Sebastián 'Ardilla' Álvarez es un destacado paracaidista deportivo, pero sobre todo es reconocido mundialmente por sus espectaculares saltos y aterrizajes en lugares insospechados. El más reciente es su hazaña en el volcán Villarrica, donde entró y salió de su cráter mientras este está activo. Con su wingsuit se convirtió en 'hombre pájaro' para volver a desafiar a los límites del ser humano con un reto que asusta incluso viendo las imágenes.
Este chileno acostumbra a llevar al límite su cuerpo, como lo hizo con la Red Bull Air Force en un vuelo nocturno sobre la ciudad de São Paulo y aterrizando en el Sambódromo de Anhembi. También compite en la Liga Nacional de Swooping de Estados Unidos, la disciplina aérea que consiste en volar a ras de una superficie para finalmente aterrizar en tierra, evaluando los jueces la velocidad, distancia y precisión con la que logra maniobrar el atleta.
Sus imágenes dan la vuelta al mundo, como las que consiguió con sus saltos en Chamonix o con un vuelo entre dos edificios en Reñaca, Chile. Red Bull explica que estos proyectos los hace con un objetivo: "Mostrar la belleza de Chile y empujar los límites de la maniobra flare, clave en la disciplina del wingsuit flying. Esas dos ideas daban vueltas por la cabeza de Sebastián Ardilla hasta que se le ocurrió lo impensado: entrar y salir del cráter de un volcán, algo nunca antes intentado".
Dani Román, el español que le acompañó en la proeza, explicó así la esencia del proyecto: "Básicamente lo que ha hecho 'Seba' es volar con su propio cuerpo, entrar a un cráter activo y salir de ahí volando. Simplemente con su cuerpo, sin motor, con solo un poco de tela". El riesgo es extremo, ya que cualquier error podía hacer que cayera al interior. Además, el peligro aumenta por la velocidad con la que lo hace. La maniobra es perfecta.
Las claves
Para hacer este reto, no podía ser cualquier volcán. El cráter debía tener un diámetro específico que hiciera físicamente posible la maniobra. Su intención de hacerlo en Chile hacía que la lista fuera aún más reducida. Tras una intensa búsqueda de locaciones, dio con el lugar perfecto: el volcán Villarrica, ubicado en la Región de la Araucanía, en Pucón. Con su cráter de 200 metros de diámetro, su figura cónica y la exuberante belleza de su entorno, era la mejor opción que podía imaginar.
Sebastián hizo los cálculos para constatar que era posible hacer un vuelo en wingsuit para entrar y salir del cráter. Estos explicaban cómo tendría que hacer el movimiento y a qué velocidad para no chocar con una de las paredes y quedar atrapado en el interior del volcán. El proceso tomó tiempo. Álvarez fue conociendo poco a poco al volcán, sus ritmos, la intensidad de sus columnas de humo, el olor del azufre, la velocidad del viento, el clima, el espacio aéreo, entre muchos otros factores.
Al tratarse del volcán más peligroso de Chile, con erupciones frecuentes y la capacidad de generar lahares, tenía un componente impredecible y también, "vida propia". Algunos días expulsaba más humo y a ciertas horas se sentía más la turbulencia. Todo variaba. Por lo mismo, el 'Ardilla' procedió con paciencia, analizó el clima durante meses y solo quedó conforme cuando sintió que el volcán, al fin, le concedía permiso para entrar.
El salto
Desde el salto del helicóptero hasta el ingreso al cráter transcurrieron 40 segundos. La concentración de Sebastián tiene que ser absoluta. El vuelo completo duró 3 minutos. "El volcán me daba una sensación de demasiado terror. En mapuche (un dialecto local) se llama Ruka Pillán, es decir, la casa del diablo. Yo sentía que estaba entrando al infierno", explicó el 'Ardilla' a Red Bull tras conseguir completar este tremendo reto.
Cuando tuvo que definir la experiencia, 'Seba' no pudo ser más explícito: "Es hacer lo imposible" . Estas locuras comenzaron cuando entró en la Fuerza Aérea de Chile. Allí conoció el paracaidismo militar. Saltaba de helicópteros junto a una tropa, fusil en mano, con un paracaídas redondo, a baja altura, de noche, y con un montón de peso encima. La adrenalina que sentía lo hacía experimentar esa sensación de irrealidad de los sueños.
En un deporte extremo en el que cualquier error puede significar la perdida de la vida, el deportista se caracteriza por no cometer errores. Estudia y examina de manera obsesiva cada proyecto y busca ser impecable en cada precisión. No se embarca en ninguna aventura sin un buen margen de error. Sebastián ya ha anunciado que para comienzos de 2022 su idea es hacer otra locura similar a la del volcán. El listón está muy alto.
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