Samira Zargari es la entrenadora de la selección femenina de esquí alpino de Irán. Este fin de semana debería haber estado en Cortina d'Ampezzo, una ciudad italiana de la provincia de Belluno, en la región del Véneto, al norte de Italia. Debido a su localización, el plenos Alpes Dolomitas, se trata de un lugar idílico para la práctica del esquí alpino y de otros deportes de invierno.
Allí se disputaban este fin de semana los mundiales de este deporte y Samira Zargari no ha podido viajar junto al resto de su equipo, la selección femenina de esquí de Irán por un motivo que cuesta creer en pleno siglo XXI. Su marido y su país le han impedido cumplir su sueño de dirigir a su equipo en un evento tan importante.
Ante esta irrevocable situación, Samira ha tenido que quedarse en Irán sin poder viajar, siendo sustituida por Marjan Kalhor. Sin embargo, su caso ha levantado una gran polémica en su país por parte de los sectores que todavía se atreven a protestar contra las leyes islámicas que rigen el estado.
El calvario que ha padecido prácticamente en silencio Zargari es el último caso de represión y discriminación contra las mujeres que se ha podido ver en Irán, pero no es el único, ya que la historia del deporte iraní está marcada por otros casos y actos similares que muestran al resto del mundo comportamientos que son realmente vergonzosos y denigrantes.
Lo peor de todo es que a Samira, nadie le podrá devolver ya el orgullo y el honor de haber representado a su país y a su equipo, a sus chicas, en un evento como un Mundial, una de las mayores citas deportivas del calendario del esquí alpino. Ni siquiera su supuesto peso en la federación de esquí gracias a su posición de seleccionadora nacional le han servido para obtener algún tipo de permiso que resolviera este conflicto que atenta contra los derechos y humanos y contra la libertad de las personas.
Así está la ley
Samira Zargari ha mantenido hasta el último momento la esperanza de ser liberada de su 'castigo' y de su 'yugo' para cumplir con algo que no dejaba de ser su cometido y su trabajo. Sin embargo, el código retrógrado y arcaico que rige que el estado de Irán no le ha permitido ni siquiera desempeñar una función por la que cobra dinero. Y todo por culpa de una ley que sigue vigente en el siglo XXI y que supone un auténtico escándalo.
Esta ley dice que una mujer iraní que esté casada no podrá no podrá obtener un pasaporta o viajar al extrajero si no es con el consentimiento expreso de su marido. Es decir, necesitan el permiso de su cónyuge para poder viajar y salir de Irán incluso aunque sea por motivos de trabajo, dentro de un grupo tan reconocible como el de la federación de esquí alpino del propio estado y en una situación de control total, primero por lo estricto del país y después de por las condiciones sanitarias en las que se desarrollan todas las competiciones.
De viajar, Samira Zargari no podría haber tenido casi ninguna opción de haber abandonado la expedición del equipo de esquí alpino de Irán. Sin embargo, ni ante este panorama, su marido ha accedido a darle la libertad que la ley deja a su elección. Tal y como está establecida esta norma, el marido decide cómo, cuándo y dónde viaja su pareja sin posibilidad alguna de que esta pueda revocar una situación que es lamentable y que puede tener consecuencias tan insultantes como esta que ha padecido Samira. Un calvario totalmente injustificado y carente de sentido alguno.
Un país reincidente
Este caso, el calvario que está padeciendo Samira Zargari con todo el revuelo mediático que se ha creado a su alrededor y que no ha hecho más que ponerle en el centro de la ira de aquellos que siguen protegiendo estas leyes, no es el primero, ni por desgracia será el último, que sucede en Irán. Este código legislativo, más comprensible aunque igualmente injusto en épocas pasadas, se ha cobrado ya algunas víctimas ilustres.
Uno de los casos más sonados que se han producido en términos similares es el que se vivió en el año 2015 y que tuvo a como protagonista, una futbolista de gran prestigio en Irán que había sido convocada para disputar los Juegos Asiáticos en Malasia. En aquella ocasión, al igual que le ha pasado a Samira, el marido de Niloufar le prohibió viajar para disputar este campeonato.
La gravedad y la falta de coherencia de esta norma son que Irán es capaz de perjudicar sus éxitos deportivos y sus propios intereses solo con tal de hacer cumplir una norma que es realmente vergonzosa, incluso en sus propios campeonatos como aquellos Juegos Asiáticos. En aquella ocasión, el culpable de semejante escándalo fue Mehdi Tutunchi, el esposo de Niloufar Ardalan. En su alegato, o más bien, en su excusa, para ejercer este poder que las leyes iraníes dan a los hombres, Mehdi aseguró que su mujer no podía viajar hasta Malasia para competir en un campeonato y en un evento tan importante porque la cita deportiva coincidía con el primer día de colegio de su hijo.
El bochorno padecido tras esta decisión fue tal que tan solo unos meses después, Mehdi Tutunchi, conocido presentador de un espacio deportivo en televisión, vio como un tribunal retiraba la prohibición de la atleta a viajar al extranjero para la disputa de competiciones deportiva, pudiendo competir en el futuro en otras competiciones. Sin embargo, aquellos Juegos Asiáticos se fueron al limbo al igual que se han marchado los mundiales de esquí alpino para Samira Zargari.
La exigencia de ayudas
Para este tipo de casos como los padecidos por Samira Zargari o Niloufar Ardalan se exige la presencia de organizaciones e instituciones que de verdad defiendan a las mujeres con hechos útiles y constatables y no con palabrería barata llegada desde occidente.
En aquella ocasión, Niloufar terminó encontrando el apoyo de un tribunal que le permitió seguir con su carrera más allá de las fronteras de su oscuro país. Sin embargo, ahora nadie ha conseguido ayudar a Zargari. Solo los sectores críticos con este tipo de torturas legislativas han sido capaces de alzar la voz mínimamente para que este caso sea ya conocido y estudiado en todo el mundo.
La crueldad de la situación de la seleccionadora nacional de esquí alpino ha sido tan palpable que ni siquiera la federación de esquí de Irán ha querido manifestarse al respecto. Lógicamente, al ser un ente que depende en última instancia del gobierno, no se han atrevido ni siquiera a poner en cuestión este tipo de medidas. En cambio, desde Europa, ni la organización encargada de llevar a cabo los campeonatos del mundo ni las diferentes organizaciones mundiales que rigen este deporte se han atrevido a alzar la voz contra las injusticias.
Muchos pedían que lo sucedido debía haberse asemejado a lo que ocurrió en 2019 con la prohibición existente para las mujeres de no acceder a recintos deportivos para ver competiciones masculinas. Sin embargo, la FIFA exigió ese año que las mujeres que quisieran pudiesen entrar con total libertad al estadio Azadi de Teherán para ver un partido entre las selecciones de Irán y Camboya correspondiente a la Clasificación para el Mundial de Catar 2022.
Esta prohibición con tantísimos años de antigüedad se levantó temporalmente gracias a la actuación de la FIFA, que amenazó con descalificar a Irán de la contienda si no permitía la presencia de mujeres en dicho partido. Quizás, una medida tan drástica como esta por parte de las instituciones habría solucionado este grave problema.
[Más información: España le mete 13 a Azerbaiyán y estará en la Eurocopa de Inglaterra]