario, terminan reflexionando y poniendo al menos un periodo de parón para estudiar la situación con detenimiento y sin experimentos fallidos.
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