Tras acabar 2015 como un tiro, arrasando con autoridad, Garbiñe Muguruza empezó 2016 con el desafío más importante de su corta carrera como jugadora por delante. Después de irrumpir en la élite tirando la puerta de una patada (final en Wimbledon, título en el Premier Mandatory de Pekín y semifinales en la Copa de Maestras de Singapur, donde llegaba como novata), la española recibió la llegada del nuevo año ahogada en presión. En consecuencia, aprender a lidiar con las expectativas, con la obligación de ganar o ganar, le costó un mal trago tras otro, un proceso tan lógico como repetido a lo largo de la historia.
Protagonista de un irregular comienzo de temporada, poco a poco superado, Muguruza (6-3 y 6-4 a la rusa Kuznetsova) se mide el próximo martes a la sorprendente Shelby Rogers (6-3 y 6-4 a la rumana Begu) buscando plaza en las semifinales de Roland Garros, donde nunca ha llegado. Con trabajo y paciencia, una receta que raramente falla, la española ha logrado la estabilidad necesaria para dejar que su tenis mercurial haga el resto.
“Garbiñe lo ha comentado, que en algunos partidos le estaba costando”, reconoció Conchita Martínez, la capitana española de los equipos de Copa Davis y Copa Federación. “Se tenía que asentar. Es la número cuatro del mundo y muchas veces la cabeza no te deja jugar tranquila cuando todo eso es nuevo”, prosiguió la seleccionadora sobre la temporada de Muguruza, un año de claroscuros hasta llegar a París.
“Cuando se asiente del todo, asumiendo lo que es, podrá jugar suelta. Debe estar ahí arriba por su potencial”, añadió. “A veces, no ha sabido sobreponerse a algunas situaciones y se le han escapado partidos que tenía controlados, pero ahora está con confianza y creyendo mucho en sí misma. Esto último no es difícil porque habitualmente cree mucho en sí misma, pero está haciendo las cosas con convicción”, remarcó.
“Es que después de una subida siempre viene una bajada”, coincidió Muguruza, que ha contado con el apoyo de la exnúmero dos mundial desde la grada en todos sus encuentros. “Ha sido difícil empezar desde cero a principios de temporada después del final loco que tuve en 2015”, rememoró.
“Mi mejoría más grande ha sido mi mente, mi forma de prepararme y de percibir los partidos. Ahora, sé cómo jugar los momentos importantes. He ido sumando experiencia, con las victorias y también con las derrotas. Eso me ha ayudado a crear una mejor jugadora, a convertirme en esa tenista”, celebró. “Ha sido un cambio importante. En partidos difíciles, a día de hoy me veo mucho más preparada”.
UNA GRAN OPORTUNIDAD ANTE ROGERS
Ahora, ya en cuartos después de subir el nivel de exigencia según ha ido avanzando en el torneo, Muguruza tiene una oportunidad inesperada para llegar a semifinales en el segundo grande del curso. La estadounidense Rogers, 108 mundial, separa a Garbiñe de una ronda que se le ha resistido los dos últimos años. En esta ocasión, sin embargo, el escollo es más fácil de bordear porque su contraria carece de la experiencia de la número cuatro.
“Pero no estoy comparando nada en absoluto”, aseguró Muguruza, que podría haberse cruzado con una contraria de mayor entidad en cuartos. “Estoy muy contenta de volver a estar en cuartos de final, donde me he quedado los dos últimos años”, rememoró. “Volver a tener esta oportunidad para romper mi barrera es una buena noticia. Estoy motivada, pero nunca comparo torneos. Me he dado cuenta de que cuando empieza un torneo nuevo te tienes que olvidar de lo que hiciste el año anterior”, se despidió la española, sobradamente preparada para el reto.
“Garbiñe está jugando muy bien, convencida”, apuntó Conchita, consciente de las posibilidades de Muguruza si compite entonada. “Jugando así demuestra por qué está la número cuatro del mundo. Puede ganar a cualquiera. Ya lo ha demostrado en París, ganando a Serena. Lo ha demostrado también llegando a la final de Wimbledon. Desde el principio estaba claro que en Roland Garros podía hacer muy buen papel y eso quiere decir hacer de todo”. Como ya quedó demostrado, Muguruza es capaz de hacer cualquier cosa porque para su raqueta no hay imposibles. Cuidado, Garbiñe va a por la copa de campeona en París.