En cuclillas, Novak Djokovic discute acaloradamente con Carlos Bernardes la marca de una bola. El número uno, rojo como una boca de incendios, está intentando explicarle al árbitro que esa pelota ha botado fuera, que la marca que le está enseñando el juez de silla es otra distinta. Llega incluso a tocarle un brazo, algo prohibido por los jugadores. Ocurre en los cuartos de final del Masters 1000 de Roma, donde finalmente se impone a Rafael Nadal. La discusión, posiblemente, se habría evitado si en arcilla se pudiese usar el Ojo de Halcón, el sistema de revisión electrónica que cambió el tenis en 2006 (se usó por primera vez en el torneo de Miami). En polvo de ladrillo, sin embargo, los tenistas no disponen de esa opción. El interrogante es evidente: ¿Por qué no existe en tierra si está implementado en todas las otras superficies?
“A veces, en tierra batida los botes no reflejan lo que puede mostrar el Ojo de Halcón”, aseguró Feliciano López, citado con Víctor Estrella Burgos en la siguiente ronda. “Los saques o las bolas que van muy rápidas levantan mucho polvo. Y eso hace que el bote de la pelota parezca muy largo, algo que el Ojo de Halcón no puede medir”, continuó. “En realidad la bola no ha botado ahí, pero como van tan fuerte deja un bote muy largo. Es más fácil verlo en persona. Y aun así hay bolas que no sabes si son buenas o malas”, repitió el toledano. “Yo no lo pondría. El Ojo de Halcón no acertaría muchas veces”.
Según pudo saber EL ESPAÑOL, las empresas que tienen en propiedad el Ojo de Halcón no están interesadas en dar el salto a la tierra batida. ¿Cuál es el motivo? Uno bien sencillo: se basan en su fiabilidad (altísima, lo que ha provocado la aceptación del vestuario) y atreverse con la arcilla les haría perder imagen como una herramienta casi infalible.
ASÍ FUNCIONA EL SISTEMA
Esta es la explicación de los expertos. De las 10 cámaras que se instalan para el Ojo de Halcón (que cuesta unos 40.000 dólares), cinco están dirigidas a cada lado del campo, por lo que la medición completa suele producirse por unas cuatro cámaras. De esas, alguna puede haber perdido la pelota momentáneamente, por lo que si la medición no tiene al menos tres cámaras se considera insuficiente para mostrar la revisión que solicitan los jugadores.
Estas decisiones se toman antes de mostrar cada Ojo de Halcón, midiendo el número de datos que se tienen por bote. Normalmente son muy fiables, por lo que apenas hay incidentes. Los pequeños problemas que se dan a lo largo del año son siempre los mismos: cambios en la luz o pistas con sol y sombra, por ejemplo. Por eso, los operarios que están al mando se encargan de calibrar y ajustar continuamente el sistema durante el partido.
Oficialmente, el margen de error suele estar alrededor de los seis milímetros en cualquier bote, pero en tierra batida se transformarían en centímetros, una locura. ¿Por qué? Como la pista en arcilla no es lisa y se altera durante el partido con facilidad, sería prácticamente imposible usar el Ojo de Halcón. Al sistema hay que explicarle dónde está la pista. Luego, en función de las cámaras, éste reproduce en el ordenador cómo ha sido el bote en función de unos parámetros internos.
En tierra (con viento, jugadores que van alterando la superficie de la pista o la tendencia de la arcilla a desplazarse) sería un rompecabezas: como la pista presenta pequeños desniveles o zonas de contacto distintas de las que informáticamente se han introducido, las cámaras pueden leer cuándo la pelota cambia de dirección por el bote, pero si basaran el sistema sólo en los datos de la cámara (y no en los de medición de la pista), perderían precisión y el margen de error sería mayor.
Cuando se instala el sistema, hacen muchas pruebas y ajustes: mediciones, pruebas, colocan sensores en la pista para probar si está todo bien instalado… Estos ajustes no se vuelven a realizar a lo largo de la semana, a no ser que haya problemas serios con una o dos cámaras. En consecuencia, en tierra habría que estar haciendo pruebas cada día y ni eso garantizaría la viabilidad del sistema.
OPINIONES CRUZADAS
“¿Para qué vamos a tener Ojo de Halcón si en una pista de tierra batida está la marca?”, se preguntó Toni Nadal, tío y entrenador del campeón de 14 grandes. “Al final, el sistema también falla en un porcentaje. Me parece más normal que baje el árbitro y al menos así hacen algo”, prosiguió el técnico, apuntando hacia los jueces de silla. “En cualquier caso, no es algo que encuentre determinante. Está bien en las pistas rápidas, pero por un tema de espectáculo. A la gente le motivan esos segundos de incertidumbre cuando sale en la pantalla, ese momento en el que no saben si la bola ha sido buena o mala. Pero no es trascendente para el juego”, cerró el preparador.
“Yo tampoco estoy a favor”, coincidió David Ferrer, que se medirá al argentino Mónaco buscando seguir adelante en París. “En tierra batida no tiene sentido. La bola está marcada y se ve claramente. También el árbitro tiene que actuar ahí. No es muy difícil cuando tienes tantos jueces de línea que te pueden ayudar y la marca de la pelota está en la tierra”, recordó el número 11 del mundo. “Me gusta el Ojo de Halcón, pero me gusta en pista rápida porque es realmente útil”, reiteró.
“Yo sí lo pondría”, aseguró Carla Suárez, que este jueves buscará el pase a la tercera ronda ante la china Wang. “Hay muchas veces que cuando pasan la pista o riegan, las líneas no se ven muy claras cuando el bote es muy cercano a ellos. Se puede confundir. Esa aclaración no resta, pero le quita un poco de gracia al asunto. Es como en el fútbol. ¿Por qué no lo ponen? Porque quita espectáculo”, comparó la canaria.
“Es que se perdería un poco la gracia”, le siguió Nicolás Almagro, que tiene al checo Vesely como próximo rival. “En tierra puedes ver la marca. Que venga una maquinita a decirte si es buena o mala… El Ojo de Halcón tiene un pequeño margen de error, muy mínimo, pero existe. Vamos a darle ese margen de error al árbitro, para que por lo menos nos podamos pelear con ellos”, finalizó, bromeando.
“Podría haber confusión”, caviló Carlos Moyà, que desde el pasado mes de enero entrena a Milos Raonic. “Al estar la marca tan clara, puede ser que el Ojo de Halcón diga una cosa y el bote de la pelota señale otra. Es un sistema bastante seguro, pero en tierra no hace falta”, continuó. “Tenerlo en pistas rápidas está muy bien. Es una máquina que supuestamente no falla y que da seguridad a los jugadores y también a los entrenadores. Pero es que en arcilla está la marca y queda siempre clara”, cerró el mallorquín.
“Es algo que nunca sobra”, opinó Garbiñe Muguruza tras devorar 6-2 y 6-0 a la francesa Georges. “A todos nos gusta tener esa oportunidad. Soy partidaria de que lo haya. Es menos necesario en tierra, pero si lo hay todo el mundo va a estar a favor”.
El más claro, como tantas otras veces, fue Nadal. “¿Serías partidario de que hubiese Ojo de Halcón en tierra batida?”, le preguntaron al balear, que este martes se mide al argentino Bagnis. “Sería malo para el Ojo de Halcón”, respondió el número cinco del mundo, dejando clara su opinión sobre el tema.
De momento, y posiblemente por un tiempo, las cosas seguirán como siempre: con los árbitros y los jugadores discutiendo por las marcas de las pelotas sobre la superficie más lenta del mundo.