Kilian Jornet se ha acostumbrado a huir de los focos. A vivir recluido en su profesionalidad y en sus retos fuera del alcance de los mortales. Sin embargo, entre carrera y carrera le ha dado tiempo a pararse pensar. Ha sido en ese momento de introspección en el que ha llegado a una difícil conclusión. Él mismo, sin que nadie externo le señale, se siente responsable del deterioro que está sufriendo el medioambiente, especialmente en las zonas de montaña.
Es por eso por lo que hace un tiempo decidió crear la Kilian Jornet Foundation, un proyecto que avanzaría en paralelo a la ristra de éxitos deportivos que consigue cada año. El rey mundial de las carreras de ultra trail y de las montañas, volcado en su empresa más difícil, lucha por la preservación de la biodiversidad y contra la destrucción del entorno.
Y es que este atleta extremo criado bajo el frío del Pirineo se siente responsable de lo que él mismo ha llamado el 'Efecto Kilian'. Jornet ha sido un referente para muchas personas que han encontrado en las carreras por la naturaleza un motor de vida. Sin querer, le ha inculcado el amor por el deporte y por el medioambiente a miles de personas en todo el mundo. Sin embargo, él se siente responsable de que esa fiebre que ha nacido al calor de su figura haya provocado una masificación de población en zonas de montaña con el consiguiente destrozo que eso provoca.
Por ello, para intentar revertir esta situación, en lugar de lamentarse ha decidido actuar. Con el objetivo de volver a ayudar a la montaña que tanto le ha dado puso en marcha su fundación y ahora ha estrenado el documental Efecto Kilian: La carrera por el medioambiente de Amazon Prime.
La nueva vida de Kilian
En este documental que ya se puede disfrutar después de su salida a la luz se repasa la nueva vida de Kilian Jornet, un deportista extremo que salió de la nieve y la montaña para emprender un nuevo proyecto. Con el único fin de ayudar, el atleta que ahora reside en Noruega quiere volver a inculcar el respeto por la montaña y por la naturaleza de la misma manera que lo hizo con la ambición por correr hace ya unos años.
Kilian ha decidido darle un giro a su vida y cambiar su percepción del deporte. Ha pasado de ser una imagen visible en todo el mundo al más absoluto ostracismo para concienciar a la gente de que es fundamental mirar por el bien de la naturaleza, especialmente en todas aquellas zonas en las que se corre o se hace otro tipo de deportes.
Cuando Jornet se quiso parar a pensar, se dio cuenta que estaba metido en una vida que era como un huracán. Una gira por todo el mundo que iba causando un pequeño destrozo allá donde llegaba. Con más de 50 carreras al año, decenas de viajes, actos y colaboraciones con empresas como Nike, Salomon o Suunto, el daño que Kilian consideraba que le estaba haciendo al planeta era demasiado.
Por eso, ahora ha decidido centrarse en el trabajo de su fundación y controlar mucho más sus movimientos para, entre otras cosas, reducir lo máximo posible su huella de carbono. Ha eliminado la mayor parte de sus viajes por el mundo, sus apariciones y sus colaboraciones y está dispuesto a hacer temporadas de solo cinco carreras para reducir el número de eventos, acudiendo solo a aquellos que se preocupan realmente por respetar el medioambiente de la montaña. Escogerá los circuitos a realizar para estar en el mayor número de pruebas con el menor movimiento posible. Un cambio drástico para compensar ese castigo al que considera que ha sometido a su amada montaña.
La labor de la Fundación
El principal objetivo de la Kilian Jornet Foundation es volver a poner el foco en la naturaleza y el medioambiente, concretamente en la montaña. Quiere impulsar proyectos que ayuden a proteger lo que un día fue su hábitat natural. Kilian se crio junto a su familia en un refugio del Pirineo y desde ahí empezó a correr, a esquiar y a escalar hasta conquistar el mundo.
Después de convertirse en una referencia absoluta en los deportes de montaña y en las pruebas de trail y ultra trail, ahora quiere convertirse en una figura mundial por la preservación del ecosistema montañoso. Ha unido su camino al de otros deportistas y especialistas que tienen sus mismas inquietudes y junto a ellos trabaja para detener la degradación del medio en el que compite y que ha ido perdiendo su vida por culpa de la acción humana, del cambio climático y de la masificación.
"No es suficiente con hablar de los problemas del cambio climático, de pérdida de biodiversidad. Hay que pasar a la acción". Eso es lo que quiere hacer Kilian, que no basa su ayuda en palabras, sino en hechos. De momento ya ha puesto en marcha proyectos como la compra de los derechos de tala de árboles por parte de empresas, para asegurar durante el mayor tiempo posible la supervivencia de zonas boscosas.
Además, también ha puesto en marcha diferentes programas destinados a los niños para mejorar la educación sobre la naturaleza que se imparte en los colegios y en otros centros de enseñanza como academias. Así se abre a la posibilidad de dar charlas, crear talleres o emprender diferentes iniciativas para que los más pequeños conozcan estos problemas a temprana edad y puedan crecer con un respeto a la naturaleza ya adquirido.
Otro de sus propósitos es que cada vez más carreras en el mundo adopten comportamientos parecidos a los que impulsa su fundación y que los organizadores conozcan donde están los límites de lo saludable para poder preservar el medio en el que compiten y en el que se ganan la vida y fomentan su pasión.
El efecto Kilian Jornet
Así es la nueva vida que ha elegido tener Kilian, quien necesita sentirse útil en esa lucha por cuidar la montaña, el lugar donde es feliz y donde sabe expresarse. Después de proclamarse campeón mundial de esquí de montaña, de ser una de las referencias universales en las pruebas de trail, de sumarse a retos tan extremos como correr durante 24 horas sin parar sobre una pista de atletismo o de participar en pruebas de casi 270 kilómetros por la montaña con miles y miles de metros de desnivel, Kilian quiere ir más allá.
Este atleta extremo que ha encontrado en las montañas de Noruega su nueva casa, quiere terminar con lo que comenzó siendo el 'Efecto Kilian' y que se acrecentó tras el estallido de la pandemia, fruto de las semanas de confinamiento en todo el mundo. Cientos de personas decidieron salir a correr de manera desesperada y abandonaron las ciudades para refugiarse también en los montes y descubrir la pasión que había robado el corazón del deportista español.
Esto terminó provocando una masificación de las zonas rurales de montaña que con el paso del tiempo se ha traducido en una cierta destrucción de medioambiente. Él mismo reconoce que la montaña ha sufrido una invasión que amenaza peligrosamente la biodiversidad de la naturaleza salvaje. "Lo que más me ha dolido es que yo he sido, en parte, responsable de esto. Yo hice daño a una cosa que amaba: la montaña".
Después de ser capaz de escalar dos veces el Monte Everest en menos de 20 horas y en un plazo menor de una semana, ha sido en esa reflexión donde ha encontrado su límite personal. Ahora hay otros factores que le empujan a tomarse la vida desde una filosofía completamente distinta y emprende así una nueva carrera en la que la montaña no es el medio, si no la meta.
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