Pagar justos por pecadores sería el dicho que mejor encaja en la realidad de la halterofilia, manchada por un dopaje sistemático que provoca el cambio de campeones casi periódicamente. Hay justos como la española Lydia Valentín, que ya está acostumbrada a recibir las preseas por descalificación de las rivales. Y también pecadores, como los halterófilos de Kazajistán que han perdido seis de sus últimas siete medallas olímpicas por dopaje.
Este país cuenta con algo más de 18 millones de habitantes. Su impacto en el mundo del deporte es más bien reducido. Pero la halterofilia se había convertido en los últimos 12 años en su fuente de riqueza olímpica. Desde 2008 se han obtenido hasta siete medallas en la gran cita. Comenzando en Pekín y terminando en Rio 2016. Sin embargo, los análisis conocidos estos días le han arrebatado al país un nuevo logro.
Nijat Rahimov, oro en Rio 2016, ha perdido su medalla al dar positivo en dopaje. Una noticia que ha sorprendido en Kazajistán, pero que encaja perfectamente con la sistemática trampa que vienen empleando sus deportistas. Rahimov no es el único, sino el último de una larga lista. Kazajistán, de contar con siete medallas de oro desde 2008, ya solo tiene una.
Las dudas sobre Rahimov estallaron en 2021, cuando la Agencia Mundial Antidopaje puso el foco en sus análisis. Anteriormente, en 2013, ya había dado positivo en esteroides anabolizantes. La lentitud de los análisis y sus resultados fue lo que le salvó para competir en 2016.
El primero de los casos de esta sucesión de descalificaciones se produjo en 2008. Ilya Ilyin logró el oro en los Juegos de Pekín. En 2012, en la cita de Londres, defendió su título y lo mantuvo cuatro años más. Sin embargo, en 2016 se confirmó que perdía las medallas por detectarse su positivo en los reanálisis. Su suspensión fue un varapalo, pues ejercía como referencia del deporte kazajo gracias a sus falsas heroicidades.
A pesar del duro golpe, fue en 2012 cuando más perdió Kazajistán. Las halterófilas Zulfiya Chinshanlo, Maiya Maneza y Svetlana Podobedoba, todas ellas oro en sus diferentes categorías se vieron afectadas por los reanálisis conocidos en 2016. Sus éxitos en 53, 63 y 75 kilos respectivamente desaparecieron. Por lo tanto, Nijat Rahimov se ha convertido simplemente en el último rostro de una larga cadena. La halterofilia sigue viéndose dañada y sus deportistas también.
Un futuro complicado
Esta larga lista de casos de dopaje no se queda solo en Kazajistán, sino que afecta a otros países como Rusia. En esa tanda de positivos de 2016, por ejemplo, también cayeron halterófilos de Ucrania, Bulgaria y Bielorrusia.
Una atmósfera de constantes dudas que ha puesto al COI en alerta. Hasta que sus federaciones no asuman responsabilidades y fortalezcan los controles, es muy complicado que la halterofilia siga siendo un deporte olímpico.
Pese a su participación en Tokio 2020, en París 2024 ya no se les verá. El COI amenazó con dejarles fuera tras el cambio de cúpula en la federación internacional. Llegaron a subrayar públicamente "la importancia crítica de continuar con las reformas dentro de la IWF para asegurar la independencia de su política antidopaje". El trabajo no convenció y finalmente se les excluyó.
Como el boxeo, está en el aire su supervivencia en los Juegos. El objetivo es llegar con vida a 2028, pero esta serie de acontecimientos no han hecho más que complicar su futuro. La noticia llegará en 2023, cuando el COI tenga que elaborar la lista de disciplinas presentes en 2028.
En plena oleada de nuevos deportes que generen más atractivo entre el público, la halterofilia intenta resistir con todas estas complicaciones. Kazajistán, a diferencia de Rusia u otros países, no ha recibido ninguna suspensión dura.
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