Arruabarrena y cómo cruzar la parte oscura del tenis
Alejo Mancisidor, el entrenador que curtió a Garbiñe Muguruza como jugadora, conversa con Lara Arruabarrena tras ponerse al mando de su carrera hace un mes con el objetivo de dar un gran salto de nivel.
14 enero, 2017 15:59Noticias relacionadas
A los 24 años hay cosas que todavía se pueden cambiar. Después de ganar hace cinco años su primer título en Bogotá (2012), Lara Arruabarrena inició un prometedor camino por la élite. La española, pensaron muchos, llegaba para comerse el mundo con su juventud y con un juego sin puntos débiles. Cuatro temporadas después (2016), tras ganar en Seúl el segundo título de su carrera, Arruabarrena ya había reconocido estar estancada.
De carácter alegre y sonrisa perenne, la número 64 entendió que necesitaba mala baba, colmillo retorcido y una disciplina rigurosa para salir de esa situación y aspirar a cosas más importantes. Así, a finales de la pasada temporada, Arruabarrena contrató a Alejo Mancisidor, el técnico que convirtió a Garbiñe Muguruza en la jugadora que es hoy (juntos alcanzaron su primera final de Wimbledon, en 2015), e inició un camino que le va a exigir algo de sudor, unas pocas lágrimas y mucha sangre.
Antes del Abierto de Australia, donde Arruabarrena se estrenará contra Yulia Putintseva, jugadora y entrenador se sientan a conversar sobre los retos de esta nueva etapa con EL ESPAÑOL como testigo.
Lara Arruabarrena. Nos conocimos cuando tú estabas haciendo de capitán en un Euskadi-Irlanda. Tú eras el capitán de las chicas y yo muy pequeña. No estaba convocada, pero iba de sparring. ¿Tendría 10 años?
Alejo Mancisidor. Eras muy pequeña, sí. Y Alberto Berasategui era el capitán de los chicos. La verdad es que siempre nos hemos llevado muy bien. Algunas veces tú me has consultado cosas, en momentos en los que tenías dudas. Y luego apareció la oportunidad de ser tu entrenador. Hablamos cuando acabaste con Albert Torras y estuvimos comentando lo que había. Yo seguía con Tita Torró, pero valoramos la situación y esperamos un tiempo a ver cómo transcurrían las cosas. Justo antes de que te fueses a la gira asiática, el día antes, cerramos nuestro acuerdo. Tenía otras opciones que eran buenas, pero tienes potencial de sobra. Eres muy buena persona y trabajadora. Para mí, es un reto personal estar contigo. Estoy muy motivado.
L.A. Lo dejé con Albert [Torras] porque me sentía estancada, veía que no me podía aportar mucho más y quería algo nuevo. Pienso que puedo llegar más arriba y la primera persona en la que pensé fuiste tú. No sueles fijarte en cómo trabajan el resto de entrenadores, pero yo te había visto y me gustaba tu forma de trabajar. Considero que eres una persona que dice siempre las cosas a la cara, tal y como son. Eso lo valoro mucho. Además, me pareces muy buen entrenador. Y te necesito a ti para el cambio que quiero hacer.
A.M. Hay dos cosas primordiales que necesitas cambiar, y ya lo hemos hablado antes. Una es la seriedad entrenando. Estás muy acostumbrada a relativizar en los entrenamientos y también en los partidos. Estabas acomodada, dicho por ti. Para cambiarlo has empezado a trabajar muy seria, a hacerlo bien y a relativizar bastante menos. Obviamente, el cambio va a ser duro. Tienes que pasarlo mal y no estás acostumbrada. Antes era todo… ¡Viva la Pepa! Para cambiar eso tienes que pasarlo mal, estar más tiempo sola y cruzar la parte oscura del tenis.
L.A. Sí, muchas veces no he sabido diferenciar ese momento. Si voy a entrenar, voy a entrenar. Tengo un carácter muy marcado y no lo voy a cambiar de golpe, pero debo diferenciar los momentos de trabajo del resto.
A.M. Y tampoco queremos que lo cambies, Lara. Queremos que lo mejores porque lo otro significaría modificar tu forma de vivir.
L.A. Si estamos cenando no voy a cambiar nada, seré la misma Lara bromista de siempre. Soy sociable y me gusta ser así. Puedo seguir siéndolo, pero habrá momentos en los que toque dejarlo a un lado. Debo saber diferenciar esos momentos y hasta ahora no lo he hecho.
A.M. Eso es. Y después, lo segundo que debes cambiar ya lo sabes. Lo hemos hablado mucho y estamos en ello, pero te falta aprender a utilizar lo que mejor haces. Por ejemplo, voleas muy bien, pero estás muy lejos de la red. ¿Qué tienes bueno? Eres inteligente, físicamente eres un portento, tienes una mano en la red excelente… pero si estás tres metros tras la línea de fondo defendiendo no usas ninguna porque la cabeza y las piernas las utilizas para defender. Se trata de que todo esto lo uses atacando. Es otro cambio difícil y complejo, consolidarlo antes de un año es difícil. Por eso pasan todas las jugadoras. Hay que atreverse, dar el paso. Hace poco, en una cena con varios entrenadores, hablamos de esto. Al final, la que se atreve a dar el cambio es la que llega. Y casi siempre es un tema de jugar con más agresividad.
L.A. El problema es que en pretemporada ha ido todo muy rodado. He trabajado duro, estaba mentalizada y creo que he hecho las cosas como tocaba. Pero una cosa es hacerlo entrenando y otra compitiendo. Con Gravilova, por ejemplo, lo hice muy bien en la Copa Hopman y luego en los tres siguientes partidos que he jugado no lo he hecho. Es una montaña rusa: lo hago, no lo hago, lo hago… me cuesta. A veces me desconcentro, es algo muy mental. Tengo que pensarlo en cada punto porque lo natural es lo que decías, jugar más atrás.
A.M. El reto es conseguir que adquieras esta forma de jugar como hábito para poder escalar lo más arriba posible. En un año, o año y medio, veremos hasta dónde hemos sido capaces de llegar juntos a la hora de atrevernos. 2017 será un año irregular y si no es irregular querrá decir que no estás haciendo lo que debes. Te dije que te costaría, que serías esa montaña rusa de la que hablabas antes. No hay nadie que sea capaz de dar el paso sin tener baches.
L.A. Estamos intentando cambiar en pista todo eso. Quiero hacerlo cada día, pero no es fácil. Fuera de la pista también hay mucho. Por ejemplo, estar concentrada en momentos que me toca en lugar de ponerme a hablar con otra gente.
A.M. Eso es. En resumen, estamos intentando que seas un poco más profesional. En cosas básicas, sin volvernos locos, pero fuera de la pista tenemos que darte caña.
L.A. Sí, y agradezco cómo eres. Me lo dices todo de cara, eres sincero. Si no te gusta algo me lo dices y lo valoro mucho.
A.M. No sé si funciona, pero al menos la relación siempre es buena y clara, sin rodeos. Engañarte te voy a engañar una vez o dos, que me las puedo guardar para ciertas ocasiones por decirlo de alguna forma, pero si te hablo claro la relación será fácil. A mí no me gusta dar rodeos, yo quiero ir por el camino que toca. Hemos hablado mucho de lo que queremos.
L.A. Hay muchos entrenadores que le hacen la pelota a su jugadora, pero a mí me gustan que me digan lo malo, aunque me de rabia en ese momento. En este mundo la gente siempre te dice lo bueno, pero cuando es al revés nadie abre la boca. Una vez dejé de entrenar con Albert quería un cambio, quiero estar arriba del todo. Si no me daría igual, podría viajar con mi hermana. Creo que juego bien a tenis y que voy a ser capaz de tener una semana buena durante el año, que es lo que me ha ido pasando. He arreglado mis temporadas consiguiendo una semana buena aquí y allá, pero yo no quiero eso. Yo quiero ser muy buena.
A.M. Precisamente, me decanté por ti porque vi que estabas convencida. Sabes que tenía alguna otra oferta por ahí, pero cuando me llamaste tenías la intención de querer dar el paso. Estás a tiempo seguro. Lo que no sé… ahora lo estás empezando a ver. No sé si eres consciente de lo duro que es. Incluso hoy, que llevamos un mes. Has hecho una pretemporada perfecta, un inicio perfecto y pensaste que ya estaba todo listo. Cuando llevemos cinco meses será lo mismo, Lara. Lo que te queda por pasar es muy duro y el cambio es muy difícil, pero lo tenemos claro. Vamos a por ello.