Reino Unido es uno de los países del mundo que están llevando el debate de los deportistas transgénero a un nivel de mayor repercusión social. Este martes son dos las profesionales que piden a las autoridades que estas personas compitan en una "categoría abierta" para "proteger el deporte femenino". El miedo a recibir ataques públicos mantiene sus nombres en el anonimato, pero no por ello sus voces son menos reconocidas tras la polémica con Emily Bridges.
Hace falta una solución para adaptar a estas personas en el deporte. Tras ver a la neozelandesa Lauren Hubbard en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 se inició este debate por dejar a una mujer fuera de la competición. Más aún se ha recrudecido en Estados Unidos con la aparición de Lia Thomas. Los británicos se han radicalizado bastante después de que Boris Johnson se opusiera a que "hombres biológicos compitan contra mujeres".
Ahora el debate se vuelve a situar en primera plana tras las declaraciones de dos deportistas, uno de ellos olímpico según indica la BBC. Estas dudas se centran en el equilibrio de la inclusión, la equidad deportiva y la seguridad en el deporte femenino; esencialmente, si las mujeres trans pueden competir en categorías femeninas sin que su sexo biológico les dé una ventaja injusta o represente una amenaza de lesiones para otras competidoras.
"Proteger el deporte"
Son los profesionales los que tienen que hablar. Muchos argumentan que las mujeres transgénero no deberían competir en el deporte femenino de élite debido a las ventajas que pueden conservar, pero otros argumentan que el deporte debería ser más inclusivo. Los atletas que hablaron con el pódcast de la BBC 'The Sports Desk' pidieron permanecer en el anonimato por temor a la reacción violenta de las redes sociales y perder acuerdos de patrocinio.
Es más, personas de su entorno les aconsejaron que no hablaran, pero sintieron que tenían que "ponerse de pie". El primero de ellos explica que "la única forma en que el deporte siga siendo justo" es que "se mantenga en categorías de sexo". "Las categorías no están ahí por la identidad de género. Las categorías están ahí por la diferencia entre los dos sexos", expone el mismo deportista. Tiene claro también que las mujeres transgénero no pueden competir en torneos femeninos.
El otro deportista hace una proposición para encuadrar a estos atletas transgénero. "La competencia debe ser justa. Ese es el objetivo. La única forma de hacerlo es tener una categoría femenina y una categoría abierta masculina, donde las mujeres trans puedan competir y sea un entorno nivelado", explica. Lo que más claro tiene es la necesidad de "proteger el deporte femenino". Además, para ambos no cree que esta cuestión vulnere la inclusión.
"Creo que al tratar de tener inclusión, en realidad se excluye para quién es la categoría. La categoría femenina se hizo porque las mujeres no pueden competir si solo existiera un deporte masculino", recalca el primer deportista. "Hemos logrado grandes avances en alentar a las mujeres a participar en el deporte y esto está excluyendo a más mujeres del deporte. Si seguimos así, poco a poco la categoría estará copada de mujeres trans que son biológicamente masculinas", sentencia el segundo.
Unanimidad
Ambos atletas dicen que las atletas transgénero son bienvenidas en el deporte de élite y no quieren que nadie quede apartado para poder participar. Pero también sentencian que su postura está asentada entre las profesionales. "No he hablado con otra atleta que no se sienta como yo", concreta el primer deportista. También tienen claro que el Comité Olímpico Internacional necesita renovar el marco que estableció sobre las atletas transgénero porque es "muy vago" y "problemático".
El problema con las deportistas transgénero se inauguró con Caster Semenya. La atleta sudafricana es intersexual. Esto quiere decir que cuando nació sus órganos reproductivos o sexuales no se ajustaban a lo que formalmente se considera masculino o femenino.
En su caso, tiene genitales externos femeninos, pero posee testículos internos. Tuvo que reducir sus niveles de testosterona, pero aún así se quedó sin ir a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 cuando se le prohibió correr en determinadas distancias. Ahora se ve obligada a correr en largas distancias.
El problema radica en la falta de unidad de criterio. El COI, en un principio, permitía competir a cualquiera que se hubiese sometido a una cirugía de reasignación de género. Sin embargo, esto fue eliminado en 2015. Centrándose desde entonces en los niveles de testosterona. Eso sí, luego puso en manos de cada federación los controles y parámetros.
Lo único que pidió es que no hubiera desigualdades. La necesidad de hacer un reglamento común para todos los deportes es la vía para acabar con las posibles lagunas y también con ese rechazo que crece en las distintas esferas contra las atletas trans es real. Deben afrontar este debate.
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