El miércoles a mediodía numerosos jugadores van desfilando por las entrañas del majestuoso Hotel Crown, a orillas del río Yarra. Es un baile de raquetas entre las plantas de las famosas torres, donde se alojan muchos de los tenistas que compiten en el Abierto de Australia.
Rafael Nadal (Mallorca, España; 1986) ya no está entre ellos, tras caer eliminado en la primera ronda contra Fernando Verdasco, su segunda derrota en el debut de un grande (perdió en Wimbledon 2013 frente al belga Darcis). Antes de montarse en un avión para volver a Mallorca, el campeón de 14 grandes se sienta con EL ESPAÑOL, detiene el reloj y analiza detenidamente el desafío al que se enfrenta en una temporada que le ha visto tropezar en la primera gran cita del calendario.
¿Cómo está?
Es una derrota dura. Cuando uno sale a competir sabe que puede ganar y puede perder. Esto es algo que he tenido asumido durante toda mi carrera. Pero había entrenado bien y además había entrenado mucho. Llevo bastante tiempo entrenando mucho más de lo que habitualmente lo hacía porque el físico me lo permite. Cuando uno ha trabajado mucho, sintiendo que ha hecho todas las cosas correctas, y el partido no sale bien…
Sé que vengo haciendo las cosas de la forma correcta. El trabajo está bien hecho. La derrota del martes no cambia la realidad: estoy bien y espero que siga así de ahora en adelante. Sí, había perdido en Catar con Djokovic la final, pero estoy en el buen camino. Voy a intentar seguir por una línea similar, intentando dejar atrás el partido con Verdasco. Es una derrota complicada en este momento, pero en unas semanas voy a estar compitiendo de nuevo. Tengo que mantener la línea de trabajo para estar preparado.
Lleva meses probando cosas nuevas en los entrenamientos, ¿por qué no compite igual que entrena?
Ayer (por el martes) no lo pude hacer. Para empezar, era una primera ronda desagradable a nivel general. Sabía que me enfrentaba contra un jugador que estaba siendo muy irregular, que lleva una temporada en la que sus resultados están bastante por debajo de su nivel real. Pero en un día, en un partido así que le puede motivar, es peligroso.
En ningún caso hay excusas. No conseguí aprovechar lo que debía y cuando el partido se lía es imposible de arreglar. El encuentro está al límite en ese momento. Pude haberlo ganado en el cuarto set. Creo que hice lo adecuado para hacerlo, pero él tuvo una subida de adrenalina que mantuvo hasta el quinto set. Nada que decir ahí. ¿Pude haber sacado mejor? Sí, pero Verdasco estaba con la adrenalina muy alta. El quinto set no es el fallo, el fallo está mucho antes.
Usted dice que la confianza es jugar sin pensar. ¿Cómo se encuentra su confianza?
Estaba bien. Es un Grand Slam y es doloroso, evidentemente, pero no puedo negar la realidad. Ni una victoria ni una derrota pueden hacerte perder la perspectiva real. Ni el año pasado cuando gané en Buenos Aires me quita la perspectiva de estar jugando bastante mal, ni ganar en Hamburgo lo hace, y eso que fue una victoria importante. Llevaba meses con una sensación mala.
La derrota ante Verdasco no puede quitarme la perspectiva actual: llevo desde Pekín jugando a un nivel bastante alto. Mis resultados desde allí son final, semifinal, final, cuartos de final y semifinal en torneos complicados. Y 2016 lo había comenzado con otra final en Doha. Mis últimos meses son de una regularidad alta y del nivel que espero tener. La derrota es un parón dentro de esta marcha positiva que me toca encajar. Lo encajo, lo asumo e intento retomar la línea que llevaba.
¿No le da miedo que la filosofía del trabajo sea insuficiente para arreglar los problemas que tiene?
¿Y qué hago? ¿Qué camino hay? Cuando llegue la inspiración que me pille trabajando. Mi modo de entender la vida, ya no sólo el deporte, es que las cosas no pueden salir bien sin esfuerzo y trabajo. Y sobre todo, sin trabajo bien hecho. Podemos buscar muchas cosas, pero el deporte es bastante simple normalmente. Podemos inventar historias y se puede escribir lo que uno quiera, pero la realidad es que perdí un partido que estuve cerca de ganar. Quizás, lo normal habría sido haberlo ganado y estar hoy en segunda ronda, mirando hacia delante y pensando que estoy jugando bien, en disposición de hacer un muy buen torneo.
Los técnicos aseguran que su derecha no es la de antes, que ha perdido el característico efecto liftado que desquiciaba a sus rivales.
Es así. Con Verdasco no lo tuvo, por ejemplo. Hay diferentes factores que provocan esto. Las bolas han cambiado un poco y ahora son más huecas. Las pelotas son menos vivas. Hace unos años, la bola salía muy rápida del cordaje al golpear y hoy se queda más tiempo en las cuerdas. Los rivales que le pegan más plano sienten menos el error con estas bolas. Y favorece el poder jugar más a cara o cruz. Con las otras bolas era más complicado porque sentías que cuando venía con top spin era complicado entrarle, porque la bola se te escapaba del cordaje.
Las cosas han cambiado.
Las cosas han cambiado y yo he intentado adaptarme al cambio. No estoy jugando con tanto efecto como antes, estoy jugando de una manera un poco distinta. La línea era positiva, pero contra Verdasco no tuve el tiempo del partido controlado para golpear la bola donde yo quería. No hay más. No tenía la posición de la pista cogida para poder llevar el mando del partido. Podría haber jugado más largo, podría haberle hecho tirar en posiciones más complicadas, y no lo conseguí.
¿Ya no sirve lo que hacía el antiguo Nadal?
A día de hoy se juega de una manera más rápida. Antes había más tiempo de preparar los puntos. El mismo juego de hoy, con mi versión de hace ocho o nueve años… sinceramente creo que seguiría estando muy arriba.
Las cosas han cambiado y yo he intentado adaptarme al cambio. No estoy jugando con tanto efecto como antes, estoy jugando de una manera un poco distinta
Parece difícil que un jugador de 29 años pueda aceptar según qué cambios en su forma de jugar tras llevar toda la vida haciendo lo mismo.
No son cambios radicales, no nos volvamos locos. Intento ajustarme a lo que mis entrenadores creen que tengo que hacer para seguir manteniendo las opciones de estar arriba. Los cambios siempre son mínimos. Uno no puede hacer cambios drásticos, ni con 23 años ni con 29. Uno no puede ir en contra de su estilo de juego. Puedes modificar y hacer pequeñas variaciones, pero no puedes ir contra tu cabeza y forma de entender el deporte.
Con la cabeza no se ganan partidos, según ha defendido usted muchas veces. ¿Pero se pierden?
Claro que se pierden partidos con la cabeza. También se ganan partidos, evidentemente. Lo que no se ganan son 14 torneos de Grand Slam con la cabeza. La única forma de ganar es tener golpes que te permitan hacerlo. Cuando te enfrentas a jugadores del máximo nivel y estás al límite, la cabeza tiene un impacto. Cuando uno está mal mentalmente se pierden partidos y el año pasado lo demostré.
Sus contrarios reconocían que muchas veces salían con el marcador en contra, impresionados por su capacidad de intimidación. ¿Ha perdido ese plus mental?
La capacidad de infundir respeto es algo que llega con las victorias y la regularidad dentro de los triunfos. El año pasado, con los resultados y las derrotas que tuve contra rivales que no debería haber perdido, es lógico que la gente crea que me puede ganar. Y cuando uno lo cree hay más opciones de que pase.
Al final, va a ser cierto que agota más ganar que perder.
Depende.
¿Le ocurrió eso en 2015?
Qué va. En 2015, me pasó factura el hecho de tener la sensación de haber perdido tiempo. 2014 fue un año complicado para mí en este sentido. Estaba muy preparado y me lesioné de la espalda en la final del Abierto de Australia. Me costó reponerme un poco de eso y cuando lo había logrado me rompí la muñeca en verano. En aquel momento, sentía que había perdido otra vez oportunidades. Y es un poco mi carrera. Tengo la suerte de haber aprovechado muchas oportunidades de las que he tenido, pero también es verdad que por cuestiones físicas he tenido menos oportunidades que todos mis rivales.
Uno no puede ir en contra de su estilo de juego. Puedes modificar y hacer pequeñas variaciones, pero no puedes ir contra tu cabeza
¿Qué es el éxito?
El éxito es muy relativo. Una persona puede tener éxito a nivel externo, que es conseguir triunfar en la vida desde un punto de vista superficial. El éxito real está en la felicidad personal. Si consigues tener mucho dinero, si consigues ser el número uno en cualquier cosa que te propongas, pero realmente no eres feliz en tu vida personal… habrás tenido éxito en una cosa, pero probablemente en lo que más cuenta no lo habrás tenido. El éxito es ser feliz. Y para ser feliz necesitas tener gente que quieras a tu lado, gente que también te quiera. Tener una vida estable y lógica. A la larga, las cosas ilógicas suelen desembocar en infelicidad.
Hay un concepto difuso de lo que significa tener talento. ¿Podría explicarlo?
El talento es algo que la gente confunde. El talento no es jugar bonito o golpear muy fuerte la pelota. Uno tendrá talento para jugar bonito, otro para no fallar ninguna bola, otro para hacer un revés cortado muy bueno y otro para correr muy bien. En el tenis, y en todo el deporte, el objetivo final es ganar. El resumen es claro: el que gana más es el que tiene más talento.
Me da igual si usted aprende una cosa en 15 minutos y yo tardo tres horas. Si yo soy capaz de entrenar cuatro horas y usted solo puede hacerlo 15 minutos, usted lo habrá aprendido en 15 minutos, pero es que yo he sido de entrenar cuatro horas. Eso es tener talento. ¿Por qué? Porque mi cabeza tiene el talento para seguir dándose oportunidades, continuar trabajando y aceptando los fallos para hacerlo mejor. Hay muchas formas de entender el talento, pero la conclusión es que el talento es conseguir ganar más. Me da igual si se logra de forma bonita o fea, por la vía que quieras. El talento es el que consigue hacer una determinada actividad mejor.
¿Qué opina sobre el revuelo provocado por la investigación de posibles casos de amaños de partidos?
Le soy totalmente sincero, hablando desde mi punto de vista que es el desconocimiento. En el circuito ATP, yo no he sentido que pase nunca, ni lo he visto, ni nadie en mi vida me ha contactado, ni tengo la información de que esto pase. Oigo que en los torneos inferiores, como los Challengers o Futures, sí que hay gente que lo hace. Lo oigo, pero no lo sé. Ni lo he vivido, ni lo conozco, ni lo he visto. Hablar de cosas que uno no sabe es complicado.
La gente que ha investigado todo eso, a los que ni critico, ni acuso, ni doy la razón, tienen que dar los nombres reales. No puedes decir campeones de Grand Slam y ya está. ¿De qué estamos hablando? ¿De individuales? ¿De mujeres? ¿De dobles? ¿De mixtos? Lo primero es esto. Y después, en los últimos 10 años ha habido seis o siete ganadores de Grand Slam. Se lo digo claro: en nuestro circuito es imposible que ningún ganador de Grand Slam haya amañado un partido. Ahora, si la gente amaña partidos en Challengers, Futures o en el circuito profesional, que yo no lo veo aunque estoy cada semana compitiendo, la solución es que la ATP les persiga y sancione como Dios manda. Eso es lo que espero y deseo. Así de claro es.
No se puede vivir en la trampa en ningún sentido. Hay que hacer los controles máximos para que no pase y no se engañe al espectador, a los otros compañeros o a la gente en general. Es lo único que se puede hacer, poner medidas drásticas para que esto no ocurra. Desde dentro, llevo años pensando que la ATP lo está haciendo. Me gustaría que la gente que ha investigado sacara los nombres. Igual que cuando se investigan casos de dopaje, que también me gustaría que aparecieran esos nombres. Con nombres, sí que hay culpables. Si no se sacan nombres es un tiro al aire que hace daño al deporte, cosa que me parece injusta. Pero la gente que hace trampas debe pagarlo, sea en apuestas, dopaje o en cualquier otra cosa. Que paguen y se les expulsen porque es lo que toca.
¿Está preparado para aguantar más años sin ganar grandes títulos? Lo que sucedió el curso pasado, por ejemplo.
No me lo planteo. Acabo de empezar un nuevo año, no podemos dramatizar por la derrota ante Verdasco. Vengo de hacer tres meses buenos, meses en los que he estado en condiciones de competir por torneos. Con el único que no he competido para ganar ha sido con Djokovic, con el resto sí que lo he hecho. Me veo capacitado para competir y creo que voy a hacerlo. Tengo confianza en poder hacer un buen año.
¿Nadal no se aburre de Nadal?
Me gusta lo que hago. Estoy feliz y me siento afortunado. Sé que lo que hago no es de por vida, tiene una fecha de caducidad que no sé cuál es. Por eso, intento aprovecharlo al máximo. Quiero que estos años que me queden por aquí sean productivos, pero sobre todo productivos a nivel personal. El camino para tener esa satisfacción es hacer lo que puedo para que las cosas salgan lo mejor posible.
¿Le asusta la hora de su retirada?
No, cero. El tenis es una parte de mi vida, una parte muy importante durante muchos años, pero tengo la suerte de tener una vida que es mucho más que el tenis. No tengo ningún miedo al después. Soy una persona con muchos intereses y aficiones. Hay cosas que me motivan más allá que este deporte, que me hacen feliz. No tengo ningún miedo a mi fecha de caducidad, pero eso no quita que me guste lo que hago. Por eso, voy a intentar que mi fecha de caducidad sea lo más tarde posible.
¿Piensa en cómo será ese momento?
Estoy compitiendo para estar arriba en el ránking, no para pensar cuándo será mi fecha de caducidad. No pienso en eso. Vivo mi día a día, vivo del momento. No puedo predecir el futuro. No sé cómo ni cuándo será. Ahora mismo sé que me vuelvo a casa porque las cosas no han salido bien en Melbourne y tengo que prepararme para jugar en tierra batida.
¿Nunca se le pasó por la cabeza abandonar, decir basta, hasta aquí hemos llegado, me voy a hacer otra cosa?
Si no me hace feliz lo que hago, lo haré. No tengo que demostrar nada. Sé lo que hecho y también sé lo que me hace feliz. A día de hoy, me hace feliz esto. Y voy a seguir haciéndolo hasta que me haga feliz. Si estando el cinco, el 10 o el 100 del mundo soy feliz, seguiré. Si estando el uno del mundo no soy feliz, será momento de decir adiós muy buenas y me voy a hacer otra cosa. Gracias a Dios, y por eso soy un gran afortunado, tengo la capacidad de decidir porque la vida me ha ido muy bien.