El nombre de Lia Thomas ha dado la vuelta al mundo. La nadadora trans arrasa en Estados Unidos frente a críticas e incluso campañas de acoso. Parte del sector deportivo pide expulsarla por una grave desigualdad competitiva. Ella, sin embargo, cumple con todos los requisitos. El debate sobre cómo abordar la inclusión de atletas trans en competiciones femeninas se acrecienta, mientras países como España siguen a la espera de ver cómo de abordaría un caso como el de Lia Thomas.
Por el momento, según trasladan fuentes del Consejo Superior de Deportes a EL ESPAÑOL, ninguna federación de alto nivel les ha notificado algún caso como el de Lia Thomas en competiciones nacionales. No se descarta que lo haya, pero no existe conocimiento de algún tipo de conflicto como el de Lia Thomas. La pregunta de cómo se resolvería el asunto está ahí. La respuesta, hasta que no se viva la situación, es complicada por la normativa actual tanto a nivel internacional como nacional.
El Gobierno aprobó el pasado 2021 la polémica Ley Trans de Irene Montero. La propuesta generó notables divisiones hasta en el Gobierno. Y, pasados los meses, la vicepresidenta Carmen Calvo acabó perdiendo esa batalla interna con su salida del ejecutivo. La Ley de Igualdad, entre otras muchas cosas, permitía el cambio de género en menores sin ningún informe. En términos deportivos seguía esa misma línea y rechazaba la necesidad de esta información. Chocaba, por lo tanto, con los requisitos que tenía impuestos el Comité Olímpico Internacional.
Dicha ley, concretamente, asegura que "ninguna persona podrá ser presionada para ocultar, suprimir o negar su identidad o expresión de género, orientación sexual o características sexuales. En el ámbito de aplicación de esta ley no será requisito acreditar la identidad de género manifestada mediante informe psicológico o médico". Así las cosas, las mujeres trans pueden competir oficialmente sin verificación de sexo.
Sin embargo, estas medidas no sirven para las competiciones regladas y federadas. Ahí el poder está en manos de cada federación, que es quien deberá establecer la normativa en cuestión. En el caso de Lia Thomas, cumple tanto las reglas de la NCAA como de la federación nacional de natación. Sería mediante el cambio de estas normativas, impulsadas además por la Federación Internacional, cómo se podría expulsar a Thomas de la categoría femenina.
En el caso de España la situación es igual. Si una atleta trans pidiera competir en una disciplina federada, sería este organismo quien debería dilucidar si puede o no entrar en un equipo. Podría darse el caso de que la federación rechazara su participación si no se cumplieran unos requisitos determinados. Y, de ahí, la atleta afectada tendría la opción de acudir a la justicia como denuncia de un caso de transfobia. Por lo tanto, ese choque de normativas es el que se debería determinar en los tribunales.
La Ley del Deporte
La próxima Ley del Deporte, a su vez, asegura que es la Administración Pública quien puede "verificar el respeto a los derechos de las personas deportistas, en especial los relativos a las personas menores de edad, personas extranjeras y/o pertenecientes a grupos étnicos así como de toda expresión de género, orientación e identidad sexuales a la hora de conceder o denegar las licencias por parte de las federaciones deportivas españolas".
Entre esos derechos están, como recoge la misma ley, "la igualdad de trato y oportunidades en la práctica deportiva sin discriminación alguna por razón de sexo, edad, discapacidad, salud, religión, orientación sexual, identidad de género, expresión de género, características sexuales, nacionalidad, origen racial o étnico, religión o creencias, o cualquier otra condición o circunstancia personal o social".
Hasta el momento, son pocos los cargos federativos que se han pronunciado. Uno de los casos más recientes está en Constantino Iglesias, máximo responsable de la halterofilia española y que se pronunció el pasado verano sobre el caso de Laurel Hubbard. Sus explicaciones son perfectas para entender el debate del sector: "Está claro que por ley, ahora mismo, es legal, pero es injusto porque tiene más fuerza y su masa ósea no puede cambiar en poco tiempo".
Mientras tanto, organizaciones como Contra El Borrado de las Mujeres denuncian en España el peligro de incluir a atletas trans en competiciones femeninas. Casos como el de Lia Thomas suponen aceptar "trampas" y "atentar contra el juego limpio de las mujeres".
La desaparición del COI
El Comité Olímpico Internacional era quien marcaba los pasos de la inclusión hasta el momento. Las grandes federaciones e incluso Estados observaban su gestión para saber qué parámetros seguir. Sin embargo, el COI se apartó de la causa el año pasado tras la finalización de los Juegos Olímpicos de Tokio, los primeros en los que una atleta trans competió en categoría femenina.
El organismo liderado por Thomas Bach anuló los requisitos que hasta entonces tenía aprobados. Estos, definidos en 2015, hablaban de análisis de testosterona y controles periódicos durante los meses previos a que la atleta trans compitiera. Entre otros datos se hablaba de 10 nanomoles de testosterona por logro de sangre. Pero esos límites se esfumaron en 2021.
El COI dejó la decisión en cada una de las federaciones internacionales. Su única petición quera evitar que se produjeran desigualdades competitivas excesivas. Unos términos demasiado amplios y que, hasta el momento, no han puesto de acuerdo a aficionados como los de la natación estadounidense. Es cada federación la que debe reglar la participación de atletas trans y los requisitos para aceptarla. Y será cada Estado el que, con sus leyes, pueda dar mayor o menor recorrido a esa inclusión.
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