Melbourne

“Puedo ganar a todos”. La amenaza de Roger Federer no es un tiro al aire. Todo lo contrario. Antes de intentar estirar la leyenda, las palabras del suizo van cargadas de intención y bañadas en ponzoña. Es una frase conjugada con mala baba. Federer juega este jueves las semifinales del Abierto de Australia contra Novak Djokovic consciente de que se enfrenta a una final.

Respaldado por los antecedentes, el número tres sabe que perdió la oportunidad de llegar a 18 grandes las últimas tres veces que estuvo a un paso de lograrlo (finales de Wimbledon 2014 y 2015 y Abierto de los Estados Unidos 2015), siempre frenado por el número uno, siempre domado por la tiranía de Nole, siempre rozando una marca que blindaría su lugar en el Olimpo del deporte.

Los números, sin embargo, le dan margen para creer en levantar los brazos: Djokovic ha ganado 40 de los últimos 42 partidos que ha disputado, pero esas dos victorias que se dejó por el camino (Cincinnati y fase de grupos de la Copa de Maestros de Londres) se las robó Federer. ¿Podrá conseguirlo en un cruce al mejor de cinco mangas?

“Es como una final”, anticipó el serbio, que si gana llegaría a su quinta final consecutiva en Grand Slam, la número 19 de toda su carrera, sexta en Melbourne. “Somos grandes rivales y nos hemos visto las caras muchas veces. Por eso, habrá mucha tensión. Espero una gran batalla”, insistió el número uno, al que la victoria también le permitiría desempatar el cara a cara con Federer (22-22 ahora mismo) después de hacerlo en Doha con Rafael Nadal (24-23) y tras tenerlo ampliamente superado con Andy Murray (21-9), por lo que conseguiría dominar por primera vez las tres rivalidades más importantes de su carrera.

“Federer lleva dos años jugando un tenis increíble. Sé perfectamente lo bien que es capaz de jugar, sobre todo en las últimas rondas de un grande. Tengo que sacar lo mejor de mí”, avisó Djokovic, que conoce el deseo que tiene su contrario por sumar otro grande, un logro de otra dimensión a los 34 años.

“Es parte de la razón por la que todavía estoy jugando”, aseguró con calma el suizo. “Es agradable porque en los últimos tres torneos del Grand Slam he sido muy consistente”, recordó Federer, que llegó a la final en Wimbledon y en el Abierto de los Estados unidos, antes de alcanzar las semifinales en Melbourne. “Estoy jugando un buen tenis, un tenis divertido para mí. Me gusta ser capaz de subir más a la red, como en los viejos tiempos, así que estoy muy contento. Esta posibilidad significa mucho para mí. No hay duda de ello”.

La red y el desgaste

Federer, que en todo el torneo ha subido 129 veces a la red (en 99 de ellas ganó el punto), plantea el asalto a la final sin renunciar a su estilo de juego, que desde hace tres años ha vuelto a ser el de siempre: jugar hacia delante, buscando acabar los intercambios en la cinta y apuntando a las líneas, apostando por la agresividad como vía para llegar al triunfo sin desgaste, algo vital a su edad.

“Parece fácil mirando las estadísticas”, argumentó el suizo. “Es verdad que me siento muy cómodo en la red desde hace años. Es la zona de la pista en la que empezó todo para mí cuando comencé en el circuito”, añadió el número tres, un enamorado del saque y volea en sus inicios. “Sigo pensando que tengo margen para mejorar, pero sé cómo funcionan las cosas allí”, reconoció el campeón de 17 grandes, que ha logrado preservar su cuerpo durante los primeros cinco encuentros del torneo con ese estilo de juego, consumiendo 9 horas y 9 minutos en llegar hasta semifinales, por las 12 horas y 35 minutos de Djokovic.

El suizo, en plena acción cerca de la red. Jason Reed Reuters

“No creo que haya una gran diferencia física”, reflexionó Djokovic, pese a que su exigencia durante los días previos ha sido mucho mayor, llegando incluso a agotar las cinco mangas para superar al francés Simon en octavos de final. “Él no ha pasado mucho tiempo en pista y ha ganado sus partidos con bastante comodidad durante el torneo”, prosiguió el número uno del mundo. “Está muy en forma y se mueve muy bien. En cualquier caso, cuanto más largo sea el partido, más opciones creo que podré tener de ganar”.

Ocurrirá el jueves en Melbourne. Djokovic y Federer, protagonistas de la segunda rivalidad con más partidos de la historia (45, con el cruce de mañana), se miden a la caza de una nueva final de Grand Slam. El encuentro es como un partido decisivo. El ganador, en cualquier caso, deberá pasar una prueba más antes de levantar la copa de campeón en el primer grande de la temporada.

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