En Roland Garros, lo nunca visto. Andy Murray se encontró obligado a correr un maratón tras otro para no despedirse del segundo grande del curso prematuramente. Nunca superó el número dos un comienzo tan exigente en un Grand Slam. El británico, que este viernes se enfrenta a Ivo Karlovic buscando plaza en los octavos de final, ha consumido las cinco mangas en sus dos primeros partidos en el torneo (10 sets), acumulando un total de 7 horas 15 minutos en la pista (remontando a Radek Stepanek y a Mathias Bourgue). Un disparate que podría pagar como peaje más adelante, cuando las fuerzas no sean las mismas del principio en un torneo largo (dos semanas), duro (con partidos al mejor de cinco mangas) y sobre una superficie que obliga a estar perfecto.
“Creo que solamente he comenzado un Grand Slam jugando dos partidos a cinco sets”, recordó el número dos del mundo, que en el Abierto de los Estados Unidos de 2005 se enfrentó contra el mismo desafío que este año en París, pero fracasó porque perdió el segundo cruce contra el francés Clement. “Lo positivo es que voy a jugar con Karlovic en la siguiente ronda y físicamente los intercambios serán cortos. Habrá tres, cuatro o cinco golpes como máximo. Eso es positivo”, prosiguió el británico sobre su rival, un sacador que buscará la victoria en un duelo sin ritmo. “Mañana [por este jueves] estaré cansado, pero al menos tengo un día de descanso. No puedo esperar seguir jugando partidos así y tener expectativas de ganar el torneo. Si logro superar el siguiente, sería bueno ganar de forma más rápida”.
Mientras el británico sufría de lo lindo para seguir adelante, sus máximos rivales por la copa avanzaban sin rasguños, con mucha energía reservada en los pulmones. Novak Djokovic, vencedor 7-5, 6-3 y 6-4 del belga Darcis, suma 3h47m de juego. Rafael Nadal, que superó 6-3, 6-0 y 6-3 al argentino Bagnis, sólo ha consumido 3h04m con los mismos encuentros disputados. A diferencia de Murray, los dos llegan intactos a la segunda fase del torneo, donde la exigencia subirá irremediablemente.
“Pero lo normal es que a lo largo del torneo no tenga ningún impacto lo que pasa en esta ronda, siempre y cuando acabes ganando”, aseguró el mallorquín, que el sábado jugará contra Marcel Granollers (6-3, 6-2, 1-0 y abandono del francés Mahut). “Evidentemente, si pierdes tiene impacto porque estás fuera”, prosiguió el número cinco, acostumbrado a jugar partidos largos durante toda su carrera, recuperándose luego sin problemas. “Si ganas, y no es una súper matanza, teniendo un día entre medio no pasa nada. Normalmente, a nivel físico puedes recomponerte”, se despidió el campeón de 14 grandes, que al pasar de ronda alcanzó las 200 victorias en Grand Slam, otra marca más que le coloca entre los mejores de siempre.
“Sinceramente, puede llevar tiempo recuperarse de algo así”, avisó Murray, que vio cómo precisamente ese descanso le otorgaba una importante ventaja para ganar la final de Roma a Djokovic hace unas semanas. “El partido [contra Bourgue] fue duro, más de tres horas y media. No hizo calor todo el tiempo, pero hubo fases en las que el ambiente sí estaba más templado”, continuó el campeón de dos grandes.
“El partido ante Radek no fue a cinco sets, sino que fue como dos partidos en días consecutivos a dos y tres sets”, recordó el británico sobre su primer encuentro, que empezó el lunes y se reanudó el martes, aplazado por falta de luz. “Eso lo hacemos cada semana en los Masters 1000. Jugamos partidos de dos horas y al día siguiente competimos durante hora y media. No sé exactamente cuánto duró el partido ante Stepanek, pero no fue tan agotador”.
Así, Murray aterrizará en la tercera ronda esperando que la paliza que lleva encima no limite sus opciones al título. “Lo que es duro para los jugadores no es necesariamente la duración del partido, es la dureza física de los puntos que juegas”, reflexionó el británico, abrazando un discurso positivo. “Mahut e Isner jugaron en Wimbledon durante muchísimas horas, pero estaban jugando un tenis de dos golpes”, dijo, rememorando el encuentro más largo de la historia, que el francés y el estadounidense disputaron en 2011. “Mentalmente puede ser agotador, pero físicamente no te lleva al límite”.
En París, claro, el desgaste también juega. Entre los candidatos al título, un grupo que en principio debería ser bien reducido, cualquier gota de sudor ahorrada en el presente es un pequeño trampolín para el futuro.