La tercera medalla de oro en la historia de España en los mundiales de atletismo en pista cubierta la ha conseguido uno de los atletas más naturales y sencillos del país. Huye del ruido y las excentricidades de las grandes ciudades para seguir entrenando en su Fuente Álamo. Mariano García (Cuevas de Reyllo, 1997) corre en el mismo triángulo de tierra de siempre, no quiere escuchar hablar de irse a Madrid u otro lugar y menos ahora que es campeón del mundo en pista cubierta del 800 metros.
La moto de Fuente Álamo es el tercer oro en la historia de esta cita. El primero fue Colomán Trabado, que precisamente también se impuso en los 800 metros en los Juegos Mundiales de París 1985, en la génesis de estos campeonatos. El otro cetro mundial corrió a cargo de Manolo Martínez en el peso de Birmingham 2003. Han pasado 19 años desde esa última vez que sonó el himno español. Este murciano es el nuevo nombre dorado del atletismo español.
Lo ha hecho además después de perderse de forma muy desgraciada los últimos Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Mariano sufrió una apendicitis este verano de la que tuvo que ser operado. La recuperación no le permitió llegar a tiempo para estar en una cita donde quedó claro que esta distancia goza de un gran nivel en España. Adrián Ben, que no consiguió clasificarse para esta cita, fue finalista. Álvaro de Arriba casi acompaña a García en el podio este sábado, pero fue cuarto.
Mariano firmó una carrera tácticamente perfecta. Este atleta que normalmente es muy temperamental y suele tirar desde el primer momento cuando está en carrera cambió su plan. Prefirió salir a rueda y era último tras la primera vuelta, con el canadiense Marco Arop marcando el ritmo. Ya en el ecuador había avanzando hasta la tercera plaza y en la última contrarrecta lanzó su ataque definitivo, como cuando huía de un perro, cogiendo una cabeza que ya no abandonaría.
Un perro y una plaza
Tenía 8 años y mucho miedo a los perros, concretamente a uno que andaba suelto por la calle en la que vivía. Para huir de ese perro que ladraba, pero que nunca mordía porque no conseguía alcanzarle, un joven Mariano corría. Poco después se apuntó a una prueba escolar en la que fue segundo. Ese sería el inicio de la carrera de la moto, ese gesto con el que celebró este sábado el campeonato mundial del 800 metros.
Eran 300 los que recorría en la pista que está a 150 metros de su casa. Un triángulo de arena en una especie de plaza era el lugar donde comenzó a correr y donde sigue haciéndolo Mariano. No lo hace como obligación, aunque sea su forma de vida. Para García es un hobby esto de correr el 800 metros más rápido que nadie en España. Ese récord lo batió en Nueva York. Una ciudad en la que se dio aún más cuenta de que su sitio está lejos de la gran ciudad.
Ese terreno donde colocan el mercado del pueblo, al lado de la piscina municipal de Fuente Álamo, es la principal clave de los éxitos. Prefiere correr ahí sin los clavos que en la pista que hay en Cartagena. Aún así, aprovecha sus desplazamientos a la ciudad por los estudios para trabajar con Gabi Lorente, su entrenador.
Otra de sus manías está en la elección de sus calzoncillos. Mariano es muy supersticioso y tiene unos para entrenar y otros para correr. Esa ropa interior azul nunca varía en su indumentaria. Tampoco cambia nunca su humor y su naturalidad.
No cambiará
Hasta no hace tanto tenía que combinar su trabajo en el atletismo con ayudar en la panadería de su cuñado. Sabe de dónde viene y por qué corre y eso le ayudó a superar el drama que vivió este verano. Cuando se preparaba para dar la campanada en los Juegos Olímpicos de Tokio, una apendicitis le amarró a una cama de hospital y le arrebató la oportunidad. Aprendió de esa experiencia, como de todos los que le decían que tenía que cambiar su forma de correr.
Cuando comenzó a tener visibilidad con las selecciones inferiores, ya le dijeron que esa táctica suya de ponerse en cabeza y correr hasta reventar no funcionaba. Tenía que aprender a controlarse y nunca había hecho caso. Hasta este sábado. En todas las carreras, salía delante, en cabeza hasta la extenuación, pero esta vez se quedó atrás. Funcionó. Mariano se imponía en la prueba del 800 metros y encuentra a los 24 años la primera refrenda de su calidad.
No han hecho falta estudios de biomecánica, ni calendarios en altitud, ni tan siquiera un CAR o un grupo de compañeros. Un atleta que apenas repara en el lactato, ni en el oxígeno en sangre y que evita las cámaras hiperbáricas o las pistolas de masaje. Un corredor que recuerda a los de antes es el ahora del 800 metros y, seguramente, también el futuro por su temprana edad. Mariano García encendió su moto y terminó haciendo "broom, broom" en Belgrado para celebrar su oro.
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