“Es un parón complicado de asumir”. Las palabras de Rafael Nadal llegaron como cierre a la peor rueda de prensa de su carrera, como él mismo reconoció. El mallorquín, que convocó a los periodistas de urgencia a primera hora de la tarde del viernes en París, anunció su retirada de Roland Garros como consecuencia de una lesión en la vaina del cubital posterior de la muñeca izquierda. Fue el final de un problema que empezó en el torneo de Madrid ante el portugués Sousa, que le obligó a jugar frente a Andy Murray infiltrado en semifinales (perdió) y que mejoró en Roma, donde compitió tomando antiinflamatorios y sin necesidad de dormirse la articulación.
El campeón de 14 grandes, al que desde ese encuentro en la Caja Mágica le ha acompañado un pequeño vendaje protector debajo de la muñequera, llegó a París y se encontró de golpe con un dolor intolerable que no le dejaba ni golpear la derecha, un tiro básico en su juego. Como en 2014, cuando sufrió la misma lesión en la otra muñeca (una desinsercción de la vaina cubital posterior), Nadal se enfrenta un período en el que primero deberá tener la articulación inmovilizada y luego tendrá que reeducarla para recuperar la movilidad. Solo el futuro, sin embargo, se encargará de desvelar la magnitud del golpe anímico que acaba de recibir: después de salir de los días más complicados de su carrera, donde precisamente fue empujado por las lesiones, el español tiene un importante desafío mental que volver a superar.
“Cuando las cosas van por un camino adecuado, y uno siente que le ha costado llegar a ese camino… es difícil asumirlo”, reconoció el número cinco del mundo, que desde Indian Wells había recuperado el nivel competitivo para aspirar a grandes cosas, como demostró con los títulos en Montecarlo y Barcelona. “Es un momento difícil como deportista, pero la vida sigue. No se acaba el mundo. Volveré a entrenar cuando pueda y lo haré con la misma ilusión que tenía. Voy a intentar estar competitivo para el resto de la temporada y hacer un buen año”, aseguró el balear, que estaba apuntado al torneo de Queen’s (comienza el 13 de junio) como preparación de Wimbledon (desde el 27 del mismo mes).
“EL MEJOR TRATAMIENTO ES EL REPOSO”
“Es una lesión en la vaina del cubital posterior de la muñeca izquierda”, confirmó a EL ESPAÑOL Ángel Ruiz Cotorro, médico del campeón de 14 grandes. “Está tocada. Lógicamente, es una zona a la que hay que tenerle mucho respeto. Tal y como está, hay un porcentaje muy alto de que se pueda romper”, prosiguió el doctor, que acompaña al mallorquín en todos los grandes torneos del calendario, supervisando sus problemas físicos. “Al principio, puedes asumir jugar un partido con la muñeca dormida, pero es que médicamente no iba a poder acabar Roland Garros, casi al 100%”, reconoció el médico, encargado de dar luz verde a las infiltraciones que se ha realizado el balear estos días.
“Hay zonas y zonas para infiltrar”, avisó Cotorro. “Estos días hemos infiltrado un punto doloroso que tenía, pero es que la evolución no ha sido buena. Corríamos el riesgo real de romper y no tenía ningún sentido”, añadió. “Muchas veces hemos ido al límite, pero esta vez no toca. Hay que evitar estrés en la zona porque es una vaina que contiene el tendón y está sufriendo. Tenía muchas opciones de romperse. Por eso, esta vez no había discusión. Hay que respetarlo al 100%. Es una zona muy delicada del cuerpo. Hay que ser consecuente y parar, aunque sea una situación tan complicada como esta”.
Nadal, acostumbrado a ver el vaso medio lleno incluso en los momentos más duros, buscó en el optimismo una vía de escape. “Tiene solución”, dijo esperanzado el balear, con un rosario de lesiones en su cuaderno de viaje. “Ahora mismo, la lesión no es grave. Confío en estar recuperado en unas semanas o en un mes. No es como cuando tenía los problemas en las rodillas, que no veía un final al problema”, siguió, apuntando hacia el calvario que pasó con esa lesión. “Aquí hay un diagnóstico, un tratamiento y un tiempo que debo estar parado”, precisó. “El tiempo no es matemático y la medicina tampoco. Uno tiene que estar pendiente de cómo funcionan los tratamientos y de cómo se puede mejorar. No sé la fecha exacta, pero no es algo que en teoría me vaya a tener tres meses fuera del circuito”, avanzó el español, que tiene muy complicado llegar a tiempo a la gira de hierba.
“El mejor tratamiento es el reposo”, explicó Cotorro sobre el proceso que se abre ahora para Nadal. “Después, iremos haciendo los tratamientos que sean oportunos para intentar volver lo antes posible, pero hay que ver la evolución. Siempre hay que intentar hacerlo en el menos tiempo posible, pero realmente es la lesión la que va a marcar la evolución”, insistió sobre los plazos, que podrían ir desde tres semanas hasta más de un mes, con los Juegos Olímpicos en el horizonte (6 de agosto) como objetivo prioritario en el calendario del número cinco.
UNA SITUACIÓN LÍMITE
“Mi situación es límite para tomar esta decisión”, dijo Nadal cuando llegó el turno de preguntas en castellano, encogiéndose de hombros y con la mirada perdida en algún punto de la sala. “Roland Garros es el torneo más importante de toda mi carrera. Siendo realistas, habría sido mejor si me hubiera pasado el año pasado”, reconoció el balear sobre la lesión, viniendo a decir que el curso pasado no le habría cambiado demasiado, visto su bajón de juego. “Esto no se elige y ha pasado esta temporada. Los deberes estaban bien hechos en 2016. Había logrado jugar a un nivel muy alto durante muchas semanas seguidas”, rememoró. “Es un parón, pero confío en que solo sea un accidente y que pueda retomar el nivel cuando vuelva a competir”.
Así, el nueve veces campeón de Roland Garros se marchó derrotado por otra lesión mientras intentaba digerir su futuro inmediato, algo que no será fácil en los primeros días. “No tengo previsto a día de hoy jugar hasta que esté recuperado, pero no es como las rodillas”, contó el mallorquín. “Aquello era un tiempo indefinido y aquí sí que está algo más definido. Espero volver al mismo nivel que me voy”. Esa es una incógnita es que solo el tiempo podrá despejar.