Diez. Ni uno más ni uno menos. Diez partidos contra jugadores del top-ten mundial. Diez derrotas. Desde la inaugural en los cuartos de final del Open de Australia ante el checo Tomas Berdych hasta la última, mucho menos dolorosa, ante Novak Djokovic en la final del torneo de Pekín por un doble 6-2. Casi un año distancia entre una y otra, con un jugador diferente entre aquella y esta última. Quizás Nadal arrastre los mismos problemas técnicos o tácticos que le han llevado al séptimo escalón del ránking mundial, pero la contundente victoria ante Stan Wawrinka en los cuartos de final de Shanghai han mostrado una nueva realidad.
El suizo apenas ha resistido 63 minutos en la pista del penúltimo Masters 1.000 de la temporada. Un 6-2, 6-1 tan doloroso para él como refrescante para el propio Nadal. Y más tras su buenísima actuación de la pasada semana en Pekín, donde la final con el actual monarca del tenis mundial llegó a tener más emoción de la que muchos podían esperar.
De Nadal se ha comentado todo. Los problemas físicos, la incapacidad para recuperarse de sus maltrechas rodillas, la necesidad de resolver problemas endémicos (¿?) de su juego, incluso la obligatoriedad de sustituir a Toni Nadal como entrenador siguiendo el ejemplo y los resultados que obtuvo (y sigue obteniendo) Roger Federer a los 34 años. Y eso por no hablar de quienes han enterrado al manacorense en el momento que los resultados no correspondían con el más esplendoroso tenista de nuestra historia y uno de los mejores de todos los tiempos.
Paciente, sin levantar la voz, trabajando muchas veces desde el dolor, Nadal ha sumado tres títulos esta temporada (Buenos Aires, Stuttgart y Hamburgo), aunque la alegría nunca superó a la frustración de, por ejemplo, caer en Wimbledon ante un desconocido como Dustin Brown en segunda ronda (5-7, 6-3, 4-6, 4-6) o el desastre frente al italiano Fabio Fognini en tercera ronda del US Open (6-3, 6-4, 4-6, 3-6, 4-6). Dos puntos de inflexión claros en la cuesta abajo. Tan evidentes como lo deberían ser esta contundente victoria ante Wawrinka, número cuatro del mundo.
Ahora, en semifinales, espera el francés Jo-Wilfred Tsonga, 14 del ránking mundial, y en una hipotética final o bien Novak Djokovic o bien Andy Murray, quienes primero deberán superar a Bernard Tomic y Tomas Berdych en cuartos de final respectivamente. Un desafío a la altura de las expectativas y que puede fortalecer el convencimiento absoluto de Nadal en sus opciones y en su equipo de trabajo justo cuando parecía que las dudas hacían mella. Porque el pasado 6 de octubre, apenas 10 días atrás, Toni Nadal, en declaraciones a FrancePress, abrió por primera vez la puerta a posibles cambios tanto en el juego de Nadal como en el equipo que le acompaña: "Tal vez si el año que viene Rafael no logra jugar bien, entonces creo que podemos pensar en algunos cambios en su juego o en su equipo". Hoy esas palabras ya no tienen tanta importancia.